lunes, 4 de febrero de 2013

[alai-amlatina] ¿Qué piensan algunos economistas sobre la crisis y la realidad actual del capitalismo?

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¿Qué piensan algunos economistas sobre la crisis y
la realidad actual del capitalismo? (II)

Alberto Rabilotta

ALAI AMLATINA, 04/02/2013.- Los análisis del
economista Michael Hudson y la socióloga Erin
Hatton, así como el "mensaje subliminal" de la
oligarquía que se reúne en Davos, como vimos en el
primer artículo (1), apuntan a la crisis
estructural del capitalismo industrial en los
países avanzados, o sea a la pregunta que se
formula el economista Paúl Krugman (2): ¿Puede la
innovación y el progreso afectar a un gran número
de trabajadores, y quizás incluso a los
trabajadores en general? El Nóbel de economía
agrega que "muy seguido me encuentro con
aseveraciones de que eso no puede suceder. Pero la
verdad es que puede, y desde hace casi dos siglos
economistas serios han estado conscientes de esta
posibilidad".

Con toda humildad Krugman agrega algo importante:
"Yo no sé cuánto de la devaluación del trabajo se
puede explicar por la tecnología o los monopolios,
en parte porque ha habido tan poca discusión de lo
que está sucediendo. Pienso que es justo decir que
el cambio del ingreso proveniente del trabajo al
del capital no ha entrado todavía en nuestro
discurso nacional. Empero, este cambio está
sucediendo, y tiene implicaciones de talla. Por
ejemplo, hay un gran empuje, profusamente
financiado para reducir la tributación fiscal de
las corporaciones; ¿Es esto algo que realmente
queremos que suceda cuando las ganancias están
surgiendo a expensas de los trabajadores? O qué
decir del empuje para reducir o eliminar los
impuestos por herencia; ¿Si estamos retrocediendo
a un mundo en el cual el capital financiero, y no
la habilidad o la educación, determinan el
ingreso, queremos realmente facilitar aún más la
herencia de la riqueza? Como lo dije, esta es una
discusión que apenas apunta, pero es tiempo de que
comience, antes que los robots o los magnates
ladrones conviertan nuestra sociedad en algo
irreconocible" (Robots and Robber Barons).

Automatización, globalización, monopolización…

En agosto y noviembre del 2012 el analista
económico David Leonhardt, corresponsal en
Washington para el New York Times (3) abordó la
cuestión de la caída de los salarios y el
desempleo. En su columna del 21 de agosto cita al
economista Stephen Roach, quien opinó que en
Estados Unidos (EE.UU.) esos problemas se deben a
varios factores: competencia global; pobre
desempeño de la educación; estancamiento en la
innovación; impacto de la automatización;
desregulación y altos costos de los servicios de
salud, entre otros más.

Roach, economista de la "vieja escuela" que vigila
tanto los indicadores económicos como los
sociales, y que en los últimos años se especializó
en la economía de China, destacó el impacto del
"rápido crecimiento de las plataformas de
producción integradas globalmente (deslocalización
de la producción y de las cadenas de
abastecimiento) que exprimió los ingresos
salariales en todas las etapas del proceso de
producción". En su columna del 24 de octubre
Leonhardt retoma el tema y escribe que en
entrevistas con diversos economistas, "en el tope
de la lista" de las causas de la baja de salarios
y el desempleo "está la revolución digital, que
permitió que las maquinas reemplazaran diversas
formas del trabajo humano, y la ola de
globalización, que permitió que millones de
trabajadores con bajos salarios en todo el mundo
compitieran con los estadounidenses", y añade que
los trabajadores cuyas tareas pueden ser
efectuadas por computadoras, sea en las fabricas o
en los comercios, han pagado un alto precio: "el
sector manufacturero estadounidense produce mucho
más que antes de 1979, a pesar de que está
empleando casi 40 por ciento menos de trabajadores".

