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Disputas comunicacionales en Nuestra América
Julián Lautaro
ALAI AMLATINA, 21/08/2013.- El objetivo de esta
serie de artículos que hoy iniciamos es analizar
las modificaciones que han surgido en las reglas
de juego mediáticas y comunicacionales en los
últimos años en Nuestra América.
Sin menospreciar el enorme impacto de las nuevas
tecnologías, la irrupción de la disputa por los
espacios y los contenidos no se entendería sin las
luchas sociales, políticas y económicas que
atravesaron nuestro continente en la historia
reciente, marcando rupturas o hasta francos
antagonismos respecto al hegemónico capitalismo
neoliberal.
Después de la implosión pacífica de la URSS, el
neoliberalismo globalizó el planeta organizando el
"nuevo orden mundial" desde una unipolaridad
indiscutida, la de EE.UU. Pero el intento de
relanzar al capitalismo como supuesto "fin de la
historia" ha comenzado a sufrir diversas crisis.
Incluso, hace unos años ya que la única
superpotencia viene mostrando signos de un
paulatino declive, los que sumados a otros
factores de peso han abonado tendencias hacia una
incipiente multipolaridad. Sobre este nuevo
reordenamiento internacional que se está
esbozando, encontramos algunos de sus indicadores
en el cambio de la política exterior
norteamericana en distintos frentes, el creciente
peso del BRICS, que la principal ruta comercial
mundial se trasladó del Atlántico norte al
Pacífico, el freno de China y Rusia a una nueva
ofensiva de la OTAN (contra Siria), entre otros.
En referencia a nuestro continente, por un lado,
este lento reordenamiento "multipolar" es apoyado
como estrategia política por varios gobiernos.
Asimismo, la creciente China ha desembarcado con
fuertes inversiones económicas mientras que EE.UU.
ha cambiado su posicionamiento regional. En estos
últimos años aumentó significativamente sus
capacidades de "disuasión" militar, esto incluye
la reactivación en 2008 de la 4ª Flota disuelta en
1950 y el afianzamiento de un sistema de bases
militares con fuerte pivote en Colombia. ¿Por qué
esto? La superpotencia militar ha perdido peso y
terreno en lo económico y político. Entre otras
cosas, el noventista Consenso de Washington fue
abandonado por gran parte de nuestra región y el
ALCA nunca nació. También ha crecido el descrédito
de la OEA, y se organizaron nuevas instancias
supranacionales como Unasur y la Celac, que
incluye a Cuba y deja afuera a EE.UU. y Canadá.
Lo más significativo es que desde nuestros pueblos
hubo distintas resistencias al "neoliberalismo", y
en varios países han irrumpido fuerzas políticas
que fueron desandando los caminos impuestos por el
orden hegemónico mundial, generando una nueva
dinámica regional que no se da en ninguna otra
parte del mundo. Ésta se desplegó con mayores
rupturas o continuidades respecto al Consenso de
Washington, de acuerdo a las correlaciones de
fuerzas al interior de cada país. Asimismo,
debemos tener en cuenta que, en el marco de las
distintas reestructuraciones de los estados
nacionales y el creciente peso de lo regional, en
Nuestra América se han ido consolidando tres
esquemas de integración con diferentes miradas y
proyectos. Dos plantean diferencias de modelo sin
discutir la hegemonía capitalista, el tercero
incuba una potencialidad contrahegemónica.
Por un lado encontramos al Mercosur. Este bloque
económico, neoliberal en sus inicios noventistas y
marcado por el enorme peso de Brasil, y su
relación con Argentina, tiene como intención
desarrollar un mercado común con cierta autonomía
regional en un mundo que tiende a la
multipolaridad. También son miembros plenos
Uruguay, Paraguay (suspendido tras el golpe a
Lugo, y marcando diferencias desde su nuevo
gobierno) y Venezuela; Bolivia espera ingresar
próximamente. Desde la nación caribeña se ha
planteado la necesidad de superar el perfil
comercial del bloque, centrado en grupos
empresarios locales. Si bien no se abandonan los
perfiles exportadores primarios, sus gobiernos se
abocaron a reactivar el mercado interno como forma
de apaciguar el profundo conflicto social
precedente, producido por la aplicación de las
"recetas neoliberales" del establishment
financiero mundial (FMI y BM). Sobre la disputa
comunicacional en los países del Mercosur, en
Argentina la ley de medios sancionada en 2009 está
judicializada y sin aplicación plena desde
entonces, y en Uruguay en 2013 fue presentado un
proyecto que se discute en el Congreso.
El bloque económico "neoliberal" del Eje del
Pacífico, es el esquema de integración más afín a
los intereses norteamericanos. Tras el entierro
del ALCA en 2005 y el establecimiento de los TLC,
esta nueva ofensiva sub-continental para el "patio
trasero" fue lanzada en 2011. Agrupa a Colombia,
México, Chile y Perú. Centrada en la exportación
de materias primas (megaminería y agronegocios),
esta alianza es la referencia de los grandes
grupos económicos que conciben al "libre mercado"
como el ordenador de una sociedad de ciudadanos
consumidores, en donde los flujos de capitales,
mercancías y personas circulan sin restricciones
estatales. Estas economías exportadoras
subordinadas a la lógica financiera del
capitalismo del siglo XXI, funcionan
macroeconómicamente con mayores niveles de
desempleo, y necesitan un alto
disciplinamiento/desestructuración de las clases
subalternas. En 2013 y con la reforma a la Ley de
Telecomunicaciones, México ha sido el único país
del bloque en modificar ese marco legal.
