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La crisis mundial también se siente en la economía local
Julio C. Gambina
ALAI AMLATINA, 23/07/2012.- Las autoridades de la zona euro aprobaron un
rescate de la banca española por 100.000 millones de euros a cambio de
un gravoso ajuste que supone aumentar el IVA del 18 al 21%, los mismos
niveles que ese tributo tiene en la Argentina, y que como sabemos afecta
en mayor medida a los sectores de menores ingresos de la sociedad.
Esa ofensiva contra el gasto social también se concentra en los
trabajadores, ya que se presiona para profundizar las reaccionarias
medidas que viene asumiendo el Partido Popular en la gestión del Estado
Español, ahora reduciendo los subsidios al desempleo, el que se acerca
al 25%, y si se considera solo la demanda laboral juvenil al 45%.
La decisión del ajuste está legitimada por el Parlamento, de una mayoría
de derecha recientemente electa en castigo a la previa gestión de la
socialdemocracia (¿izquierda?), gobernante durante las primeras
manifestaciones de la crisis.
Tratamiento político sobre la crisis
Es importante destacar como la institucionalidad europea, con larga
tradición democrática y puesta de ejemplo por su "Estado benefactor", es
la que aboga por el ajuste, más allá de declaraciones de fracciones que
son corresponsables de la situación de crisis, y especialmente del
ajuste, que tiene historia y no empezó ahora con la derecha en el gobierno.
Terminar con el Estado benefactor es la tarea del capitalismo
contemporáneo, que solo se justificó mientras el mundo era bipolar, no
ahora, luego de la caída del socialismo en el este europeo.
Vale destacar que el ajuste continúa siendo resistido en España con
masivas movilizaciones que incorporan otra opinión política sobre el
tratamiento de la crisis.
Los partidos del sistema, sean la derecha (PP) y la izquierda (PSOE),
tanto como sus organizaciones sociales y sindicales vinculadas y/o
asociadas, son responsables de la política que desemboca en la crisis
actual. El otro actor es la movilización popular, que incluye por cierto
a organizaciones políticas y sociales de izquierda.
Son elementos para considerar el carácter político de la crisis, la que
no solo puede definirse por sus facetas económicas o financieras.
Las movilizaciones intentan llamar la atención sobre la crisis desde
otra perspectiva, donde lo que predomina es el NO al ajuste, sin quedar
muy en claro cuáles son los SI para sustentar un programa alternativo al
hegemónico capitalista en curso.
El NO es algo que se generaliza en el movimiento de indignados que
recorre el mundo. De hecho, presenta una situación similar a los NO del
reclamo sustentado en las movilizaciones en torno al 2001 en nuestro país.
El interrogante es si esas movilizaciones pueden torcer el rumbo del
ajuste y la regresiva reestructuración en Europa y encaminar un rumbo de
cambio político, asunto esencial para pensar en otro desarrollo económico.
Las clases dominantes sugieren profundizar el rumbo neoliberal, de
apertura y cambios estructurales del orden capitalista, contra el
trabajo y a favor del capital y la seguridad jurídica de las
inversiones. Otra variante es la "tercera vía", que en su momento
difundió el laborismo inglés y los demócratas estadounidenses, como
rumbo entre el "salvajismo ortodoxo" y la socialdemocracia tradicional
de los gloriosos treinta años (1945-1975).
Es interesante destacar la aparición del "otro" en la lucha política (de
clases se decía en otra época). Ese otro es el sujeto movilizado. No
solo hay disputa de proyecto en el marco del capitalismo, sino nuevas
búsquedas sin precisiones, tal como ocurría en un largo ciclo que se
reconoce desde la aparición del Manifiesto Comunista hasta la caída del
socialismo en el este de Europa. He ahí el dato relevante de la época.
Una conclusión (muy rápida a mi criterio) que se venía construyendo en
el último tiempo era que la salida de la crisis suponía una mayor
ofensiva de las derechas, y con ella el restablecimiento del programa de
apertura y liberalización de la economía, algo que se materializaba, por
ejemplo, con los gobiernos tecnócratas en Grecia e Italia.
Se enfatizaba esa opinión luego de la reciente votación griega, que
desplazó a un segundo plano a las expresiones electorales de la
resistencia, el Syriza (la izquierda radical asociada al movimiento
altermundialista) y el KKE (los comunistas, liderando buena parte del
sindicalismo clasista).
