Paisajes neocoloniales de la minería transnacional en NuestrAmérica
Horacio Machado Aráoz
ALAI AMLATINA, 13/02/2012.- Los primeros meses de 2012 se abrieron en el
Noroeste Argentino con la intensificación del crónico conflicto que
atraviesa a nuestras sociedades por la instalación de megaproyectos de
minería metalífera a gran escala. Los detonantes de este nuevo ciclo de
resistencias populares fueron, otra vez, las arremetidas del poder
gubernamental, que insisten en llevar adelante proyectos extractivos en
contra de la voluntad de sus poblaciones. Primero, el levantamiento del
Pueblo de Famatina, amenazada por un nuevo contrato de exploración entre
el gobierno de La Rioja con la canadiense Osisko Mining Co. Luego, los
bloqueos selectivos que en distintos puntos de la 'ruta minera'
cicatrizada en la provincia de Catamarca se levantaron con la intención
de impedir el suministro de los insumos tóxicos a Minera Alumbrera, una
empresa controlada por la gigante suiza Xstrata. Estos bloqueos fueron
la modalidad de protesta adoptada ante el inicio de las exploraciones de
Xstrata de un nuevo proyecto, Agua Rica, distante a 35 km de Alumbrera y
que cuenta con una histórica y mayoritaria resistencia del pueblo de
Andalgalá.
Tras más de veinte días de bloqueos, ante el escenario de paralización
de las actividades de la transnacional Xstrata, el poder represivo del
Estado no se hizo 'esperar': violento desajolo de los bloqueos en Santa
María, Aimacha del Valle, Belén; aplicación de la ley anti-terrorista
recientemente sancionada por el congreso de la Nación, bajo las
instrucciones de Washington; y violenta represión de fuerzas especiales
de la policía de Catamarca contra los pobladores de Tinogasta que
mantenían la medida de protesta en la Ruta Nacional N° 60. Varones,
mujeres, adultos, ancianos, niños, adolescentes, familias enteras,
alrededor de un millar, de una localidad de 10000 habitantes, fueron
indiscriminadamente blanco de balas de goma, gases lacrimógenos y
bastonazos por parte del Grupo 'Kuntur' y la guardia de Infantería de la
policía provincial… Acá en el Norte argentino, tiene lugar el desarrollo
de una escena que se replica trágica y monótonamente a lo largo de toda
región mineralógica de NuestrAmérica: la violencia represiva del Estado
usada en contra de sus propios 'ciudadana/os' para viabilizar el interés
depredador del capital transnacional… Triste paisaje del colonialismo de
nuestros días, donde la devastación ecológica se consuma con la
expropiación política y la represión.
En el breve lapso que se desarrollaron los bloqueos selectivos acá, en
Catamarca, el 'modelo minero' transnacional se 'cargó' tres (nuevos)
muertos en América Latina: Bernardo Méndez, en San José del Progreso
(Oaxaca, México), Jerónimo Rodríguez Tugri y Francisco Miranda, del
pueblo originario Ngöbé-Bugle (Panamá). En distintas circunstancias,
fueron víctimas de los mismos intereses y factores de poder: Bernardo,
asesinado por un grupo paramilitar comandado por el Presidente Municipal
por intentar impedir la concesión de agua a la minera canadiense Fortuna
Silver Mines Inc.; los hermanos del pueblo Ngöbe-Bugle, asesinados
durante una represión ordenada por el presidente Martinelli a un bloqueo
de la carretera Intercontinental en oposición a un proyecto minero en
territorio de sus comunidades. A ellos, hay que sumar un largo centenar
de heridos, y encima, judicializados. Si también tuviéramos en cuenta la
cantidad de personas que fueron reprimidas en Cajamarca (Perú) por
oposición al proyecto Conga (de la empresa Yanacocha, contralada por la
norteamericana Newmont), las víctimas se contarían por millares. Allí,
en el norte del Perú -como Beder en La Rioja- Ollanta Humala hizo
campaña diciendo proteger las cuatro lagunas altoandinas amenazadas por
el proyecto minero y prometiendo decretar su inviabilidad. Ahora, siendo
presidente, cambió su postura: "Conga se hace sí o sí", dijo, y lanzó
una fuerte escalada represiva que incluyó la militarización el dictado
del estado de y la excepción y la militarización de la región.
