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Nuevas realidades juveniles en América Latina
Alberto Croce
ALAI AMLATINA, 18/07/2012.- Quisiéramos, en este artículo, dar cuenta de
las nuevas realidades juveniles en América Latina, en referencia con su
participación política y social. Lo hacemos, particularmente, desde
nuestra experiencia y contacto con numerosas manifestaciones juveniles
en los diferentes países de la región.
Sabemos que el tema puede abordarse desde distintas miradas y
perspectivas. De hecho, numerosos estudiosos de los temas juveniles en
América Latina lo vienen haciendo. Quizás, la nuestra puede tener la
particularidad de la cercanía con varias de estas multiplicidades.
Es importante advertir que una mirada sobre los jóvenes podría hacerla
también un joven. No es nuestro caso y trataremos de disimular un poco
este límite aportándole a nuestro artículo elementos que nos da cierto
recorrido en temas de juventud en los últimos cuarenta años.
Dichos estos primeros referenciales, animémonos a realizar este pequeño
"viaje" por las juventudes de América Latina y sus nuevos compromisos
transformadores.
Jóvenes movilizados en América Latina
La región está viviendo, desde hace unos años, cambios realmente
significativos. Quizás, lo más notable, sea esta percepción que tenemos
acerca de que dichos cambios están produciéndose de manera regional y,
de alguna manera, acompañándose sinérgicamente. Sólo parar poder
analizar el fenómeno, fijaremos una fecha del todo antojadiza: la
realización del primer Foro Social Mundial, en Porto Alegre, Brasil, en
enero del 2001. Esta fecha marca el comienzo del nuevo siglo pero, para
nosotros, también implica un nuevo "kairós" regional: un momento en que
las múltiples agendas y causas de los movimientos sociales de la región
comienzan a confluir, entremezclarse, potenciarse mutuamente,
retroalimentarse...
Alrededor de ese momento varios países comienzan a poder establecer
gobiernos de cierto carácter popular: 1999 en Venezuela con Chávez, 2002
en Brasil con Lula, 2003 en Argentina con Kirchner, 2005 en Uruguay con
Tabaré Vázquez, 2005, en Bolivia con Evo Morales, 2006 en Ecuador con
Rafael Correa... entre otros.
En este contexto de cambios sociales, los movimientos y organizaciones
sociales y políticas juegan un rol importante y, muchas veces,
determinante. Dentro de estos, las "juventudes" actúan, se mueven,
participan. A veces promoviendo las grandes causas nacionales, otras
veces alrededor de causas más puntuales pero no menos relevantes para la
vida de los mismos jóvenes o de las sociedades de las que forman parte.
En nuestro caminar por América Latina podemos constatar que se trata de
un fenómeno alentador, aunque muchas veces invisibilizado en lo
cotidiano por los grandes medios de comunicación que, una y otra vez,
por aquí y por allá, se empeñan en mostrar a los jóvenes como
peligrosos, delincuentes, vagos y no comprometidos. Por supuesto que
existe esta categoría de jóvenes, pero es totalmente injusto y
mentiroso, pretender que la "juventud" o las "juventudes" respondan a
estos preconceptos.
Decir que encontramos jóvenes movilizados no quiere decir que siempre se
comprenda adecuadamente este tipo de movilización o se la comparta. Algo
que suele poner bastante nerviosos o incómodos a quienes observan a los
jóvenes "comprometidos" de estos tiempos es el tipo de compromiso que
asumen. Se trata de un problema de formas que no es menor. Muchas de
estas "movidas" juveniles son sumamente puntuales y pueden llevarlos
hasta arriesgar sus propias vidas en un momento y a dejar de lado la
cuestión a las pocas horas. O a situaciones que son, para ciertas
miradas, muy contradictorias. Jóvenes que hoy están en una toma de una
universidad resistiendo a grandes presiones, y, sin embargo, en otros
ámbitos de sus vidas, parecen entregados a consumos o a comodidades que
se pensarían extrañas en aquellos sujetos.
La participación política de los y las jóvenes ha tenido cambios
profundos en la última década, acompañando los cambios de los que
intentamos dar cuenta. Cuando empezaba nuestro siglo XXI, existía una
gran desilusión acerca de la participación partidaria o sindical. Entre
la desconfianza y el desencanto, miles de jóvenes elegían otras formas
de participación, más puntual, específica y local. En aquellos últimos
años de la "década del 90" y los primeros de los 2000, cuando todavía se
sentía con todo su rigor el pensamiento neoliberal, muchos jóvenes
resistían desde espacios muy específicos y localizados. Participando
sobre todo de movimientos sociales, más grandes o más pequeños,
expresaban sus deseos de cambio en espacios de reivindicación de las
tierras, la cuestión de género, la creación cultural, la protección del
ambiente. Con una perspectiva más política, el rechazo al ALCA concitó
también una gran articulación de luchas en todo el continente y desde
distintos sectores juveniles.