Lo que no se vislumbra, más allá de los matices de las proposiciones de
la resistencia griega, es que estas propuestas instalaron en el debate
programático medidas como la auditoria de la deuda y el rechazo a los
salvatajes con cláusula de ajuste, algo que recordó por estas horas el
economista heleno Costa Lapavitsas, de paso por la Argentina(1).
Pretendo enfatizar que no solo existe la mentada ofensiva de la derecha,
sino también la irrupción de los NO y en forma emergente de los SI, los
que comienzan a constituirse en programa de un sujeto transformador en
formación.
Es un proceso que se desarrolla en un ciclo de luchas sociales y
políticas que supone una nueva experiencia humana, que aprende del
pasado y renueva la perspectiva, sin las certezas de otras épocas, pero
en la búsqueda de nuevos horizontes emancipadores. De ello da cuenta la
realidad nuestramericana de este comienzo del Siglo XXI.
El ejemplo regional, entre la producción y la política
El interés del profesor griego en el acontecer de la región
latinoamericana se asocia al aprendizaje que puede obtenerse de los
cambios políticos ocurridos, ya que es impensable repetir en cualquier
territorio y condiciones, unas políticas, que están asociadas a
determinada estructura económico-social y productiva.
Para ser concretos, Grecia no tiene soja, ni la diversidad y extensión
de recursos naturales que nutre a Sudamérica. ¿Cuál es la base
productiva para pensar políticamente una superación alternativa de la
crisis griega, española o europea, e incluso mundial?
Queda claro con las movilizaciones que los pueblos rechazan el ajuste, y
que muchos teóricos, políticos o militantes extra continentales miran
hacia nuestramérica en búsqueda de inspiración, ya que nuestros países
ofrecen una evolución macroeconómica que en apariencia la aleja de los
problemas que hoy presentan países del norte desarrollado.
Digo en apariencia, porque el crecimiento económico esconde en el
diagnóstico el fenómeno de la crisis. Buena parte del crecimiento
regional está condicionado al alza de los precios de exportación de
nuestros países, los que se explican por la crisis(2).
Ni el oro, ni el petróleo o la soja expresan subas de precios por
cambios en la productividad de sus ramas específicas, sino por imperio
de multiplicidad de crisis, entre las que destaca la alimentaria, la
energética o medio ambiental, los problemas financieros, especulativos y
de mercado.
Es más, ahora empieza a sentirse en forma directa el impacto de la
crisis, con la desaceleración de Brasil e incluso de China e India; tres
motores del fenómeno "emergente" de los últimos años.
Las autoridades argentinas explican la caída de la producción local por
la baja en la demanda brasileña, especialmente de automotores, adonde se
dirige la mitad de la producción automotriz del país.
En efecto, el INDEC informa que en mayo 2012 la producción se retrajo un
0,5% contra el mismo mes del 2011(3), un leve crecimiento del 0,2%
contra el mes de abril del 2012, y una evolución del 3% para el año
transcurrido, bastante menos que el crecimiento del 2011 y lo previsto
en el Presupuesto para el 2012 en curso.
Los registros del INDEC, dan cuenta de 360.000 puestos de trabajo
perdidos durante el semestre transcurrido desde octubre del 2011 a marzo
del 2012, con la consecuente suba de la tasa de desempleo respecto del
registro trimestral previo.
La situación más delicada, según las cifras oficiales, se presentan en
la retracción industrial. La contracara es el agro, con precios record
de las comodities, especialmente el maíz y la soja. Más allá de los
datos del crecimiento o la desaceleración, se confirma el sentido del
modelo productivo y de desarrollo extractivista, acompañando la
tendencia de la demanda mundial. Se confirma una producción local para
el mercado mundial, lo que condiciona a la baja los salarios.
Sea para aquellos que analizan desde afuera la realidad de cambio
político en la región, o incluso para el pensamiento de nuestros
pueblos, la mirada no debe colocarse solo en la producción, o en lo
económico propiamente dicho, sino y principalmente en la política, en
las condiciones subjetivas de lucha política que motorizan las
mutaciones en la región.
