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El panorama latinoamericano para la política exterior de los EE.UU.
Alejandro L. Perdomo Aguilera
ALAI AMLATINA, 06/12/2012.- Los instrumentos claves de la hegemonía y el
poderío nacional de los Estados Unidos resultan básicos para el
re-acoplamiento del liderazgo mundial de ese país en el sistema-mundo,
acorde con los cambios que se producen tanto al interior de esa sociedad
como en la arena internacional. Para este objetivo central, se trazan
prioridades estratégicas a nivel internacional, que consoliden el
carácter hegemónico de su política exterior. En este interés se
articulan los instrumentos políticos, diplomáticos, ideológicos,
culturales, económicos e informacionales del poderío nacional
estadounidense.
La política exterior de ese país, matizada por la diplomacia
transformacional, afronta la necesidad de transformar la visión de los
EE.UU. ante el mundo. Para el caso latinoamericano, acoge un complejo
contexto con una correlación de fuerzas que resulta contestataria a los
intereses imperiales en los foros regionales.
En ese panorama, el gobierno estadounidense ha debido perfeccionar la
proyección político-diplomática, mediante el poder inteligente (smart
power) y la diplomacia y el desarrollo como complemento de la defensa
(las tres D). Desde estos presupuestos, se perfeccionan las bases
esenciales de la política exterior de los Estados Unidos, para el
efectivo cumplimiento de los objetivos estratégicos en la esfera
internacional.
La política exterior de los Estados Unidos en el nuevo escenario global,
se halla en un proceso de reacomodo y adaptación ante la emergencia de
nuevas potencias económicas como China y Rusia en primera escala y en un
segundo orden la India, Brasil y Sudáfrica, completando el eje de los
BRICS.
El caso brasileño merece una especial atención por el rol que desempeña
en el escenario latinoamericano y los espacios de cooperación que se
abren con EE.UU. en la lucha contra el narcotráfico, contra el cambio
climático y para alcanzar la seguridad en temas energéticos. En esta
relación, se destacan zonas de interés geoestratégicos como la Amazonía
y la Triple Frontera, donde las dinámicas político-diplomáticas
adquieren relevancia.
El instrumento económico, financiero y comercial juega también un rol
importante, en la inversión y el ejercicio de influencia a partir de las
transnacionales, las ONGs, y otros grupos ad hoc en la región, que han
formado bases de trabajo en territorios claves. En esta proyección el
empresariado estadounidense tiene grandes cuotas de poder.
Los intereses geoestratégicos de EE.UU. deben comprenderse desde la
formación imperial del Estado-Nación. Por ello el Dr. Néstor García
Iturbe considera: "Dentro de los mecanismos de dominación utilizados por
Estados Unidos, es importante tomar en cuenta el comercio, fundamentado
en el intercambio desigual y preferencial en lo que respecta a la nueva
metrópoli." (1)
Otro elemento de imprescindible consideración en la proyección de EE.UU.
hacia el hemisferio, radica en el impacto de la crisis del
sistema-mundo, donde el hegemón ha reconocido la necesidad de realizar
cambios a nivel doctrinal, para el ejercicio de una política exterior
más efectiva. En este sentido, ya no basta con la recuperación económica
y la demostración de la supremacía militar, sino que para la
consolidación hegemónica es necesaria también, la preservación de su
liderazgo en el orden político, diplomático, ideológico, cultural e
informacional.
En este afán se emprenden reformas en la proyección de la política
exterior y de seguridad, guiadas por el Smart power y las tres D. Desde
estos presupuestos, se desarrolla una diplomacia en correspondencia con
la necesidad de recuperar credibilidad y adecuar la agenda internacional
a los nuevos tiempos. Para ello, los Departamentos y Agencias del
gobierno estadounidense han llevado a cabo varias reformas, de donde se
destacan las implementadas por el Departamento de Estado y la Agencia de
Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).
La actualización de los documentos rectores de la política exterior y de
seguridad, arrojan algunas pistas. Tanto la Estrategia de Seguridad
Nacional de 2010, la Revisión Cuadrienal de Diplomacia y Desarrollo
(QDDR) de 2010, cómo los lineamientos de la USAID, dejan claro la
necesidad de implementar modificaciones a las formas de proyección
internacional de los EE.UU.