En varias de sus entradas en el blog, en diciembre
pasado, Krugman sigue adentrándose en el meollo de
esta crisis estructural, la relación entre capital
y trabajo asalariado. El día 8 confesó que en la
cuestión de la desigualdad de los ingresos,
"nuestros ojos han sido desviados del
capital/trabajo, por varias razones. No nos
parecía crucial en la década de los 90 y no
suficientes personas (incluyéndome a mí) dirigimos
la mirada como para notar que las cosas cambiaban.
Esto tiene ecos del viejo marxismo –lo que no
debería ser una razón para ignorar los hechos,
pero muy seguido lo es. Y realmente tiene
inconfortables implicaciones. Pero pienso que
mejor es empezar a prestar atención a esas
implicaciones". El 9 de diciembre elabora sobre la
tecnología y el poder de los monopolios, y las
conclusiones de un estudio sobre el rápido aumento
de la concentración y el poder de las empresas de
los economistas Barry Linn y Philip Longman, lo
cual resolvería –según Krugman- "la aparente
paradoja de las ganancias que aumentan rápidamente
y las bajas tasas de interés".

La analista Izabella Kaminska (Blog de Alphaville,
Financial Times, 10-12-2012), retoma a Krugman, a
Linn y Longman, y opina que esto explicaría la
realidad actual: Entonces los robots y el poder de
la tecnología están reduciendo la tasa de empleo
natural. Pero en lugar de que estemos subsidiando
a aquellos que han perdido sus trabajos por la
tecnología, de manera a expandir el maná de
riquezas que literalmente llueve sobre la
superficie de la tierra sin provocar desventajas
físicas, las empresas están usando su poder de
monopolio para extraer rentas del capital que está
creando toda esa riqueza gratuita. El mismo día el
economista Dean Baker (www.cepr.net ) apunta en su
blog que la cuestión que plantea Krugman sobre la
distribución –de la riqueza social- "es
extremadamente importante, tanto para los
trabajadores que no están viendo aumentar sus
niveles de vida, como también para la economía en
su totalidad, puesto que la continua
redistribución del ingreso hacia arriba lleva
necesariamente al estancamiento como resultado de
una demanda inadecuada".

El 26 de diciembre, escribiendo sobre el
crecimiento económico (Is Grow Over?), Krugman
dice que si por un momento consideramos una
especie de fantasioso escenario tecnológico, en el
cual podemos producir robots inteligentes y
capaces de hacer todo lo que una persona puede
hacer, es claro que tal tecnología removería todos
los límites en el PIB per capita, en tanto no
contamos a los robots entre los capitas. Todo lo
que uno necesita hacer es elevar el radio de
robots respecto a los humanos, y obtendríamos el
PIB que deseamos () ¿Y qué pasaría con la gente?
Una buena pregunta. Las maquinas inteligentes
quizás permitan elevar el PIB, pero también
reducen la demanda de personas, incluyendo las
personas inteligentes. Entonces estaríamos
contemplando una sociedad que se vuelve cada vez
más rica, pero en la cual todo el aumento de la
riqueza va a parar a los dueños de los robots.

El mismo día, en otra entrada (Capital-biased
Technological Progress), el Nóbel de economía
elabora sobre la competencia entre dos sistemas de
producción, uno basado en la automatización y el
otro en el trabajo manual, calcula la producción y
el impacto sobre los salarios, y concluye en que
es obvio que en relación al costo del capital
(fijo) los salarios bajan, y en que es menos
obvio, pero sin embargo verdad, que los salarios
reales también deben caer en términos absolutos, y
que –por lo tanto- eso permite ver qué
significaría un capital inclinado al progreso
tecnológico, y "cómo esto podría actualmente
lesionar a los trabajadores".

El capitalismo cambia, pero su naturaleza es
siempre la misma

La reflexión de Krugman –del 26 de diciembre- ya
tenía una respuesta de nada menos que Robert
Skidelsky –economista e historiador de la
economía-quien en el primer párrafo de un artículo
publicado en junio del 2012 propone imaginar "un
mundo en el cual la mayoría de la gente trabajara
solo 15 horas semanales. Todos recibirán un pago
igual o quizás superior al que reciben ahora,
porque los frutos de su trabajo serian
distribuidos más equitativamente en la sociedad
(4). En ese artículo Skidelsky destaca que ya
existen las condiciones para hacer realidad lo que
había avizorado John. M. Keynes en su escrito de
1930, "Las posibilidades económicas de nuestros
nietos" (4).