Es un debate no cerrado, en especial sobre los beneficios, o no, de la
orientación esencialmente extractivista del modelo productivo
generalizado en nuestra región, más allá de definiciones a la derecha o
a la izquierda de los gobiernos.(4)
Precisamente, en estas horas se discute en Paraguay la base económica y
productiva (sojera) del golpe institucional, que a horas del ilegitimo
acontecimiento de desplazamiento de Lugo, el viejo nuevo régimen aprobó
trascendentes medidas para la difusión de los transgénicos en el agro y
consolidó posiciones de transnacionales en la actividad económica.
La reflexión apunta a pensar que haber favorecido y fortalecido en
Paraguay en estos años la economía extractivista, contra otras formas de
producción agraria, sea campesina, indígena, cooperativa, o de
producción familiar, es parte de la desmovilización popular en el
sustento de un cambio estructural.
Nuestros comentarios apuntan a destacar el papel de la política y la
construcción de sujetos organizados y movilizados por objetivos de
cambio estructural, de modelo productivo y de desarrollo. No hay
economía al margen de la política, ni viceversa.
El que no llora no mama, pero… ¿cuál es el rumbo del reclamo?
Quizá convenga, a propósito de lo dicho, reflexionar sobre el tema del
pago del aguinaldo a los estatales de la Provincia de Buenos Aires.
Más allá de las disputas en el gobierno, entre CFK y Scioli, fue la
movilización de estatales, judiciales, médicos o docentes los que
indujeron una "solución", la que se ejecutará con aportes de la ANSES y
el endeudamiento del estado bonaerense.
Convengamos que es una solución a medias, porque en el camino queda el
compromiso público de cancelar las nuevas deudas públicas, lo que puede
significar nuevas propuestas de ajuste al salario de los estatales o al
gasto social, ya que sería una gran sorpresa que el tema se resolviera
con reformas progresivas del régimen tributario.
Se sugiere en discursos oficiales que el "modelo resuelve más que la
protesta". Lo reiteró la presidenta en varios discursos, especialmente
con los sindicalistas empresarios de la "nueva CGT". La realidad
demuestra lo contrario, dando la razón que asiste al tango cuando frasea
que "el que no llora no mama".
La coyuntura mundial, regional y local evidencia que la crisis continúa
y se profundiza, afectando a los sectores más desprotegidos, que son los
mismos que salen a las calles reclamando en contra del ajuste, y que en
algunos casos empieza a dotarse de un programa en otro sentido al
hegemónico.
¿En qué sentido? Ese es uno de los problemas, ya que el rumbo
alternativo a la crisis capitalista no está delineado a priori. Lo
llaman socialismo en Cuba, en proceso de renovación; socialismo del
siglo XXI en Venezuela, en situación de discusión permanente,
especialmente ahora en época electoral; o socialismo comunitario en
Bolivia, recogiendo la tradición de organización y cultura comunal en el
altiplano.
No es tanto el problema sobre como se lo denomina, sino el sentido de
las medidas que se asumen.
El problema no es crecer o no crecer, sino qué, cómo, con quién y para
quién producir; qué necesidades se pretende satisfacer. La cuestión es
el contenido y objetivo del orden económico, social, político y cultural
que se propone.
La discusión es de orden civilizatorio.
Buenos Aires, 21 de julio de 2012
- Julio C. Gambina es profesor de Economía Política en la Facultad de
Derecho de la Universidad Nacional de Rosario. Presidente de la
Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP. Integrante del
Comité Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales,
CLACSO. www.juliogambina.blogspot.com
Notas:
(1) Lapavitsas destacó "el éxito de la renegociación de la deuda
argentina luego del 2001" tal como puede leerse en el sitio en internet
del Ministerio de Economía, con foto de Hernán Lorenzino y el profesor
de Economía y Decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la
Universidad de Londres.
(2) No es solo por el comercio internacional, ya que buena parte del
crecimiento industrial (automotores, por ejemplo), de la construcción, o
de los planes sociales, se asocian al superávit comercial o fiscal que
genera la situación de elevados precios de los bienes de exportación. El
consumo y la inversión en crecimiento no es ajena a la evolución
extractivista del comercio exterior.
(3) INDEC. Estimador mensual de actividad económica, al 20/7/2012
(consultado el 21/7/12) en: http://www.indec.mecon.ar/
(4) Venezuela o Colombia; Chile o Bolivia; Argentina, Brasil, Paraguay o
Uruguay, con diferencias o matices políticos en sus gobiernos, todos
definen en el extractivismo la base de la acumulación económica.
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