A medida que los procesos de cambios políticos se fueron produciendo en
la región, surgió una mayor confianza en lo partidario para producir
cambios sociales, legales, económicos. Prácticamente, en todos los casos
nacionales de los que hicimos mención más arriba, miles de jóvenes
salieron a las calles a respaldar a dichos procesos y a sus nuevos
líderes. En algunos casos, como fue el caso de Bolivia, desde los
movimientos sociales que llevaban a Evo Morales a la presidencia de la
República y, en otros, como es el caso de Argentina, a partir de nuevos
espacios partidarios, dentro de los partidos tradicionales, que
sostenían primero a Néstor Kirchner y ahora a Cristina Fernández, en su
ejercicio del poder institucional y del liderazgo social.
Quizás, esta nueva participación juvenil en los movimientos políticos
sea una de las principales "novedades" en la región. Sin embargo, no
podemos obviar una tensión importante entre lo que esta participación
representa y ciertos estereotipos que se tienen sobre ella. No se trata
de repetir el mismo tipo de participación que hubo en otros momentos de
la historia.
Desde aquellos y aquellas jóvenes que a finales de los 90 buscaban
salvaguardar espacios de resistencia y buscaban generar espacios en lo
micro donde se vivieran valores alternativos al sistema, a estos y estas
jóvenes que buscan construir poder, ocupar espacios y transformar la
realidad a partir de políticas públicas universales... hay un camino
largo transitado y diferencias importantes. Aquellas resistencias tenían
mucho de idealismos utópicos y cierta estética de la austeridad. Estas
experiencias actuales tienen mucho más de realismo político, lucha por
el poder real y manejo de recursos importantes, con todos los riesgos y
potencialidades que esto implica.
No es que hoy hayan desaparecido las organizaciones juveniles que
promueven experiencias en lo micro. Lo que sucede es que, en su gran
mayoría, estas organizaciones se proponen articularse y participar en
procesos más amplios, buscando impactar en realidades más generales.
Otra cuestión que se hace indispensable abordar es la incorporación de
las nuevas tecnologías a estos mecanismos de participación. Si bien es
cierto que, comparativamente con los países del Norte, el acceso a las
mismas es más reducido en nuestra región, es igualmente cierto que día a
día se incorporan más y más áreas a la conectividad global y miles de
jóvenes se van sumando a una participación más activa en la red. El uso
de teléfonos celulares es prácticamente universal entre los jóvenes
urbanos y muy extendido entre los jóvenes rurales.
Entre las y los jóvenes organizados, la utilización de estas
herramientas es muy importante. Hace un tiempo no muy lejano, los
espacios para compartir miradas políticas, opiniones, sentimientos...
eran los espacios de reunión. Cuando era posible, alguna que otra
revista comunitaria o barrial. O un afiche puesto en la puerta del
centro comunitario, junta vecinal o cooperativa. Hoy, el Facebook, el
Twitter, los correos electrónicos... son espacios cotidianos e
inmediatos donde comparten lo que piensan, donde se convoca a una
reunión o manifestación, donde se expresa la aprobación o el repudio.
Este mecanismo tan cercano e incontrolable ha potenciado a los
movimientos juveniles de manera inimaginable años atrás.
Uno de los aspectos que particularmente nos parecen más interesantes es
la posibilidad que tienen estos recursos de atravesar las fronteras que
en otras épocas producían los "guetos". En general, si bien son posibles
y existen los grupos más "cerrados" en la red, en muchos casos,
atravesados por las lógicas de las redes sociales, otros temas y
sensibilidades ajenas a las de dichos grupos pueden encontrarse al
interior de los mismos, abriendo la agenda de temas y produciendo una
mayor articulación.
A veces los adultos ven con desproporcionada valoración esta utilización
de las tecnologías de la información y comunicación por parte de las y
los jóvenes, depositando en ellas ciertas expectativas que parecen algo
mágicas. La tensión entre la virtualidad y la realidad material está sin
duda presente y no desaparece. Sin embargo, cada vez más, sus límites se
confunden y se impactan mutuamente. Y sólo estamos en el comienzo de
esta etapa de nuestra historia.
