El gran problema estructural del capitalismo
Alberto Rabilotta
ALAI AMLATINA, 14/09/2011.- El presidente Barack Obama prometió que
ayudaría a los estadounidenses para que consigan un empleo y un salario,
y algunas de las medidas que propuso al Congreso quizás tendrán un
efecto positivo, pero como señala el académico Richard Sennett (1) la
mayoría de quienes escucharon al Presidente saben muy bien que "hay
demasiada gente cazando muy pocos empleos, especialmente buenos empleos".
Y Sennett apunta que este "hecho depresivo" no fue causado por la
recesión, y que "por más de una generación la prosperidad financiera en
Europa y en Estados Unidos no dependió de una robusta fuerza laboral
doméstica; la (producción) que las corporaciones globales quieren hacer
puede ser mejor hecha y a más bajos costos en otros lugares. Otra vez
más la revolución digital está concretando la antigua pesadilla: "las
máquinas pueden reducir la necesidad del trabajo (asalariado) humano".
El sociólogo y autor de varios libros escribe que hacia el año 2006 el
"efecto de reemplazo" – o sea el reemplazo del trabajo manual por
computadoras o equipos computarizados – se mantenía a un ritmo del siete
por ciento anual en el sector de servicio. En consecuencia y antes de
que comenzara la recesión del 2008-2009 ya había dejado de ser posible
la "viabilidad de una carrera como en el pasado". O sea que se puso fin
al empleo seguro en los países del capitalismo "más avanzado".
"Obama no habló de estos problemas estructurales en su discurso ¿Cómo
podría haberlo hecho? Esos son los problemas concretos del capitalismo
moderno", agrega Sennett en su artículo titulado "La manera inhumana de
enfrentar los problemas laborales en Estados Unidos terminarán con
Obama", donde recuerda las cifras del desempleo tanto en ese país como
en Gran Bretaña: 22 por ciento para los jóvenes sin oficios; 14 por
ciento de la fuerza laboral que antes tenia un empleo permanente sufre
el "subempleo involuntario", y en esta situación – destaca el sociólogo
– la salud de esos trabajadores subempleados declina de manera
dramática. Y en Estados Unidos se estima que hay, además de las cifras
oficiales, de tres a cinco millones de desempleados que al no encontrar
empleos después de seis meses de inútil búsqueda dejan de ser
clasificados como "desempleados".
No porque los economistas sean incapaces de verlo y analizarlo el
problema estructural deja de existir. A finales de septiembre de 1996 el
economista y Nóbel Paul Krugman escribía, en su columna del New York
Times (2) que sería injusto culpar a los observadores de finales del
siglo 20 por su fracaso en prever todo lo que el siglo 21 nos traerá, y
agrega que "aun cuando actualmente el pronóstico a largo plazo sea una
ciencia inexacta hay muchas personas que entienden que las mayores
fuerzas que impulsan los cambios económicos serán las que darán
continuidad al avance de la tecnología digital y la diseminación del
desarrollo económico en todo el mundo. En esta caracterización no hay
sorpresas, continúa el Nóbel, pero el rompecabezas comienza cuando los
expertos del momento completamente malinterpretan las consecuencias de
estos cambios.
En efecto, en esa "época" todavía se anticipaba lo que Krugman titula
como una economía "inmaculada", en la cual la mayoría se habrá
emancipado de cualquier difícil trabajo "con el mundo físico". El 5 de
marzo pasado, a 15 años de distancia, Krugman retoma y amplia ese
artículo y escribe que la informática terminará reduciendo, no
aumentando, la demanda de trabajadores altamente calificados, debido a
que un montón de lo que los trabajadores altamente calificados hacen hoy
día puede ser reemplazado por altamente sofisticados procesos
informáticos, en realidad reemplazados más fácilmente que (si fuera) un
trabajo manual.
Este tema lo toca también Martín Ford (3) al citar al economista David
Autor (4), quien analiza el "efecto de reemplazo" a partir de la década
de los 60 del siglo pasado, cuando comenzó la introducción de
computadoras y sistemas automatizados, robotizados o digitalizados, y
cómo este proceso de sustitución del trabajo asalariado, que solo es
posible con seres humanos, polarizó el mercado laboral y eliminó los
trabajos seguros y bien pagados que permitieron sustentar la clase
media, dejándonos con empleos con altos salarios que requieren de muy
altas calificaciones, mucha educación y capacitación, y un montón de
trabajos con muy bajos salarios para una mano de obra poco calificada.
Aunque tardíamente se está reconociendo el impacto que la automatización
tiene en el capitalismo de las economías más avanzadas, en particular
por la desaparición de empleos –el efecto de reemplazo de los
trabajadores y empleados por sistemas automatizados- y por ende del
trabajo asalariado. Y cuando el trabajo asalariado comienza a escasear y
se vuelve raro el consumo, o sea la demanda final de la cual dependen
los capitalistas en su conjunto, y desde el punto de vista fiscal los
Estados, se achican las posibilidades de reproducción del sistema.
El capitalismo es un sistema que desde sus primeros pasos ha estado en
gestación constante de cambios, que se revoluciona a sí mismo, como
decía Karl Marx. Y desde su nacimiento está unido al trabajo asalariado,
a la explotación de los trabajadores que constituyen la única fuente
posible de plusvalía –o de renta diferencial cuando explota trabajadores
en otros países- y que, en su conjunto forman una parte critica de la
demanda final.
Esta grave crisis estructural impide generar suficientes empleos y
salarios adecuados que permitan mantener una robusta demanda final. Las
clases medias en los países avanzados están desapareciendo de manera
acelerada porque dejaron de existir las condiciones que las crearon:
trabajos seguros y salarios decentes.
Al concluir un análisis sobre esta problemática Andrew Price escribe (5)
que si las "fuerzas del mercado y la creciente automatización deja a las
personas ( ) sin perspectiva alguna de un trabajo decente, quizás
tengamos la oportunidad, o tal vez la obligación moral, de cambiar los
roles y hacer que la oportunidad de hacer un trabajo que tenga sentido
no sea solamente un privilegio, sino algo que todos merecemos".
El sistema está ante una barrera potencialmente infranqueable. Hace
muchas décadas que no estaba en el fuego un caldo de cultivo como éste
para lanzar la lucha de clases. Con sus políticas de austeridad y de
postración ante el dominante sistema financiero, el sistema político
dominante no tiene algo digno que ofrecer ¿Una revolución social en
perspectiva?
Lisboa, Portugal
- Alberto Rabilotta es periodista argentino.
Notas:
1.- Richard Sennett, The Guardian, 9 de septiembre 2011. Sobre sus
libros ver:
http://www.richardsennett.com/site/SENN/Templates/Home.aspx?pageid=1
2.- Paul Krugman, White Collars Turn Blue;
http://www.nytimes.com/1996/09/29/magazine/white-collars-turn-blue.html
3.- Martin Ford:
http://www.huffingtonpost.com/martin-ford/job-automation-is-a-futur_b_832146.html
4.- David H. Autor, economista del MIT. La ponencia citada, de la cual
Autor es co-autor, se encuentra disponible en:
http://econ-www.mit.edu/files/1474
5.- Andrew Price :
http://www.good.is/post/automation-insurancer-robots-are-replacing-middle-class-jobs/
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