jueves, 4 de abril de 2013

[alai-amlatina] Venezuela: Sólo un triunfo de Maduro garantizará la continuidad del proceso integrador

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Venezuela:
Sólo un triunfo de Maduro garantizará la continuidad del proceso integrador

Aram Aharonian

ALAI AMLATINA, 04/04/2013.- Para los gobiernos y movimientos
progresistas latinoamericanos y caribeños es crucial el triunfo de
Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales del 14 de abril próximo,
que marcará el inicio de la transición al chavismo sin Chávez, para
impedir el reposicionamiento de la derecha en la región. Por ello no
extraña que organizaciones y personalidades se hayan manifestado en este
sentido.

Una eventual derrota del chavismo (sorpresas te da la vida, diría Rubén
Blades) significaría, sin lugar a dudas, un retroceso significativo en
el proceso de integración regional, del cual el fallecido Hugo Chávez
fue la locomotora, un proceso basado en la solidaridad y la
complementariedad.

"No es la economía brasileña o argentina la que se vería afectada, sino
toda la economía latinoamericana, afectando especialmente a los países
más débiles o retrasados desde el punto de vista industrial", señaló el
historiador brasileño Valter Pomar, secretario ejecutivo del Foro de Sao
Paulo.

El Foro de São Paulo, reúne a partidos de izquierda de América Latina y
el Caribe, entre ellos los que gobiernan hoy en Bolivia, Brasil, Cuba,
Dominica, Ecuador, El Salvador, Nicaragua, Perú, República Dominicana,
Uruguay y Venezuela. Varios de estos estados integran, asimismo, la
integracionista Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América
(ALBA).

"Estamos preocupados en el sentido de que la derecha está armando un
operativo internacional, no solamente operativos nacionales, para
golpearnos. Hay un proceso de contraofensiva de la derecha en la región,
como se ha visto en Honduras y Paraguay, este último un caso de golpe
parlamentario (…) La derecha no consigue golpearnos en los principales
países que gobernamos, pero tampoco nosotros conseguimos sacarlos por
ejemplo de México. Este equilibrio relativo no va a durar para siempre
", dijo Pomar.

Pero más allá de lo expresado públicamente por Pomar, hay preocupación
por el avance de los sectores derechistas enquistados en Unasur, máxime
cuando se presentan las candidaturas de dos expresidentes
autocalificados como progresistas y que en realidad poco han hecho (más
allá de las palabras) por la integración regional, como Tabaré Vázquez y
Michelle Bachelet.

Maduro, candidato elegido por Chávez y presentado por el Partido
Socialista Unido de Venezuela (PSUV), se enfrenta a Henrique Capriles,
postulante por segunda vez en seis meses a la presidencia (perdió ante
Chávez en octubre) de la variopinta coalición opositora Mesa de Unidad
Democrática. Se miden en una campaña electoral que se libra con pocas
propuestas y una proliferación de golpes bajos.

Abril es un mes de recuerdos para los venezolanos: el lacerante del 11
de abril de 2002, cuando se produjo el golpe de Estado contra Chávez, y
glorioso, tres días después, cuando el pueblo repuso a su Presidente. Lo
cierto es que quienes participaron en la aventura golpista de hace 11
años se empeñan en reivindicarla.

No será fácil para Capriles, quien deberá enfrentar la llave
Maduro-Chávez, vínculo definido por la intimidad, la pasión y el
compromiso: "No es Chávez, tú eres el problema, Nicolás", señala en sus
discursos.

"Yo lo considero mi maestro padre, guía, mi protector. No es que yo lo
quiera imitar, es que yo lo admiro", ripostó Maduro, quien se
comprometió en llevar adelante el Plan de la Patria (2013-2019) que
entregó Chávez.

Las denuncias de incitación a la desestabilización son permanentes: "Los
estadounidenses Roger Noriega y Otto Reich, detrás del plan. Su
intención es desestabilizar Venezuela en vísperas de las elecciones".

"La derecha se retirará de las elecciones o cantará fraude. Alertas",
indicó Maduro. En respuesta a las declaraciones injerencistas de la
funcionaria estadounidense Roberta Jacobson, quedó formalmente diferido
el canal de comunicación establecido entre Venezuela y el gobierno de
Estados Unidos (para normalizar las relaciones), confirmó el canciller
Elías Jaua.

Diversos analistas señalan que si la derecha perdiese las elecciones de
abril no tendrá otra opción activa y practicable en lo inmediato que la
conspiración golpista con ayuda extranjera. Por ello no extraña que las
Fuerzas Armadas Bolivarianas sean descalificadas nacional e
internacionalmente por una ofensiva mediática de la derecha. Buscan
deslegitimar su accionar previo a las protestas y sabotajes que el
oposicionismo activaría en las principales ciudades venezolanas, señalan
voceros chavistas.