Las y los jóvenes viven híper-estimulados por imágenes, sonidos,
movimientos, luces, vibraciones... muy intensas, fugaces, impactantes.
En este contexto se les hace difícil mantener mucho tiempo la atención,
sobre todo cuando se trata de situaciones en las que se combinan
esfuerzo con constancia. La educación formal es uno de los espacios que
más está sufriendo el impacto de estos cambios culturales profundos. Las
"reuniones", situación privilegiada para cualquier organización de los
80, aparecen hoy bastante devaluadas entre los movimientos juveniles de
distinto tipo. Hoy se hacen por Facebook o por chat. Se siguen haciendo
las reuniones formales, pero no tienen ni el peso ni el valor ni el
lugar que tuvieron en otro tiempo. Hay "otras" formas complementarias o
maneras de hacer que van reemplazando el espacio privilegiado que
ocupaban. El "activismo social", la "actoría social", son modalidades
nuevas que los jóvenes van desarrollando y que tienen otras expresiones
formativas y organizativas.
Nuevas formas, nuevos movimientos, nuevas luchas
¿Dónde están estos jóvenes hoy en América Latina? ¿Qué movimientos hoy
están expresando o conteniendo a estas juventudes? En primer lugar,
tenemos que reconocer que, por ser la juventud una etapa tan específica
de la vida, los movimientos juveniles no tienen gran permanencia en el
tiempo. Cuando un grupo de jóvenes crea un movimiento juvenil, es
posible que haya una nueva camada que lo continúe... pero muy
posiblemente la tercera en línea ya cree otra iniciativa propia.
Posiblemente derivado de los cambios que, en tres camadas de jóvenes, se
produce en la realidad que dio origen a la primera iniciativa pero
también en la necesidad del protagonismo e identidades que requieren
estas luchas juveniles.
Para abordar estas preguntas deberíamos hacer un recorrido geográfico o
un recorrido temático. Los dos son necesarios y valiosos.
Si comenzamos por el primero, encontramos importantes movimientos
juveniles entre estudiantes de Centro América que reclaman por el
derecho a la educación universitaria. En Guatemala y Nicaragua,
importantes movimientos juveniles reivindican las causas de los pueblos
originarios. En Honduras se nuclean en la resistencia al golpe
institucional que allí se produjo. En México, el nuevo movimiento
juvenil/estudiantil •#Yosoy132 es una expresión muy clara de mucho de lo
que hemos dicho en este informe.
En Venezuela, miles de jóvenes participan de las brigadas juveniles y de
las distintas misiones que se proponen desde el gobierno de la
revolución bolivariana. Y también hay movimientos, sobre todo de
estudiantes, que se movilizan como oposición a este proyecto. En
Colombia también ha sido fuerte el movimiento estudiantil, movimientos
campesinos y los movimientos alrededor de las temáticas de género. En
Bolivia hay varias expresiones de movimientos y organizaciones de
jóvenes. Muy particularmente todos los que participan de las corrientes
descolonizadoras y de emancipación cultural.
En Chile, los "Pingüinos" -jóvenes secundarios y universitarios"- se han
transformado en un actor insoslayable de la realidad chilena. En Brasil,
con una gran experiencia en organización juvenil, la participación
política y social está claramente nutrida por millones de jóvenes. En
Argentina, hay que destacar el "aluvión juvenil en la política"
producido por una nueva mística que se produjo, sobre todo a partir del
fallecimiento del ex-presidente Néstor Kirchner y que tiene expresiones
notables, en la agrupación "La Cámpora" y el "Movimiento Evita", entre
otros.
En Uruguay, en la lucha estudiantil por mejoras en las condiciones del
sistema educativo, o contra los megaoperativos de saturación de la
policía en barrios estigmatizados y, en estos últimos tiempos, por la
legalización del consumo de la marihuana, y en Paraguay, en la nueva
resistencia que está organizándose luego del golpe de Estado al
presidente Fernando Lugo... encontramos hoy a muchos y muchas jóvenes
participando y actuando.
El recorrido geográfico, nos hizo incursionar en las cuestiones
temáticas, inevitablemente. Pero hay más por decir en este sentido. A
las cuestiones ya señaladas (pueblos originarios, campesinos,
estudiantes, género, política partidaria...) tenemos que agregar otras.
