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Notas para otro sistema económico y social
Umberto Mazzei
ALAI AMLATINA, 06/02/2013.- El mundo atraviesa un momento de grandes
cambios. Los vencedores de la Segunda Guerra Mundial polarizaron el
mundo entre la receta marxista-leninista y la receta liberal ricardiana.
Ese dualismo se presentó como si no hubiese otras opciones, una especie
de bipartidismo global. Ambos sistemas fracasaron. Es hora de estudiar
otras escuelas del pensamiento económico y político, para dar un nuevo
rumbo.
La versión socialista de la Unión Soviética comenzó a ir mal cuando el
gobierno de Leonid Brezhnev (1968–1982) aumento el presupuesto de las
industrias militares a expensas del resto de la economía y del bienestar
social. Luego asumió una guerra de Afganistán que no podía ganar. El
adversario estaba equipado, entrenado y financiado por Estados Unidos,
que estaba fuera de alcance, a menos de incurrir en una guerra atómica.
Muerto Brezhev, vino Mihail Gorvachev, un iluso, sino otra cosa, que
entregó a sus aliados sin garantías, se abrió al neo-liberalismo y Rusia
vendió a precio vil las empresas del Estado a testaferros de Wall Street.
En Inglaterra y Estados Unidos, la política la dirigen los intereses
financieros desde fines del siglo XVIII y la función de Banco Central
las ejercen bancos privados. En Gran Bretaña el Bank of England la
ejerce desde 1844 (Bank Charter Act). En Washington un grupo de grandes
bancos privados, llamado Reserva Federal, usurpó esa función a la
Secretaría del Tesoro, en 1913. En ambos la política económica la dictan
los llamados "Lobbies" y descuella la industria de armamento, que la
orienta hacía el aumento incesante del gasto militar. Ambos sectores
quitan recursos al resto de la economía real para mantener dos mundos
fantásticos: el de fabulosas fortunas virtuales y el de amenazas
imaginarias.
En la post-guerra, la presencia del marxismo-leninismo como ideología en
el poder hizo elevar los salarios e institucionalizar la protección
social de los trabajadores, principalmente en Europa, donde la Unión
Soviética estaba cerca y había poderosos partidos comunistas. Esa
amenaza potencial orientó la política del Estado hacia la conciliación
de intereses laborales y empresariales. La desaparición del bloque
soviético desencadenó la codicia. En Gran Bretaña y Estados Unidos eso
produjo alucinaciones que llevaron al despeñadero socio económico. El
cuento de que la libertad total a la codicia personal lleva a la
prosperidad colectiva, es falso.
La economía real se erosionó y está en vida artificial desde 2008. Es un
caso de esquizofrenia: la gente de bienes y servicios reales (99%) vive
una recesión, pero los dueños (1%) de las empresas en finanzas y defensa
reciben jugosos bonos y dividendos. Sucede que con deuda pública se dio
dinero a los bancos ("quantitative easing") para re-inflar las bolsas de
valores y el pago se cargó a los contribuyentes. Eso pudo haber sido un
nuevo comienzo si las prácticas y políticas hubiesen cambiado, pero
siguen igual y conducen inexorables a la crisis terminal.
Aún no hay conciencia pública de que vivimos un fallo masivo del sistema
económico y político impuesto por Wall Street y la City de Londres, con
su victoria de 1945. Los síntomas del colapso sin embargo son claros y
el más grave es el laboral, porque los salarios mantienen el consumo. En
EE UU el desempleo oficial es un 8%, pero sus estadísticas esconden
muchos datos(1) y el desempleo real anda en 18%, y creciendo. En Gran
Bretaña la cifra oficial es 8,4%, pero excluye a 3 millones
sub-empleados, con pocas horas semanales y a 4 millones del llamado
"precariat": gente en auto empleo casual, que pudiera definirse
auto-desempleada(2).
