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¡Hasta siempre, comandante Hugo Chávez!
Alberto Rabilotta
ALAI AMLATINA, 06/03/2013.- Es difícil reprimir una profunda tristeza
cuando muere un revolucionario que encarnó la historia y los ideales de
su país y de Nuestra América, y que dedicó su vida a convertirlos en
realidad. Un revolucionario bolivariano que además de sus ideas e
ideales llevaba en sí lo mejor de ese calor humano, de la empatía,
sinceridad y solidaridad que emanan de nuestros pueblos mestizados,
cualidades que explican esa profunda y creciente complicidad que fue
desarrollando con el pueblo venezolano para implantar la justicia y
revolucionar la sociedad, y que tanto impacto ha tenido y tendrá en los
otros pueblos de Nuestra América.
Y aunque sabemos que su ejemplo y sus ideas perdurarán en Venezuela y en
toda América Latina, donde Chávez deja el precioso legado de haber
contribuido decisivamente a hacer realidad la unidad e integración de
nuestra región para reducir la pobreza y erradicar la miseria, para
emprender nuevas días de desarrollo económico y social, para hacer
efectiva la independencia y soberanía de cada una de nuestras naciones,
no por ello dejará de faltarnos la alegría, el amor y la convicción que
irradiaba.
Pero esta nota es también para hablar de la siniestra contrapartida a
ese amor y fervor revolucionario que irradió y seguirá irradiando en
Venezuela y Nuestra América la figura y los ideales de Chávez. Esa
contrapartida es el odio que destilaron y seguirán destilando quienes lo
combatieron, denigraron y hasta el último momento buscaron eliminarlo
para hacer una contrarrevolución que les permitiera retomar el control
de Venezuela y de la región.
Hace unos años me pregunté, y también me preguntaban mis colegas
canadienses, de dónde venia ese odio tan visible en la prensa y los
círculos políticos de Canadá y Estados Unidos, y también en las elites
de algunos países latinoamericanos y muchos países europeos. ¿Era solo
por sus ideas revolucionarias, porque ganaba las elecciones limpiamente
y estaba dando "un mal ejemplo" en América Latina al impulsar la
eliminación de la pobreza, la educación y un techo para todos, porque
afectaba a poderosos intereses privados nacionales y extranjeros?
Sin duda alguna esas eran las razones principales, pero detrás había
otra, también imperdonable, que sentí muy bien en las ocasiones, cuando
siendo corresponsal en Canadá para la agencia mexicana Notimex, sacaba
la cuestión de las políticas de Chávez en entrevistas y conversaciones
con políticos, empresarios, periodistas y "expertos" de Canadá, Estados
Unidos y Europa.
El odio de clase, perfectamente comprensible, venía (y viene) muchas
veces acompañado del desprecio que muchas de esas personas sienten,
desde el "mirador" de sus "culturas civilizacionales", hacia los
latinoamericanos, y más aun hacia líderes –porque ya tenemos a nuestro
Evo Morales en Bolivia- que representan perfectamente, en su propia
persona, el mestizaje, el renacimiento de las culturas y naciones
originales, la amplitud cultural, la sencillez, franqueza y
determinación de nuestros pueblos.
Desde hace más de dos décadas las oligarquías y el imperialismo
consideran como absolutamente inadmisible que Venezuela, país con la
mayor reserva petrolera del mundo, tuviese un Presidente que además de
ser revolucionario fuera un mestizo que tenía la mala costumbre de
dialogar mano a mano con su pueblo, de escucharlo, de celebrarlo con
toda alegría y de organizarlo para defender los intereses nacionales.
Tampoco le perdonaban su franqueza y el no respeto de la "etiqueta y los
buenos modales" diplomáticos cuando se trataba de defender los intereses
de Venezuela y de América Latina, y mucho menos de haber dado una
contribución decisiva para impedir que los pueblos de la región quedasen
sometidos al Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), como
quedó en claro en la Cumbre de las Américas de Québec, en el 2001.
Lo que acabo de escribir lo escuché de la boca de un ministro del
gobierno de Canadá, a la salida de una reunión que el primer ministro
canadiense Stephen Harper había tenido con el entonces Presidente de
México, Vicente Fox, en Ottawa.
Las oligarquías del Imperio, como dejan ver las reacciones del
presidente Barack Obama y del primer ministro canadiense Stephen Harper,
no le perdonan a Chávez, ni a la actual mayoría de los gobernantes de la
región, haber decidido crear la CELAC, donde están ausentes Estados
Unidos y Canadá, dos países involucrados en el golpe de Estado contra el
Presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya. Dos países que
reconocieron inmediatamente el golpe de Estado contra el Presidente Lugo
en Paraguay y que desde hace años juegan un papel en las intentonas
subversivas y golpistas en Venezuela.