El "fantasioso" escenario de Krugman, la realista
propuesta de Skidelsky y la anticipación de
Keynes, están en buena medida contenidas en lo que
Marx escribió entre 1857 y 1858, cuando avizora la
inevitable consecuencia de la automatización de
las fuerzas productivas industriales: "el robo de
tiempo de trabajo ajeno, sobre el cual se funda la
riqueza actual, aparece como una base miserable
comparado con este fundamento, recién
desarrollado, creado por la industria misma. Tan
pronto como el trabajo en su forma inmediata ha
cesado de ser la gran fuente de la riqueza, el
tiempo de trabajo deja, y tiene que dejar, de ser
su medida y por tanto el valor de cambio {deja de
ser la medida} del valor de uso. El plustrabajo de
la masa ha dejado de ser condición para el
desarrollo de la riqueza social, así como el
no-trabajo de unos pocos ha cesado de serlo para
el desarrollo de los poderes generales del
intelecto humano. Con ello se desploma la
producción fundada en el valor de cambio, y al
proceso de producción material inmediato se le
quita la forma de la necesidad apremiante y el
antagonismo. Desarrollo libre de las
individualidades, y por ende no reducción del
tiempo de trabajo necesario con miras a poner
plustrabajo, sino en general reducción del trabajo
necesario de la sociedad a un mínimo, al cual
corresponde entonces la formación artística,
científica, etc., de los individuos gracias al
tiempo que se ha vuelto libre y a los medios
creados para todos. El capital mismo es la
contradicción en proceso, {por el hecho de} que
tiende a reducir a un mínimo el tiempo de trabajo,
mientras que por otra parte pone el tiempo de
trabajo como única medida y fuente de la riqueza".

"Trabajar menos y ganar lo mismo"

Marx define muy bien la insuperable contradicción
del capital, tal y como la vemos ahora en los
países del capitalismo avanzado: "Por un lado
despierta a la vida todos los poderes de la
ciencia y de la naturaleza, así como de la
cooperación y del intercambio sociales, para hacer
que la creación de la riqueza sea (relativamente)
independiente del tiempo de trabajo empleado en
ella. Por el otro lado se propone medir con el
tiempo de trabajo esas gigantescas fuerzas
sociales creadas de esta suerte y reducirlas a los
límites requeridos para que el valor ya creado se
conserve como valor. Las fuerzas productivas y las
relaciones sociales –unas y otras aspectos
diversos del desarrollo del individuo social- se
le aparecen al capital únicamente como medios, y
no son para él más que medios para producir
fundándose en su mezquina base. In fact, empero
constituyen las condiciones materiales para hacer
saltar a esa base por los aires" (5).

Y seguidamente Marx cita un extraordinario y
anónimo panfleto de 1821: "Una nación es
verdaderamente rica cuando en vez de 12 horas se
trabajan 6. La riqueza no es disposición de tiempo
de plustrabajo" (riqueza efectiva) "sino de tiempo
disponible, aparte el usado en la producción
inmediata, para cada individuo y toda la sociedad"
(6).

Lo que Marx y otros pensadores desde comienzos del
siglo 19 avizoraron sobre el desarrollo del
capitalismo industrial, sobre el impacto de la
eventual automatización de la producción para la
reproducción del capital –la inevitable reducción
del trabajo asalariado, única fuente de la
plusvalía que debe ser realizada a través del
consumo, que convierte los valores de uso en
valores de cambio y reproduce el capital-, la
tendencia a la formación de los monopolios y del
capital ficticio que acompañan los saltos
tecnológicos en las fuerzas productivas, y de cómo
en su desarrollo final el capital invalidaría la
creación del valor de cambio, y con ello su razón
de ser, todo esto es la realidad concreta y
cotidiana en los países del capitalismo avanzado.