Desde 2008, el rescate de los bancos costó a EE UU más de 19 billones(3)
- cifra superior en un tercio de su PIB – que se usaron en nuevas
apuestas del sector financiero y no para movilizar la economía. Los
hogares perdieron $1,1 billón de su valor, más otros billones perdidos
en inversiones y fondos de pensión. Ahora, familias que fueron de la
clase media toman sopas en las cocinas de caridad. Estos inocentes pagan
los riesgos absurdos en que incurrió la codicia de los banqueros y del
complejo militar-industrial.
La ética socio-económica
La responsabilidad social de la economía es un asunto ético que ya
separaba a Adam Smith de David Ricardo. Smith habla de un "lucro
excesivo", contrario al interés social y parasitario; Ricardo lo ve como
meta económica y es el enfoque del neo-liberalismo de Milton Friedman;
es lo que enseñan en los Business Schools como Economía. Es un asunto
ético. Gregory Bateson (Mind and Nature) ya dijo que "La ética de lo
óptimo y la ética de lo máximo son dos éticas totalmente distintas". La
ética de lo óptimo enfatiza la calidad y se expresa con la satisfacción.
La ética de lo máximo es adictiva y tiene una sola regla: más es mejor.
Los excesos son siempre tóxicos y es lo que mata la economía
norteamericana y el sistema económico vigente. "La maximización de una
sola variable –nos dice Bateson- típicamente termina en patología". Una
economía sana mantiene equilibrio en la prosperidad de los distintos
sectores; cuando se favorece el crecimiento sólo de un par de ellos, hay
una situación parasitaria. Es el caso del sector financiero y de la
industria de armamento que piden por un lado austeridad económico-social
y por otro crean dispendiosas guerras innecesarias.
En su agonía el sistema desmantela la economía del Estado de bienestar
europeo. La banca europea pide más fondos para mantener el valor de sus
malas apuestas e impone su gente en los gobiernos. Se eliminan puestos
de trabajo, se precarizan el empleo y se privatiza servicios públicos.
Como dice Boaventura de Sousa en su Historia de la Austeridad: "El
objetivo es volver a la política de clase pura y dura, o sea, al siglo
XIX", a la del liberalismo ricardiano, a la Inglaterra descrita por
Charles Dickens.
Hay otras doctrinas
En el siglo XIX prevaleció un enfoque de la economía como ciencia cuyo
objetivo primario no son las ganancias del trabajo, sino las del capital
invertido… y aún, sólo el de algunos. Pero también hubo quienes pensaron
en las ganancias de los trabajadores y esas ideas fueron aplicadas
–tímidamente- en la Europa anterior al colapso de la Unión Soviética.
Ahora se les trata de ignorar y hoy sus obras son difíciles de encontrar
en las bibliotecas universitarias. Su falta es que miran la prosperidad
nacional como un objetivo superior a la ganancia individual; un criterio
objetable para las empresas apátridas que financian centros académicos y
cuya visión económica se enfoca a las ganancias trimestrales.
El primero fue el ginebrino Jean Charles de Sismondi, que publicó
"Nuevos Principios de Economía Política" en 1818. Allí acuñó el término
proletario –que luego usó Marx- para designar a quien con su prole
garantiza la mano de obra. Criticó a Ricardo y señaló que las ganancias
a expensas de salarios es una política miope, porque se necesitan buenos
salarios para que se consume la producción; fue también el primero en
pedir la intervención del Estado para evitar los abusos capitalistas y
en hablar de lucha de clases(4).
Sismondi predijo la crisis que aqueja hoy a Estados Unidos y otros
países, gracias a gobiernos cómplices. Habló de la sobreproducción que
lleva al imperialismo y a exprimir el consumo con deuda sobre salarios
futuros. Ahora se llama "Economía de la Oferta" y es Economía de la
Deuda. Sismondi culpó la sobreproducción del distanciamiento entre valor
útil del bien y su valor de cambio, que impulsa el consumo a crédito que
crea una deuda esclavizante. Algo que sucedía en Inglaterra y Estados
Unidos desde la primera mitad del siglo XIX. En esa época era deuda en
la tienda del empleador, ahora son tarjetas de crédito. Esa tragedia se
describe en la novela futurista "The Iron Heel"(1906), de Jack London.