Por eso no extraña lo que expresaron ante la muerte del gran líder
bolivariano: Barack Obama dijo que "en estos momentos de reto por la
muerte del Presidente Hugo Chávez, Estados Unidos reafirma su apoyo al
pueblo venezolano y su interés en desarrollar una relación constructiva
con el gobierno de Venezuela. Con Venezuela comenzando un nuevo capítulo
en su historia, Estados Unidos sigue comprometido a las políticas de
promoción de los principios democráticos, la legalidad y el respeto de
los derechos humanos".
Sin empacho, el primer ministro canadiense Stephen Harper prácticamente
"celebró la muerte" de Hugo Chávez, como señala la publicación The
Canadian Progressive (1) a partir de la descripción que la agencia
Canadian Press hace de la reacción del jefe de gobierno de Canadá:
Harper solo tuvo palabras agradables para el pueblo venezolano que el
carismático líder izquierdista ha dejado atrás. El primer ministro dijo
que ofrecía sus "condolencias al pueblo de Venezuela" y que miraba hacia
el futuro para "trabajar con el sucesor (de Chávez) y otros líderes en
la región para construir un hemisferio más próspero, seguro y
democrático". Harper agregó que esperaba que la muerte de Chávez traería
un futuro más promisorio para el pueblo de Venezuela: "En este momento
clave, yo espero que el pueblo de Venezuela podrá ahora construir para
sí mismo un mejor y más brillante futuro basado en los principios de
libertad, democracia, la legalidad y el respeto de los derechos humanos".
¿De qué hablan Harper y Obama cuando mencionan los principios de
libertad, la democracia, la legalidad y el respeto de los derechos humanos?
No de lo que ambos practican en sus países. Para mantenerse en el
gobierno el primer ministro Harper cerró el Parlamento cuando le convino
y la democracia parlamentaria hace años que dejó de florecer en Ottawa.
En cuanto a las elecciones, el Partido Conservador de Harper fue acusado
–con pruebas- de graves ilegalidades en materia electoral para ganar en
ciertos distritos durante las elecciones del 2011. En la cuestión de la
legalidad e imputabilidad, y de respeto a los derechos humanos, los
gobiernos de Harper constituyen ya los peores ejemplos de la historia
contemporánea de Canadá.
Por eso ya podemos decir que Harper no representa a Canadá y menos aun a
su pueblo.
¿Qué decir de "los principios democráticos, la legalidad y el respeto de
los derechos humanos" que menciona el presidente Obama? No mucho, salvo
que los principios democráticos solo existen para quienes tienen poder y
mucho dinero. La legalidad también existe para proteger a los ricos,
pero raras veces para los pobres y nunca para investigar los gigantescos
fraudes bancarios que están pagando los contribuyentes. En materia de
derechos humanos, qué se puede decir un Presidente que tiene y usa el
poder de enviar a asesinar a ciudadanos estadounidenses y extranjeros en
cualquier parte del mundo, que permite la represión de manifestaciones
pacíficas en su propio país y tiene en su haber un enorme saldo de
víctimas civiles en todos esos ataques, invasiones y guerras para
apoderarse de recursos naturales en el Oriente Medio, en Asia y África.
La casi totalidad de gobiernos del mundo, todos los partidos
progresistas y de izquierda, han dado muestras de respeto, dolor y
solidaridad hacia Hugo Chávez, hacia el pueblo venezolano y su
revolución. Canadá y Estados Unidos están más aislados que nunca, y todo
esto constituye un buen homenaje a la obra del desaparecido comandante
Hugo Chávez.
Todo este dolor y solidaridad deberán ser convertidas en fuerza para
seguir luchando. Venezuela, su pueblo y su revolución no están solas.
La Vèrdiere, Francia.
- Alberto Rabilotta es periodista argentino - canadiense.
Nota:
(1)
http://www.canadianprogressiveworld.com/2013/03/05/did-stephen-harper-just-celebrate-venezuelan-prez-hugo-chavezs-death/#.UTdZhtT_3tt
Más información:
- Hugo Chávez: el soldado de las mil batallas, José Fortique,
http://alainet.org/active/62170
- Por Chávez… por Nuestra América, Alejandro L. Perdomo Aguilera,
http://alainet.org/active/62162&lang=es
- No se repetirá la historia, Luis Varese,
http://alainet.org/active/62191&lang=es
- El legado de Chávez, Mark Weisbrot,
http://alainet.org/active/62194&lang=es
- Es imposible no querer a Chávez, Jorge Capelán,
http://alainet.org/active/62161&lang=es
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