El otro esquema trasciende lo meramente comercial,
brega por la unidad continental basada en
principios solidarios enraizados en los legados
emancipatorios de Bolívar y Martí. Se trata de la
Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra
América, que también asume tendencias hacia la
multipolaridad. Iniciada en 2004 por Cuba y
Venezuela, ha incorporado a Bolivia, Ecuador,
Nicaragua, Honduras (hasta el golpe de estado de
2009) y tres países caribeños. Si bien es el
bloque de menor peso económico, es muy activo
políticamente y es el más atacado desde la
superpotencia militar y a la vez muy endeudada
primera economía mundial. Cuatro de sus países
miembro sufrieron intentonas golpistas: Venezuela,
2002; Bolivia, 2007; Honduras, 2009 y Ecuador,
2010. Cabe mencionar que los países del ALBA han
mostrado interés en la economía social, buscando
desarrollar un nuevo modelo productivo. Respecto a
la disputa comunicacional, los tres estados
sudamericanos de este bloque han modificado las
reglas de juego: la Venezuela bolivariana en 2004,
la Bolivia plurinacional en 2011 y Ecuador en
2013. Otro avance inédito y muy significativo,
impulsado por éstos países principalmente, fue
TeleSUR. Desde 2005, el canal multiestatal viene
rompiendo fuertes cercos mediáticos y confrontando
batallas de ideas con los medios audiovisuales
hegemónicos de los países centrales (CNN, BBC,
TVE, etc.). Su señal abierta satelital está
disponible en América, Europa y norte de África,
transmitiéndose por canal de aire en Venezuela,
Ecuador y Cuba. Asimismo, en 2013 Bolivia y
Venezuela firmaron un acuerdo para crear una red
regional de radios.
La disputa comunicacional se extiende por nuestra
América. También en Honduras se encuentra en
estado legislativo un proyecto de reforma de la
ley de telecomunicaciones. Y en varios países como
Brasil, Nicaragua, Colombia, Paraguay, Guatemala,
distintas organizaciones de las clases subalternas
vienen planteando la necesidad de modificar las
reglas de juego.
Para terminar de exponer este esquema
introductorio, es fundamental señalar la fuerte
concentración comunicacional impuesta en nuestro
continente. En esto influyó mucho que los medios
audiovisuales de la región fueron organizados
sobre una combinación entre el modelo europeo y el
norteamericano, con una mayor influencia de este
último a partir de los años ´70. Bajo la creciente
concentración económica y mediática, el espacio
audiovisual quedó en manos de pocas corporaciones,
los contenidos fueron reducidos a mercancías para
el entretenimiento masivo, y estos grandes grupos
emplearon a sus medios como plataformas con gran
capacidad de incidencia política. En sus
pantallas, "informan" con campañas de miedo, de
criminalización de sectores subalternos, agendas
desestabilizadoras contra gobiernos no afines, y
hasta legitimaciones de golpes de estado y
sanguinarias dictaduras. Los marcos legales
favorables a estos procesos de concentración
mediática acompañaron los esquemas económicos y
políticos implementados en nuestros países,
siempre subordinados al orden hegemónico vigente y
sus formas, como la Alianza para el Progreso, la
Doctrina de Seguridad Nacional o el Consenso de
Washington.
Pero a inicios del Siglo XXI, tras las crisis de
aquellos esquemas en nuestro continente, también
comenzaron a ser discutidos los marcos
regulatorios -y confiscatorios- de la
comunicación. Y no sólo debido al desarrollo
tecnológico, que ha mejorado las posibilidades de
disputar el espacio mediático. Sino y
fundamentalmente por la activa voluntad política
de gobiernos y amplios sectores tan diversos como
los partidos políticos, movimientos sociales,
pueblos originarios, organizaciones culturales,
universidades, sindicatos, medios comunitarios,
cooperativos, mutuales y pymes. Las coincidencias
fundamentales apuntan a democratizar la
comunicación, promover la generación soberana de
contenidos y la distribución equitativa de bienes
culturales. Buscando sistematizar estos procesos,
nos enfocaremos en las dinámicas sociopolíticas
que generaron el cuestionamiento del "statu quo"
comunicacional en cada país, las principales
características de estas disputas por lo
mediático, las particularidades de cada nueva ley,
a que sectores beneficia y perjudica, y que
impacto tienen. Ante esta realidad abierta en
nuestra América, para la economía solidaria se
trata de sumar fuerzas y ganar mayores posiciones
en el mercado como también de discutir
críticamente los contenidos y sentidos que impone
el orden hegemónico a escala global. Evitar la
batalla de ideas contra ese orden y renunciar a
los esfuerzos integradores y solidarios es
condenarse a perder.
- Julián Lautaro, Usina de Medios Argentina.
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