Muchos jóvenes participan de los movimientos de reivindicación de los
pueblos afro descendientes en el continente. También de expresiones más
tradicionales o más nuevas respecto de sensibilidades religiosas, en
tradiciones más antiguas (católicas o protestantes) o movimientos
religiosos o espirituales más nuevos. Muchos participan en temáticas
relacionadas con el derecho a la comunicación popular o las expresiones
culturales de distinto tipo. La cuestión ambiental, que no siempre tuvo
su correlato político muy claro, hoy aparece como centro de muchas
reivindicaciones llevadas adelante por grupos mayoritariamente
juveniles. La lucha abierta contra la Megaminería ha reemplazado hoy el
lugar que en otro momento tuvo la "lucha contra el ALCA" y el territorio
de toda la Patria Grande está sembrado de conflictos socioambientales en
los que los jóvenes ocupan lugares claves en las luchas y son los nuevos
mártires latinoamericanos. La defensa y cuidado de la "Pachamama", la
"Madre Tierra", se ha convertido en una cuestión articuladora de los
distintos movimientos sociales y populares y, por tanto, de la
participación y movilización de los jóvenes. Así como ayer se luchaba
contra el neoliberalismo en su proyecto que pretendía ser hegemónico en
el continente, hoy se lucha contra las empresas que, a través del
extractivismo furioso, destruyen el medio ambiente y arrasan y
comprometen la vida de muchas comunidades. (1)
También es destacable de manera creciente la participación juvenil en
los movimientos de reivindicación de las distintas diversidades, entre
las que sobresalen las luchas llevadas adelante por la comunidad LGTB.
Otro espacio, quizás menos visible en las calles, pero no menos activo,
es el del cyberactivismo. Si bien, acompaña distintas luchas, también
debe señalarse la que realizan en favor del software libre, en contra
del control de Internet y de la democratización de la información y la
comunicación.
Quisiéramos terminar este recorrido extremadamente rápido pero en el que
hemos intentado dar una mirada lo más amplia posible al fenómeno de la
participación juvenil de estos tiempos, destacando otros dos elementos
que consideramos transversales a lo que venimos diciendo.
A diferencia de lo que en otras épocas observábamos, los jóvenes
militantes de las primeras décadas del Siglo XXI no se plantean
construir "movimientos juveniles" u "organizaciones juveniles". Su
perspectiva es intergeneracional. Salvo situaciones muy particulares,
como lo es el caso de los movimientos estudiantiles, en general, más
reclaman la presencia de adultos en las organizaciones que la rechazan.
Si tienen que elegir, prefieren insertarse en buenas organización en
donde hay adultos que generar espacios "de jóvenes". Esto lo hemos
comprobado en una multiplicidad de situaciones y nos parece importante
de subrayar, de alguna manera, como una novedad a la que prestar la
debida atención.
La última cuestión que quisiéramos señalar es que, ayudados por las
innovaciones tecnológicas, la participación juvenil actual está teniendo
fuerte capacidad articuladora a niveles nacionales, regionales y
globales. En esto se ha producido un salto inmenso. Las y los jóvenes
que están comprometidos con una causa local, conocen bastante de cerca
lo que sucede en otros lugares y no pocas veces tienen relaciones
directas con otros jóvenes que luchan por causas similares en otros
puntos de América Latina y del planeta. Cuando uno visita los perfiles
de Facebook de jóvenes que están participando social o políticamente, se
encuentra que hay contactos y amigos de varias partes del mundo con
quienes se comparten sueños y compromisos. Imaginamos que esta nueva
realidad comunicativa tiene una potencialidad inmensa que traerá
impactos que nos sorprenderán en poco tiempo.
La participación juvenil tiene hoy esta perspectiva crecientemente
integradora y articuladora. En muchísimas experiencias se apoya, además,
en la realización de encuentros internacionales, intercambios personales
por viajes y visitas, publicaciones compartidas. Esta dimensión le
agrega elementos importantes a las causas que se abrazan y por las
cuales se lucha.
La juventud de América Latina, la que participa, se moviliza, se
compromete, está muy viva. Y, allá donde es posible su expansión y su
manifestación, se hace presente de una manera contundente y
transformadora. El futuro está abierto. El presente nos regala muchas
señales interesantes y esperanzadoras.
--------------
(1) N.d.A Mientras escribo este artículo, en Cajamarca, Perú, se
confirma la muerte de un joven de 28 años y un adolescente de 17 en la
resistencia al proyecto de la mina CONGA.
Alberto Croce es director de la Fundación SES de Argentina. Este
artículo se elaboró con la colaboración de numerosas y numerosos jóvenes
de la región.
Artículo publicado en la revista América Latina en Movimiento Nº 477,
"Juventudes en escena", julio de 2012
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