Esto es reconocido, de una u otra forma, en
comentarios y análisis en los diferentes blogs y
portales de economistas y analistas económicos,
particularmente en EE.UU. (7), pero lo que cabe
destacar es que tal preocupación no existe, y
menos aun el comienzo de un debate de ideas, en la
esfera política de los "partidos de gobierno" o en
la tecnocracia que administra el sistema en EE.UU.
o Europa, mientras que las empresas privadas
analizan la situación, reconocen los problemas
pero elaboran estrategias para mantener el control
sobre el actual sistema (8).

Una visión que contempla los cambios ocurridos en
el modo de producción y su efecto en las
relaciones de producción y de cambio, y lo que
representan como alternativas no capitalistas del
manejo de la economía, está germinando en grupos
que proponen el "decrecimiento económico" y el
"ecosocialismo" como políticas para frenar el
cambio climático y restablecer los dañados o
destruidos ecosistemas como resultado del
desarrollo capitalista. Por ejemplo, en la
declaración de principios "Humanifeste du Parti
communiste français à l'aube du siècle qui vient
», que el PCF discutirá en su próximo congreso,
hay un reconocimiento de la existencia de una
crisis estructural, de que la automatización es un
gran problema bajo el capitalismo pero puede ser
una solución fuera del capitalismo

Por eso es importante este debate, que sin duda
deberá explorar todas las facetas de esta crisis,
tanto económicas como sociales, políticas y
culturales, y que por lo tanto debe ser apropiado
por los cientistas sociales y las organizaciones
políticas y sociales de los países del capitalismo
avanzado, donde se están experimentando las
consecuencias de esta crisis estructural y hay
necesidad y condiciones para un cambio radical, un
cambio de civilización, como decía Marx.

En el tercer y último artículo, "La contrapartida
de esta crisis estructural en el capitalismo
avanzado", veremos la situación y perspectivas en
los países emergentes que conservaron (o
adoptaron) el "papel gestor" del Estado, y que
mantuvieron su soberanía en los asuntos
económicos, sociales y políticos, y donde
finalmente el capitalismo industrial
–transnacional y nacional- se instaló y está
desarrollándose.

La Vèrdiere, Francia.

- Alberto Rabilotta es periodista argentino -
canadiense.

Notas

1.- ALAI, ¿Cómo interpretar la crisis y la
realidad actual del capitalismo?
http://alainet.org/active/61294&lang=es

2.- Paul Krugman, The New York Times
http://krugman.blogs.nytimes.com/
Blogs del 8 al 26 de diciembre 2012

3.- David Leonhardt,
http://economix.blogs.nytimes.com/2012/08/21/globalization-and-the-income-slowdown/

4.- Ver "In Praise of Leisure", 18 de junio 2012,
de Robert Skidelsky, profesor e historiador de
economía política, y Edward Skidelsky,
conferencista de la Universidad de Exester, Gran
Bretaña.
http://chronicle.com/article/In-Praise-of-Leisure/132251/?viewMobile=1

5.- Karl Marx, Elementos fundamentales para la
critica de la economía política (borrador)
1857-1858, Tomo 2, páginas 228-229 de la edición
Siglo XXI Editores, 1971 (páginas 592-594 de la
edición original en alemán de Dietz Verlag, 1953)

6.- La cita de Marx proviene de la página 5 de
"The Source and Remedy of the National
Difficulties, Deduced from Principles of Political
Economy in a Letter to Lord John Russell",
panfleto politico no firmado de 1821. El texto
completo puede ser consultado en:
http://econospeak.blogspot.fr/2009/02/source-and-remedy-of-national.html

7.- Por ejemplo, ver Fabius Maximus
(http://fabiusmaximus.com/tag/robot-revolution/),
o algunas contribuciones en EcoMonitor.com, entre
otros portales más.

8.- Ver el informe de McKinsey Global Institute:
Manufacturing the future.
http://www.mckinsey.com/insights/mgi/research/productivity_competitiveness_and_growth/the_future_of_manufacturing


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