lunes, 17 de diciembre de 2012

[alai-amlatina] Venezuela: Un avance irreversible

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Venezuela: Un avance irreversible

Atilio Boron

ALAI AMLATINA, 17/12/2012.- El Partido Socialista Unido de Venezuela
(PSUV) obtuvo una victoria arrasadora en las elecciones venezolanas. La
derecha esperaba que, ante la enfermedad del presidente Hugo Chávez,
cundieran el desaliento y la resignación que harían morder el polvo de
la derrota a los bolivarianos.

Ocurrió exactamente lo contrario: el chavismo avanzó en los grandes
bastiones de la reacción, que sólo pudo retener tres de los siete
estados que antes controlaba. Triunfó en Zulia, emporio petrolero y el
estado con mayor población y en Carabobo, núcleo industrial del país.
Aparte se alzó con la victoria en Táchira, estado fronterizo con
Colombia y ruta preferencial de paramilitares y narcos para sembrar el
terror en Venezuela; y en la insular Nueva Esparta.

Hay un par de casos que merecen un párrafo aparte: en Zulia el candidato
de la derecha, Pablo Pérez, no pudo ser re-electo perdiendo casi 85.000
votos en el camino y bajando del 53 por ciento, obtenido en las
elecciones del 2008, al 48 por ciento. Mientras, el candidato chavista
subía del 45 al 52 por ciento, cosechando una clarísima victoria en un
estado que había sido tradicionalmente hostil a los bolivarianos. Y en
Miranda el ex candidato presidencial Henrique Capriles ni siquiera
mantuvo su caudal electoral: había obtenido el 53 por ciento en el 2008
y logró el 52 por ciento días pasados, reduciendo el margen de su
victoria y fracasando en su apuesta - y la de toda la derecha y el
imperio- de transformar su protagonismo en la reciente pugna
presidencial en un trampolín que lo instalase como el gran contendor del
chavismo para las elecciones presidenciales que eventualmente pudieran
tener lugar en el caso de que Chávez no asumiera la presidencia el
próximo 10 de Enero.

¿Cuál es la principal lección que puede extraerse de lo ocurrido el
domingo pasado? A nuestro juicio, que las transformaciones sociales,
económicas, políticas y culturales que tuvieron lugar a lo largo de
catorce años de hegemonía chavista han tenido un calado tan hondo que
aún en ausencia del líder histórico y fundador del movimiento sus
voceros y sucesores están en condiciones de derrotar ampliamente a sus
adversarios.

Más allá de las controversias que, ante los ojos de las clases y capas
subalternas, pudiera suscitar uno u otro personaje del elenco
bolivariano ellos son percibidos como representantes de la nueva etapa
histórica por la que comenzó a transitar Venezuela desde comienzos de
1999, y ese pueblo no está dispuesto a regresar al pasado.

La oposición, al menos hasta ahora, no aparece como una alternativa ni
cuenta con un referente capaz de derrotar al chavismo. Cuesta pensar que
en la eventualidad de una elección presidencial -precipitada por la
inhabilitación absoluta que pudiera tener Hugo Chávez para asumir la
presidencia- Capriles pudiera construir un liderazgo que, más allá de la
mercadotecnia política ofrecida y financiada por Estados Unidos, tuviera
la fuerza necesaria como para oponerse a la eficacia práctica del legado
histórico del chavismo. Es decir, a la ciudadanización de grandes masas
tradicionalmente excluidas y explotadas y a los grandes avances en
materia de salud, educación, cultura, vivienda, seguridad social y
recreación.

En este sentido podría arriesgarse la hipótesis de que el proceso
bolivariano habría pasado un punto de no retorno, constituyendo una
sólida y perdurable mayoría electoral suficientemente blindada ante los
ocasionales sinsabores de la coyuntura o las frustraciones provocadas
por algunas decepcionantes (y puntuales) experiencias de gobierno.

La historia del Partido del Congreso en la India, del PRI en México y
del peronismo en la Argentina son otros tantos ejemplos que confirman
que cuando la hegemonía electoral se asienta sobre las raíces de un
proceso de profundas transformaciones –aun cuando se encuentre en curso,
como es el caso de Venezuela- la correlación de fuerzas que se arraiga
en el plano de lo social y que opone a ricos y pobres, capitalistas y
trabajadores, no puede dejar de proyectarse sobre los procesos políticos
electorales. Esto fue lo que ocurrió en las recientes elecciones
venezolanas, que ratifica lo que expresara Fidel en su carta a Nicolás
Maduro, el 15 de diciembre, cuando dijera que tenía la seguridad de que
por dolorosa que fuese la ausencia de Chávez los venezolanos "serían
capaces de continuar su obra".

Quienes también van a continuar su obra van a ser los imperialistas y
sus aliados locales, de modo que será preciso mantenerse en una actitud
de permanente vigilancia. Porque, si no pudieron derrotar al chavismo en
las elecciones sólo por un alarde de ingenuidad podría pensarse que
ahora archivarán sus proyectos de dominación y se quedarán de brazos
cruzados, resignados ante el inapelable veredicto de las urnas.

- Atilio A. Boron es Director del PLED, Centro Cultural de la
Cooperación Floreal Gorini, Buenos Aires, Argentina
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