En este interés destaca la relevancia al tema de la seguridad y el poder
civil, realzado en la QDDR como un soporte para promover los intereses
nacionales y atraer socios. El tema del liderazgo, visto desde la
mediación del poder civil significa un trabajo de liderazgo y
coordinación sobre los recursos de todos los organismos civiles
estadounidenses, puestos en función de "prever" y "solucionar"
conflictos. Asimismo, se entiende al poder civil como un elemento básico
para la promoción de sus valores e intereses estadounidenses al resto
del mundo. Estos se potabilizan por medio de la "cooperación" contra la
pobreza, el tráfico ilícito de drogas y los desastres naturales.
En los últimos meses, donde los medios fueron copados con el show
electoral, ha existido un interesante despliegue de funcionarios
militares y diplomáticos hacia la región. Entre ellos se destacan las
"(…) visitas de coordinación del representante del Pentágono, Frank
Mora, a distintos países suramericanos para organizar seminarios
especiales para los funcionarios de los ministerios de defensa y
preparar nuevos acuerdos de instalación de bases norteamericanas en
estos territorios." (2)
Por otra parte, la relación de EE.UU. con los latinos se complejiza,
incluso al interior de esa sociedad. Los efectos de la crisis económica
sobre el empleo y su particular afectación para los inmigrantes latinos,
tienen un impacto electoral. La reelección de Obama con el apoyo de la
mayoría de este sector deja en claro la importancia del voto latino,
como principal minoría de ese país.
"Un país con 50,5 millones de personas de origen latino que representan
el 16% de la población y casi el 12% del electorado. Se convirtieron en
la principal minoría del país y son mayoría en 28 ciudades, con un
crecimiento de casi la mitad (43 %) en la última década." (3)
Esta realidad unida al peculiar sistema de votación de ese país, hace
que en Estados pendulares como Colorado, Ohio, Nevada, Carolina del
Norte y La Florida, resulte estratégica la atracción del voto latino.
Estas transformaciones permiten comprender la ascendencia de los latinos
en la política estadounidense, con figuras como Joaquín Castro y
cubano-americanos como los senadores Marco Rubio, Robert Menéndez y Ted
Cruz, así como los congresistas David Rivera y Joe García.
Estas trasformaciones calan en la opinión pública estadounidense, con
efectos socioculturales de imprescindible valoración para un diagnóstico
lógico. Sobre este elemento el académico Immanuel Wallerstein consideró:
"El antagonismo hacia México debido a los migrantes indocumentados ha
llegado a jugar un papel importante en la política estadunidense y ha
estado socavando los supuestos lazos económicos cercanos con México. Y
en cuanto al resto de América Latina, el crecimiento de su postura
geopolítica independiente es fuente de frustración para el gobierno
estadunidense y de impaciencia para el público en ese país." (4)
Por otra parte, la relación con los gobiernos contestatarios de la
región se dificulta, con la desfavorable relación político-diplomática
con el núcleo fuerte del ALBA (Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y
Cuba); los problemas de inseguridad y la violencia, derivados de la
guerra contra las drogas en México y Centroamérica, y el ascenso de
Brasil como potencia emergente. Esta situación, deja un difícil
escenario para la consolidación hegemónica estadounidense.
La continuidad de los golpes de Estado o sus intentos, desde las
amenazas desestabilizadoras contra los gobiernos de Venezuela, Bolivia y
Ecuador, el golpe de Estado en Honduras y la destitución del presidente
Fernando Lugo en Paraguay, muestran el interés del gobierno
estadounidense por cambiar la correlación de fuerzas de la región.
El golpe en Paraguay refleja un nuevo periodo de las relaciones entre
EE.UU. Latinoamérica, donde Brasil juega un papel más importante en el
ajedrez regional. Desde la acción de ese país en el MERCOSUR,
desfavorable para Paraguay y favorable para la entrada de Venezuela,
parece haber ocurrido un efecto boomerang para los intereses
estadounidenses en Sudamérica. Por si fuera poco, la reelección del
presidente Chávez y el mejoramiento de las relaciones con Colombia
dificulta el trabajo de divide y vencerás de la política exterior
estadounidense.
El avance del proceso de paz entre el gobierno colombiano y la
guerrilla, actuando Cuba como mediador junto a Noruega, denota un nuevo
contexto. En tales circunstancias, el aislamiento de Cuba en los foros
regionales resulta un fracaso. En la OEA se posicionó el regreso de Cuba
y para la Cumbre de las Américas en Colombia, fue reclamada la
participación de la Isla.
