viernes, 20 de abril de 2012

[alai-amlatina] El gran juego del ajedrez botánico

- - - Servicio Informativo "Alai-amlatina" - - -

El gran juego del ajedrez botánico

Carmelo Ruiz Marrero

ALAI AMLATINA, 20/04/2012.- Por todo el planeta hay candentes debates en
torno a la semilla, la cual es la base de la cadena alimenticia humana.
Los debates no son solamente en torno a las polémicas semillas
transgénicas. Son además acerca de la apropiación y privatización de las
semillas, transgénicas o no, mediante leyes y tratados de propiedad
intelectual, y el poder creciente de corporaciones transnacionales como
Monsanto y Syngenta que parecen encaminadas a formar monopolios
virtuales sobre éstas. Los intentos de los poderosos por apropiarse de
las semillas no tienen nada de nuevo, como veremos a continuación.

A lo largo de la historia las naciones e imperios siempre han tenido sus
programas agrícolas, que con el pasar de los siglos aumentaron en
complejidad y sofisticación. Cuando las sociedades europeas dieron el
salto a la industrialización, millones emigraron del campo a la ciudad,
de la finca a la fábrica. Se creó así una situación sin precedente
histórico: los agricultores pasaron a ser minoría, y por vez primera
había una gran masa de gente que no producía alimentos ni tenía conexión
alguna al agro, pero que de todos modos había que alimentar. Esta
situación hizo necesario el transformar y revolucionar la agricultura
mediante la técnica científica. Los incipientes estados-nación
comenzaron a invertir recursos considerables en las ciencias agrícolas y
se impuso una división del trabajo con el surgimiento de nuevos
profesionales de la agricultura que no eran agricultores-
extensionistas, agrónomos, fitomejoradores, veterinarios, y más. El agro
iba entonces camino a la masificación e industrialización, y el
agricultor iba proletarizándose y convirtiéndose en un trabajador
alienado, en un pasivo consumidor de insumos externos y de conocimiento
de expertos que venían a decirle qué hacer y cómo.

Los programas agrícolas de los imperios siempre han necesitado de una
inversión sustancial en la adquisición de variedades de semilla de todas
partes del mundo. Tan temprano como en el año 2,800 antes de Cristo, el
emperador chino Shen Nung enviaba colectores de plantas a regiones
distantes en busca de especímenes de valor agrícola o medicinal, y ya en
el siglo XVI había jardines botánicos en Italia, Alemania, Francia,
Inglaterra, Suiza y Holanda. Los jardines botánicos, aparte de su
función estética, fueron establecidos para recibir y sistematizar las
muestras de semillas y plantas de gran valor económico para los imperios
coloniales.

Según Michael Dorsey, profesor de estudios ambientales de la Universidad
de Dartmouth en EEUU, los jardines botánicos "y sus redes asociadas,
incluyendo a los botánicos y herbalistas, movieron especies- en especial
aquellas con propiedades medicinales o valor económico- al Viejo Mundo
al igual que entre las recién fundadas colonias…"

"El rey de España y otros monarcas europeos tenían a su disposición
botánicos y farmacéuticos para identificar, recolectar, formular e
identificar medicinas de plantas para la familia real. El deseo de
expandir sus farmacopeias personales legitimó el financiamiento para los
primeros proyectos de exploración, especialmente aquellos dirigidos
hacia el Nuevo Mundo. Según Schultes y Reis, el rey de España envió su
médico personal a vivir con los aztecas para estudiar sus medicinas,
menos de cincuenta años después de los primeros viajes de Colón. De
hecho, era raro que un barco camino hacia el Nuevo Mundo o regresando de
él- o camino hacia cualquier lugar fuera de Europa durante la Era de
Exploración- no tuviera a bordo una persona conocedora de plantas y
potencialmente capaz de explotar sus propiedades medicinales."

