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Brasil: Monsanto en problemas
Carmelo Ruiz Marrero
ALAI AMLATINA, 26/07/2012.- La compañía de biotecnología estadounidense
Monsanto, la mayor empresa semillera del mundo, podría acabar teniendo
que pagar $7.500 millones a cinco millones de sembradores de soya
brasileños que están demandando la compañía por regalías.
Monsanto, una de las corporaciones más detestadas del mundo, se ha
convertido en los ojos de muchos en el más fácilmente reconocible
símbolo del control corporativo sobre los alimentos y la agricultura.
Sus tácticas de mano dura para cobrarle regalías a agricultores por sus
semillas patentadas han sido documentadas en las películas Food Inc, y
El Mundo Según Monsanto.
A esta corporación, tan acostumbrada a demandar y amedrentar a
agricultores, se le ha virado la tortilla en Brasil, donde ahora es
demandada por agricultores.
Brasil es el segundo productor a nivel mundial de cultivos transgénicos
o genéticamente modificados (GM), superado solamente por Estados Unidos.
La vasta mayoría de esta área cultivada consiste de soya que ha sido
alterada genéticamente por Monsanto para resistir al herbicida Roundup,
producto de la misma compañía.
Brasil exporta la mayor parte de su cosecha de soya a Europa y China
para uso como biodiesel o como alimento para ganado. Se estima que el
85% de la soya brasileña es GM. No se sabe la proporción exacta porque
la soya de Monsanto fue contrabandeada desde Argentina comenzando en
1998. En 2005 el presidente brasileño Lula, al verse frente a una
situación de hechos consumados, legalizó la siembra de soya GM en el país.
Una vez legalizada su soya, Monsanto comenzó a cobrar a los cultivadores
brasileños un impuesto de 2% por su producción de soya GM. La compañía
también mercadea soya no GM y les requiere a los agricultores mantener
ambas variedades estrictamente separadas. Si se encuentra soya
transgénica en un cargamento de soya que se supone que no sea GM, se le
penaliza al agricultor con un cobro de 3%.
En 2009 un grupo de sindicatos rurales del estado brasileño de Rio
Grande do Sul demandaron a Monsanto, acusando que la soya GM y no GM son
prácticamente imposibles de separar y que por lo tanto el "impuesto
Monsanto" es injusto.
Esta alegación contradice directamente uno de los principales puntos de
propaganda de la industria de la biotecnología: que las semillas y
plantas transgénicas nunca aparecerán donde no se supone que estén. Esta
ocurrencia, conocida como contaminación genética, es negada rotundamente
por las compañías. Cuando esto ocurre, lo niegan, pero cuando la
evidencia es demasiado contundente como para negarla, le restan
importancia o le echan la culpa al agricultor.
"El problema es que segregar la soya GM y convencional es difícil, dado
que la soya GM es altamente contaminante", declaró João Batista da
Silveira, presidente del Sindicato Rural de Passo Fundo, uno de los
principales demandantes en el caso.
El pasado mes de abril un juez de Rio Grande Do Sul determinó que los
cobros de Monsanto son ilegales y notó que la patente de la semilla de
soya GM de la compañía estaba expirada en el país. Le ordenó a la
empresa a dejar de cobrar regalías y también a devolver todas las
regalías cobradas desde 2004- estamos hablando de $2 mil millones.
Monsanto está apelando, pero recibió otro golpe el 12 de junio cuando el
Tribunal Supremo de Brasil decidió unánimemente que lo que decida la
judicatura de Rio Grande do Sul deberá aplicarse al país entero. Esto
sube la suma en cuestión a $7.500 millones. Ahora los agricultores
demandantes son cinco millones.
En un terso comunicado, Monsanto declaró que seguirá cobrándole regalías
a los sembradores brasileños hasta que termine de resolverse el caso.
En 2008 la revista científica Chemical Research in Toxicology publicó un
estudio por el científico francés Gilles-Eric Seralini, especialista en
biología molecular y profesor de la Universidad de Caen, que indica que
el Roundup es letal para células humanas. Según su investigación, dosis
mucho menores que las utilizadas en cultivos de soya provocan muerte
celular en solo unas horas.
En 2010 la misma revista publicó un estudio revisado por los pares de la
autoría del embriólogo argentino Andrés Carrasco, investigador principal
del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet)
y director del Laboratorio de Embriología Molecular de la Universidad de
Buenos Aires, que determina que el glifosato, ingrediente activo del
Roundup, es extremadamente tóxico a embriones de anfibios aún en dosis
hasta 1.540 veces menores que las utilizadas en las fumigaciones agrícolas.
- Carmelo Ruiz Marrero es autor, periodista y educador ambiental. Dirige
el Proyecto de Bioseguridad de Puerto Rico
(http://bioseguridad.blogspot.com/search/label/es). Su cuenta Twitter es
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