Desde entonces los excesos congénitos y visibles del capitalismo y el
papel del Estado para corregirlos han inspirado propuestas concretas,
que se puede clasificar en dos tesis básicas.
El grupo de Karl Marx y sus seguidores, considera al capitalismo
irredimible e inmerso en un proceso dialéctico fatal que lo lleva a su
propia destrucción violenta. Lo remplaza una sociedad sin propiedad
individual.
Creo que Marx y sus seguidores son utópicos cuando basan su tesis
violenta en la solidaridad proletaria. La solidaridad es precaria entre
gente que lucha por sobrevivir y más si se les niega la aspiración a la
seguridad de tener hogar propio. La solidaridad de clase existe, pero
entre los muy ricos. A pesar de eso, el marxismo es válido como método
de estudio socio-económico y tiene aportes básicos para una propuesta
que remplace al ricardismo puro o neoliberalismo.
El otro grupo piensa que el capitalismo es utilizable en beneficio de la
sociedad con políticas de control; además de Sismondi, descuellan
Friederich List, Werner Sombart, Max Weber, Wilfredo Pareto, John
Maynard Keynes y en reversa Deng Xiaoping, en China.
Creemos que este segundo grupo es más realista y coincide con un
postulado de la ciencia política, mencionado antes por Sismondi,
Iturbide, Sarmiento y otros: En cosas de Estado los saltos son efímeros.
Se progresa por evolución, como en la naturaleza, y las instituciones
que perduran reflejan las circunstancias, la cultura y las ideas de sus
ciudadanos.
Este grupo de autores también fue influyente. List impulsó la
industrialización de Alemania; John Maynard Keynes desarrollo la función
económica del salario; Weber y Pareto orientan aún la economía social.
Sombart(5) acuñó el término capitalismo (Marx no lo usa) y el concepto
de la destrucción creativa, que usó su alumno Joseph Schumpeter. Su
trabajo más célebre no existe en inglés, porque la Universidad de
Princeton tiene el derecho exclusivo(6) y no lo hace.
Hay otros autores importantes que podemos estudiar: Vasili Leontief,
Nicolai Kondratieff, Joseph Schumpeter, Jon Elster, John Roemer y la
venezolana Carlota Pérez cuyo libro "Las Revoluciones Tecnológicas y el
Capital Financiero"(7) cubre 250 años de historia y muestra que los
cambios y las revoluciones técnicas tienen una notable regularidad y
obligan al rediseño institucional social y político. Vivimos uno de esos
momentos.
- Umberto Mazzei es doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de
Florencia. Es Director del Instituto de Relaciones Económicas
Internacionales en Ginebra. http://www.ventanaglobal.info
Notas:
(1) No se cuentan los desempleados que dejan recibir su seguro de
desempleo aunque sigan sin trabajo. Se cuentan como empleados a los
desocupados que trabajan algunas pocas horas semanales a destajo. Hay
unos 50 millones en EE UU que viven bajo el nivel calificado de pobreza.
Morris Berman, Why America Failed.
(2) The Guardian, John Philipott: We need employment statistics that
confront political spin. 16 January 2013.
(3) Es el término internacional y español; los anglosajones les dicen
trillions (o sea, millones de millones).
(4) Economie politique (1815), Nouveaux principes d'économie politique
(1819).
(5) El Capitalismo Moderno (Der Moderne Kapitalismus), 1902 y su última
versión en 1927.
(6) Fuente: fr.wikipedia.org/wiki/Werner Sombart
(7) Carlota Perez and Chris Freeman, "Technological Revolutions and
Financial Capital: the Dynamics of Bubbles and Golden Ages". Edward
Elvin Publishing Limited, Glensanda House, Cheltenham, UK. 2002.
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