No sólo acá, en 'nuestro pueblito chico', sino a lo largo de toda
América Latina, la minería transnacional a gran escala genera
resistencias populares, por los devastadores 'impactos' de su voraz
metodología extractiva que implica la voladura de cerros enteros, la
destrucción de acuíferos y ecosistemas, y el consumo descomunal de agua
y energía. En toda América Latina, vemos también el mismo paisaje
político: gobiernos e instituciones estatales, funcionando como
'capataces' de las transnacionales, usando la fuerza pública para
reprimir las resistencias. Ganando elecciones con clientelismo o falsas
promesas; luego, más allá de toda ideología, gobernando para las
empresas. Lo hacen, dicen, para "combatir la pobreza"; para "fomentar el
progreso"… "Es que es la única vía que tenemos para desarrollarnos",
afirman…
Desde que fue 'descubierta', NuestrAmérica nació 'subdesarrollada'; se
nos conquistó para 'civilizarnos', pues éramos una tierra de 'bárbaros y
salvajes'; desde que nos 'independizamos', las clases dirigentes y
'patricias' han gobernado 'persiguiendo' el "desarrollo"; han construido
y destruido en nombre del desarrollo; han prosperado (ellos) y han
empobrecido (a las mayorías); han dictado leyes y han matado en nombre
del "desarrollo"… Cuanto más esfuerzos y recursos se invierten en pos de
él, tanto más 'subdesarrollados' nos hacemos…
Es que el "desarrollo" es el nombre de la colonialidad, ese estado
mental, afectivo y político en el que la dominación y la depredación de
nuestras energías vitales, de nuestras riquezas y de nuestros sueños no
precisa ya de fuerzas de ocupación extranjeras, ni de 'virreinatos'; se
administra más 'económicamente' (como quería Jeremy Bentham en su
"Manual de Economía Política", de fines del siglo XVIII). Los colonos
son 'celosos guardianes de nuestros intereses', no implican ningún costo
a las finanzas de la metrópoli y son incluso más decididamente violentos
con su propio pueblo que los mismos (y onerosos) ejércitos de ocupación…
Así, Bentham instaba a la corona británica a cesar en su política de
imperialismo militarista; el libre comercio, las finanzas y los encantos
de la inversión del capital podrían hacer todo mucho más barato y 'más
civilizadamente'…
En pleno siglo XXI, seguimos inmersos en ese viejo trauma colonial; sólo
que ahora, tras más de cinco siglos de 'desarrollismo voraz', estamos
llegando a un estadio definitorio de agotamiento del mundo. La crisis
climática, la crisis energética mundial y la drástica reducción del
stock de recursos no renovables (entre ellos, las fuentes de agua, los
hidrocarburos y los minerales) plantean un escenario geopolítico para
nada pacifista. La guerra, motor impulsor del 'desarrollo' de Occidente,
está más extendida y diversificada que nunca. No hablamos sólo de las
convencionales; los colonos ahorran esas 'barbaridades' a los centros de
poder mundial; llevan adelante una cotidiana guerra de intensidad
variable, que nos va 'acostumbrando' a niveles crecientes de violencia y
(auto)destrucción… La ilusión desarrollista se acompaña cíclicamente de
momentos de 'auge', donde la 'plata dulce' y el consumismo de las
'novedades tecnológicas' va anestesiando las sensibilidades colectivas
sujetas-a-expropiación…
A la expropiación de nuestras fuentes de agua, de nuestra energía y
recursos minerales, le sigue la expropiación política: la expropiación
de derechos y la defraudación de la 'voluntad popular'. Sistemáticamente
vemos a los 'partidos políticos' ganar elecciones prometiendo defensa de
las fuentes de agua, protección de derechos, y recurrentemente los vemos
después defraudar esas 'promesas' en 'nombre del desarrollo'… La
oficialidad del poder asume el discurso de las empresas: es que las
'inversiones' son necesarias para 'generar empleo' y 'activar' la
economía… Oponerse a las explotaciones es, en el lenguaje del poder,
'fundamentalismo'… El extractivismo senil persigue a los pobladores
tildándolos de 'ecologistas ingenuos'; 'oscurantistas', 'ignorantes',
'eco-terroristas', hasta 'aliados de los poderes del imperialismo'(?!!)…
La expropiación política se consuma en estas tierras donde el
extractivismo es 'política de estado'. Oficialistas y opositores
terminan defendiendo la minería transnacional a gran escala como una
'política de estado'. Pero entendamos bien, acá la expresión no alude a
la existencia de un amplio consenso mayoritario y transparente, a un
mandato de la voluntad popular que es respetado por todo el arco
político-partidario; acá, la 'minería como política de estado' significa
que en estos territorios gobiernan las grandes corporaciones
transnacionales; que nada ni nadie puede ir contra sus intereses; que
éstos, son 'política de estado'.
Así, los gobiernos, más allá de sus diferentes adscripciones partidarias
e ideológicas, terminan avalando la depredación y ejecutando la
represión. Ganan elecciones prometiendo acabar con la represión y el
saqueo, pero, más temprano que tarde, terminan reprimiendo…
La represión parece ser un acto reflejo, más cuando de defender los
intereses de las 'grandes empresas' se trata… Es que, en contextos
(neo)coloniales de depredación, la represión no es un exceso; es una
'necesidad'. La violencia represiva del estado es el recurso último al
que apela la oficialidad del poder. Dosis diversificadas y variables de
asistencialismo, de resignación y de represión configuran la 'ecuación
de gobernabilidad' del coloniaje administrado por 'colonos'… Parece que
Bentham tenía razón: esto es más eficaz y más barato que el colonialismo
'a secas'… Lo que no calculó bien el filósofo londinense es el 'costo'
de las rebeliones internas…
Afortunadamente -lo digo como deseo y por convicción-, tenemos
alternativas… No tenemos por qué resignarnos a ser el 'open pit' y los
'diques de colas' para la industrialización de China, India y los países
del Norte… Más que crear vías alternativas 'de' desarrollo, necesitamos
y podemos crear alternativas 'al' desarrollo –otro desarrollo…
El 'destino minero' es un destino colonial. Pero lo que se pretende
imponer como tal, no es una fatalidad. Podemos cambiarlo. Necesitamos
hacerlo. Desde lo más profundo de NuestrAmérica, la resistencia
histórica al colonialismo re-surge con renovada fuerza… Los 'nuevos
salvajes' que se oponen al 'progreso' crecen día a día en comunidades
campesinas, pueblos originarios, asambleas de vecinxs, movimientos de
estudiantes y trabajadores… Imaginando, soñando y construyendo un nuevo
futuro… Un futuro radicalmente otro...
- Horacio Machado Aráoz, Catamarca, Argentina.
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