La derecha –y Estados Unidos y algunos países europeos detrás de ella–
se ha lanzado a una campaña electoral que quiere hacer saltar por el
aire, retirando lo antes posible y con escándalo la candidatura de
Capriles para preparar un golpe y una eventual intervención extranjera
(o el apoyo del Pentágono a los insurrectos), señalan.

Sin embargo, el general John Kelly, jefe del Comando Sur de los Estados
Unidos afirmó que "la expectativa es que gane Nicolás Maduro", el 14 de
abril, al responder a la pregunta del comité de las Fuerzas Armadas del
Congreso. Sin embargo, añadió que Maduro no tiene el "carisma" que tenía
Hugo Chávez, pero que "las cosas continuarán como están en Venezuela" en
los próximos tiempos.

Kelly agregó que en Venezuela existe un problema, y es su economía, un
mensaje similar al que busca difundir la derecha venezolana. Calificó de
"tambaleante" la situación económica, en particular la de la industria
petroquímica que describió como "vieja, y que necesita mucho dinero para
renovarse".

Al referirse a la solidaridad de Venezuela para que sus vecinos
latinoamericanos y caribeños, dijo que "cualquiera que sea elegido tiene
que repensar la cantidad de dinero que está saliendo, especialmente para
comprar amigos".

Pese a eso, dice Guillermo Almeyra, sectores conservadores y timoratos
del chavismo buscan conciliar con ellos o incluso se hacen sus cómplices
pasivos. Pero ahí están frente a ellos los gérmenes de poder popular y
los militares y civiles chavistas jacobinos, en una alianza de facto.
Por eso, aunque el terreno de lucha por ahora es el electoral, hay que
prepararse para otros escenarios, añade.

Maduro, con una ventaja de entre 15 y 20 puntos en las encuestas de
opinión, tiene de su lado la poderosa imagen de un Chávez en la cúspide
del fervor popular, y suma los recientes triunfos electorales del Psuv
en las presidenciales y en las gobernaciones (20 de 23). Le falta que su
propia figura pase el escrutinio de los electores.

El debate existe en filas chavistas, al menos mediáticamente. El
politólogo Nicmer Evans advirtió a Maduro que "tú eres el conductor de
un proceso donde no eres el líder, líder sólo fue Chávez, ahora tú eres
un medio para alcanzar un fin, el fin de que sea el pueblo su propio
líder". El sociólogo Javier Biardeau le respondió que en las actuales
circunstancias de la revolución bolivariana, sería un desastroso error y
extravío expresar o insinuar que Maduro no encarna cualidad alguna para
ser el líder del proceso.

Maduro debe colocarle un cerrojo a la posibilidad de la restauración, o
evitar meter el término socialista en el cajón de los anatemas,
cuidándose además de abrirle las compuertas a una opción
reformista-desarrollista en el seno de las fuerzas bolivarianas,
inclinadas ya sea a una defensa subrepticia del neoliberalismo, del
capitalismo (en cualquiera de sus variantes) o de la democracia
representativa, incluso presionado no sólo por Washington sino por una
derecha más inteligente que se mueve en el eje de UNASUR, ya sea o no
tutelada por Washington o restringida en sus planteamientos de reformas
profundas y radicales, como las fuerzas identificadas por Mariátegui
como reformistas mediocres, socialistas domesticados o demócratas
fariseos, añade Biardeau.

Capriles Radonski, por su parte, quien ha retomado un discurso sumamente
agresivo y descalificador dirigido esencialmente a los sectores
antichavistas duros, tiene el desafío de preservar, al menos, la
votación obtenida en octubre y resistir la formidable onda expansiva
generada por la muerte de Chávez, que ha sensibilizado a las franjas
moderadas de la oposición.

Sacrificó en su discurso los elementos de su campaña de 2012: los guiños
al pueblo chavista, su aceptación de las misiones, el matiz amable. Tal
vez lo que buscaba era polarizar con Maduro y sacar de la campaña el
simbolismo de la figura de Chávez, pero terminó polarizando con la
imagen del fallecido presidente.

Si el Capriles radical que estamos viendo es real o solo una estrategia
de protección contra los adversarios mientras se consolida la
transición, se verá más adelante.

- Aram Aharonian es periodista y docente uruguayo-venezolano, director
de la revista Question, fundador de Telesur, director del Observatorio
Latinoamericano en Comunicación y Democracia (ULAC).


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