Fue así como el banano, oriundo del sureste de Asia, acabó en Africa y
el Caribe. En dirección opuesta viajó el cacao, nativo de Brasil, y
ahora se siembra en Africa y el sureste de Asia. El café es de Etiopía,
y hoy día su siembra es importantísima para las economías de
Latinoamérica, el Caribe y el sureste asiático (de hecho, la historia de
Puerto Rico hubiera sido bastante distinta sin el café). El algodón es
originario de Perú y México, y los colonizadores lo trasladaron a Africa
y la India, y en ambos lugares es actualmente de los cultivos de mayor
importancia económica. De Brasil son la piña y el caucho, y de ahí
llevaron ambos cultivos a Africa y Asia. La caña de azúcar, cultivo
asociado a la esclavitud más abyecta y a ganancias obscenas de
hacendados en el Caribe, viene del sureste de Asia. Este traslado de
materia vegetal no comenzó con los viajes de Cristóbal Colón, ya para el
año 1300 Europa había importado de otras regiones el cultivo de cebada,
trigo y alfalfa. El teórico y visionario canadiense Pat Mooney, quien en
1985 ganó el Premio Nobel Alternativo por su investigación histórica y
social sobre las semillas, describió este proceso como un "juego de
ajedrez botánico" imperial.

Cristóbal Colón regresó de su primer viaje a América con semillas de
maíz, que eran algo nunca antes visto en el continente europeo. Se
podría decir que las semillas de las Américas que los colonizadores
europeos se apropiaron fueron un tesoro más grande que las montañas de
oro y plata que se llevaron. Después de todo, los minerales y piedras
preciosas sólo pueden ser apropiados una vez, pero una semilla sigue
rindiendo una temporada tras otra. Sobre este germoplasma se
construyeron las grandes industrias química, farmacéutica, textil,
maderera, alimentaria, y más recientemente de biotecnología.

No se puede subestimar el impacto profundo que tuvo la llegada de la
papa y el maíz a Europa. Ambos proveen más calorías por hectárea
sembrada que cualquier otro cultivo que se haya sembrado anteriormente
en ese continente. Las clases dominantes usaron estos cultivos para
alimentar a los empobrecidos campesinos y al creciente proletariado
industrial que vivía en los tugurios urbanos. Se ha dicho, quizás de
manera exagerada, que sin la papa la industrialización de Alemania
hubiera sido imposible, pero "los nuevos cultivos de las Américas
ciertamente desempeñaron un importante rol en alimentar una población
europea que casi se duplicó entre 1750 y 1850″, dice el profesor Jack R.
Kloppenburg, de la Universidad de Wisconsin.

Los imperios coloniales europeos desarrollaron sus respectivos programas
de adquisición de semilla, los cuales guardaban celosamente. Los
holandeses, por ejemplo, cortaron todos los árboles de nuez moscada y de
clavo de especie de las islas Molucas, excepto en tres islas donde
tenían sus plantaciones, desde luego con considerable protección
militar. Los franceses hicieron de la exportación de semillas de indigo
de la isla de Antigua una ofensa capital. Y el Kaiser de Alemania mandó
a recolectar semillas de las colonias en Africa y el Pacífico, y para
alojar los especímenes estableció una estación agrícola moderna en
Gatersleben, que llegó a ser uno de los mayores depósitos de semilla del
mundo.

Hoy día la semilla no es menos importante que en siglos pasados. "Las
semillas comerciales, el primer eslabón de la cadena alimentaria
agroindustrial, son el punto de partida de las materias primas agrícolas
que serán empleadas para producir, además de alimento, forraje y fibras
textiles, energía, sustancias químicas de alto valor y productos de
consumo final, como por ejemplo plásticos y fármacos", plantea un
informe publicado en 2011 por el Grupo ETC, organización fundada y
dirigida por Pat Mooney. "Las mayores empresas semilleras y de
pesticidas ya se están montando en el tren de la bioeconomía. Monsanto,
Dow y DuPont son algunas de las empresas que se están asociando con las
empresas desarrolladoras de las nuevas plataformas tecnológicas que
servirán para fabricar los nuevos productos agroindustriales de base
biológica."