En el plano de la seguridad, la legalización de las drogas ha aumentado
el debate, de lo que fue eco la pasada Cumbre de las Américas. El auge
de este tema dificultaría los intereses de EE.UU. en la región, al
proponerse políticas de debilitarían los fundamentos que justifican sus
efectivos de seguridad en el hemisferio. El impulso de los países
latinoamericanos del Consejo de Defensa Sudamericano y la expulsión de
la USAID y la DEA por los gobiernos latinoamericanos más radicales,
ofrece señales de alerta contra la ansiada conquista de los corazones y
las mentes latinas, a través del American dream.
En el área informacional, la utilización de las redes sociales en
Internet y los medios alternativos, por movimientos y gobiernos
contestatarios, ha mostrado otras visiones sobre la proyección de EE.UU.
en Nuestra América. Un ejemplo claro de ello es la extensión de su uso
por presidentes latinoamericanos como Chávez, Correa y Dilma, así como
por movimientos sociales emancipadores.
Los escándalos provocados por la Operación Rápido y Furioso y la
Naufragio, las cuales permitieron armar a los carteles de la droga,
incrementan la visión desfavorable hacia la política exterior y de
seguridad de los EE.UU. hacia la región. Si a esto se suma el incremento
de muertes a causa de la guerra contra el narcotráfico, puede percibirse
el difícil panorama para la consolidación hegemónica en la región.
Estas circunstancias han modificado la matriz de opinión de los países
latinoamericanos y, también, al interior de los Estados Unidos;
evidenciándose la necesidad de una reformulación de los instrumentos
claves de la política exterior y de seguridad de Washington en
Latinoamérica, a partir de métodos más convincentes. Según las últimas
encuestas, y a consideración de Immanuel Wallertestin: "En la opinión
pública el elemento más importante relacionado con la política exterior
estadounidense es la incertidumbre y la falta de claridad." (5)
El contexto internacional no ayuda. La crisis económica en la UE, y las
relaciones de estos países con Latinoamérica, aumentan los
cuestionamientos sobre el liderazgo estadounidense, ante la crisis que
atraviesa el sistema-mundo. El ascenso de China y el incremento de sus
relaciones económicas, comerciales y financieras con Latinoamérica, es
otro de los elementos donde cede espacios el hegemón, si bien preserva
su predominio en la región.
En esta atmósfera, el gobierno estadounidense rearticula los
instrumentos del poderío nacional para perfeccionar la penetración
imperial. En este sentido, se validan conceptos como la responsabilidad
de proteger, para temas sensibles como la seguridad humana, la
gobernabilidad, la convivencia democrática, el estado de derecho y la
violencia y la criminalidad, que posibilitan el trabajo de influencia
con sectores señalados como "vulnerables" en los documentos rectores de
la política exterior y de seguridad estadounidense.
Ante estas circunstancias, en la percepción de la opinión pública crece
el estado de frustración e incertidumbre, y muchos se preguntan qué será
de la política internacional de los EE.UU. en la aldea global de las
próximas décadas. Al respecto, el politólogo Immanuel Wallerstein
consideró: "Es probable que para 2020 y para 2030 la política exterior
comience a digerir la realidad de que Estados Unidos no es la única
superpotencia todo poderosa, sino simplemente uno de los cuantos loci de
poder geopolítico." (6)
- Alejandro L. Perdomo Aguilera marire@infomed.sld.cu
Notas:
1) Néstor García Iturbe. Los mecanismos de dominación de Estados Unidos.
En: "Los Estados Unidos en la época de Bush". Editorial Ciencias
Sociales, La Habana, 2009.
2) Pedro Pablo Gómez. Estados Unidos y Latinoamérica: Detrás de la
campaña.24 octubre, 2012. En:
http://lapupilainsomne.wordpress.com/2012/10/24/estados-unidos-y-latinoamerica-detras-de-la-campana/
3) Los retos de Obama en su segundo mandato (2013-2017). En:
http://www.cubadebate.cu/opinion/2012/11/16/los-retos-de-obama-en-su-segundo-mandato-2013
4) Immanuel Wallerstein. La política exterior de Estados Unidos y su
opinión pública interna. En:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=158332 publicado 28-10-2012
5) Immanuel Wallerstein. Ob;cit
6) Immanuel Wallerstein. Ob;cit
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