viernes, 4 de enero de 2013

[alai-amlatina] Chile: 2013: ¿Qué hacer?

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Chile: 2013: ¿Qué hacer?

Adolfo Castillo

ALAI AMLATINA, 04/01/2013.- La elección presidencial y parlamentaria
del 17 de noviembre de 2013 constituirá un momento de inflexión
político-generacional en el prolongado experimento neoliberal aplicado
desde 1973. Esta inflexión, empero, no estará exenta de tensiones, que a
su vez anidarán potenciales conflictos de futuro. Examinemos algunas
razones.

Un preámbulo necesario. Tras los acuerdos entre Pinochet y la
Concertación de concordar en la mantención del orden económico y
político, basado en la ideología neoliberal, comenzó a desarrollarse lo
que puede denominarse una acción político institucional sistémica, es
decir, operar con arreglo a la lógica modernizadora imperante y a su
racionalidad instrumental. Todo vale para alcanzar los objetivos
económicos y de gobernabilidad del posconflicto. Es justo decir que la
Concertación tuvo en esto una actuación sobresaliente.

Toda la práctica gubernamental y legislativa se ordenó en torno de las
factores de poder que permitieron la reproducción de los engranajes que
dieron vida y dinamismo al sistema de producción y reproducción de
privilegios para las minorías, mismas que participaron del reparto de
los despojos del estado destruido en 1973, y que se enriquecieron con
las empresas públicas privatizadas, construyeron universidades-empresas,
se apropiaron de las millonarias cotizaciones previsionales y tranzaron
en la bolsa para principal provecho propio, o lucraron con la educación
pública. Reparto en el que también participaron activamente los actores
neo-sistémicos o nuevos conversos de la Concertación, sea por
conveniencia o por convicción.

En el mismo eje temporal, pero en estratos diversos, tuvo lugar una
emergente pero sostenida acción política no institucional, esta vez
proveniente de la acción colectiva autónoma y de los movimientos sociales.

Desde el mismo día en que se instaló el primer gobierno de posdictadura,
comenzó la acción política de los actores no sistémicos, y así el país
se fue informando de la depredación ambiental, de la colusión entre
política y empresas, del lucro en la educción, de las demandas de los
mapuche y otros pueblos originarios, del robo de agua por parte de
empresas ligadas a integrantes de Concertación y la Alianza, de las
violaciones al medio ambiente por parte del Estado, de la corrupción en
los servicios públicos con aquiescencia de las más altas autoridades, y
una interminable nómina de abusos que organizaciones ciudadanas han
tenido el coraje de poner en la agenda pública, pese a sufrir
persecuciones, malos tratos e inclusive formas de violencia.

En un escenario político como el que ofrece el 2013, habrán de
enfrentarse electoralmente estas dos opciones, las cuales pueden
plantear matices pero que en lo esencial no alteran el cuadro en
desarrollo: por un lado, habrá acción política sistémica conservadora, y
propuestas de acción sistémica reformista; la primera, ejercida por los
partidos de las empresas y herederos de la dictadura, los segundos, por
los partidos de la Concertación que reprodujeron el modelo neoliberal e
intentaron humanizarlo sin éxito.

Por otra parte, se han venido conformando proyectos políticos que han
emergido en la posdictadura y sacado lecciones de lo observado. Estos
nuevos actores y sus prácticas, como de jóvenes agrupados en Revolución
Democrática e Izquierda Autónoma; PAIS, MAIZ, Partido Igualdad, por
citar a los más recientes y de prácticas nuevas, se localizan más en
un eje de acción política no institucional, aun cuando ya han debido
enfrentar el escenario de las reglas heredadas de la dictadura retocadas
pero no alteradas por la Concertación, como el tema electoral.

La elección de noviembre de 2013 exigirá a los potenciales competidores,
sea en la arena presidencial o parlamentaria, adoptar definiciones
claras frente a una sociedad exigente que dijo basta en octubre del año
pasado y se abstuvo de dar su voto a los mismos de siempre y optó en
casos emblemáticos por el cambio ciudadano, como en Providencia.

La cuestión que tensionará el cuadro será el enfrentamiento de dos
lógicas y de dos estilos de comprender la política del siglo 21 en
Chile: aquella que buscará reproducir el proyecto neoliberal y su orden
de privilegios para minorías, o aquel que buscará superarlo. Puede
suponerse a priori que los actores sistémicos conservadores harán lo que
esté de su lado para preservan privilegios, con un gran poder para
lograrlo dado los amplios recursos de que disponen. Respecto de los
actores sistémicos reformistas, es aún prematuro proyectar
comportamientos, toda vez que no es conocido su candidato/a ni el
programa que llevará a cabo, ni menos quienes formarán parte de un
posible gobierno.

Las opciones del primer grupo se ven menguadas dada la baja aprobación
ciudadana de la Coalición y de su falta de defensa de ideas propias. Las
opciones de la segunda, que supuestamente corre segura por la magia de
las encuestas, es aun más incierta, pues no se ven anuncios de enfrentar
el proyecto neoliberal en toda la línea, no entendiendo la voz del pueblo.

Cuando se plantean la opción de ampliar el arco político para sustentar
un gobierno de mayoría, los actores sistémicos reformistas deberá echar
mano a los actores políticos no sistémicos, lo que de concretarse
traería consigo grandes tensiones a futuro, pues las lógicas de acción
política de ambos son de aleaciones muy diversas.

En consecuencia, el campo de lucha política y social de 2013 es entre
dos proyectos en torno a una contradicción central: o se reproduce, o
se transforma el proyecto neoliberal (orden económico e
institucional), y se resuelve la contradicción entre democracia de
mayoría y participativa, y democracia de unos pocos y elitista.

Las decisiones que los actores incidentes adopten en los próximos meses
habrán de considerar, por ejemplo, si alcanzar un escaño en el Congreso
Nacional constituye un acto de legitimación y reproducción del orden
institucional o es un acto de transformación; si formar parte de un
gobierno de reformas reproduce o transforma. Y algunos partidos deberán
decidir si se suman al proyecto conservador o asumen su vocación
reformista o asumen su vocación transformadora no sistémica.

En tanto, en las calles y en los intersticios de la sociedad real,
seguirán anidando las propuestas que hagan viable el camino que permita
retomar la senda trazada por los padres de la patria, los luchadores de
la democracia y la justicia social.

- Adolfo Castillo, Director Académico, Magíster en Ciencias Sociales.
Universidad de Arte y Ciencias Sociales -ARCIS

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