Informa el Grupo ETC que diez corporaciones controlan 74% de las
semillas comerciales, un negocio valorado $27,400 millones. Sólo tres de
ellas, Monsanto, Dupont y Syngenta, tienen juntas más de la mitad del
mercado semillero mundial. La estadounidense Monsanto tiene una tajada
de 27%, más controla aproximadamente 80% del negocio de las semillas
transgénicas.

Pero los tiempos van cambiando. Hoy hay nuevos actores sociales y una
conciencia crítica que no existía hace 20 o siquiera 15 años. En los
Foros Sociales, los movimientos de indignados, las tribunas de la
soberanía alimentaria, colectivos agroecológicos, y en el seno de nuevas
organizaciones, se cuajan visiones alternativas y se lanzan acciones
concretas para proteger las semillas agrícolas de quienes pretenden
apropiárselas y privatizarlas.

Citamos un documento de la Coordinadora Latinoamericana de
Organizaciones del Campo y la Vía Campesina:

"Afirmamos que la semilla es muchísimo más que un recurso productivo,
que ellas son simultáneamente fundamento y producto de culturas y
sociedades a través de la historia. En la semillas se incorporan
valores, afectos, visiones, y formas de vida que las ligan al ámbito de
lo sagrado. Sin ellas es imposible el sustento y la soberanía de los
pueblos. [...] Por tanto, las semillas y el conocimiento asociado a
ellas son parte fundamental e insustituible de la soberanía alimentaria
de los pueblos. Las semillas no son un patrimonio de la humanidad, sino
nuestro patrimonio, de los pueblos campesinos e indígenas, quienes las
creamos, diversificamos y protegimos a través del tiempo y las ponemos
al servicio de la humanidad. De allí en adelante nuestra campaña quedó
establecida como "Las Semillas, Patrimonio de los Pueblos al Servicio de
la Humanidad." Las semillas no son apropiables. Ellas deben mantener en
todo momento su carácter de patrimonio colectivo, frente al cual hay
deberes ineludibles que cumplir, incluso por sobre el derecho a gozar de
él. La Campaña, por lo tanto, se opone a la propiedad intelectual y a
toda forma de apropiación de la vida."

Ahora los grandes imperios no están solos en la mesa de juego. Los
diversos pueblos y movimientos sociales de la tierra, armados con siglos
de experiencia, se disponen a cambiar decisivamente el gran juego de
ajedrez botánico.

FUENTES:

CLOC/Vía Campesina. "Reunión de la Campaña de Semillas" Quito, 22-24 de
julio 2010. Subido el 16 de agosto 2010.
http://viacampesina.org/sp/index.php?option=com_content&view=article&id=1051:reunion-campana-semillas-cloc-via-campesina&catid=15:noticias-de-las-regiones&Itemid=29
Dorsey, Michael. "Shams, Shamans and the Commercialization of
Biodiversity". Published in "Redesigning Life?", Brian Tokar, editor.
Zed Books, 2001.
Grupo ETC. "Quién Controlará La Economía Verde?" 15 de diciembre 2011.
http://www.etcgroup.org/es/node/5298
Kloppenburg, Jack. "First the Seed: The Political Economy of Plant
Biotechnology". University of Wisconsin Press. Segunda edición, 2004.

- Carmelo Ruiz Marrero es periodista investigativo y educador ambiental
residente del barrio Santa Rita de Río Piedras. Dirige el Proyecto de
Bioseguridad de Puerto Rico (http://bioseguridad.blogspot.com/) y
mantiene la página web Haciendo Punto en Otro Blog
(http://carmeloruiz.blogspot.com/). Su identificación en Twitter es
carmeloruiz.
http://www.80grados.net/2012/04/el-gran-juego-del-ajedrez-botanico/

URL de este artículo es: http://alainet.org/active/54242&lang=es

Mas informacion: http://alainet.org
RSS: http://alainet.org/rss.phtml
Twitter: http://twitter.com/ALAIinfo
______________________________________
Agencia Latinoamericana de Informacion
email: info@alainet.org

Suscripciones: http://listas.alainet.org/listas/subscribe/alai-amlatina
Desuscripciones: mailto:sympa@listas.alainet.org?subject=UNS%20alai-amlatina