miércoles, 21 de diciembre de 2011

[alai-amlatina] Realpolitik sudamericana

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Realpolitik sudamericana

Marcos Methol Sastre

ALAI AMLATINA, 21/12/2011.- Ha concluido en la ciudad de Montevideo la
XLII Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur que tuvo, entre varios temas
importantes -y el impacto de la triste noticia de la muerte del joven
funcionario argentino Iván Heyn-, el llamado de los Presidentes a la
adhesión definitiva de Venezuela como socio pleno del bloque, la
propuesta de Ecuador para asociarse y la firma de un Tratado de Libre
Comercio (TLC) con Palestina. Conviene, pues, hacer algunos
señalamientos sobre el fondo de estas negociaciones, para comprender el
camino y la orientación que se está perfilando.

Históricamente desde el nacimiento del Mercosur en 1991, las objeciones
más fuertes de los uruguayos y paraguayos responden a una sensible
manifestación de descontento que se origina en las incongruencias entre
el discurso y los hechos concretos de los socios principales, Argentina
y Brasil. Vaya si habrá motivos para sostener esta postura, y la
cuestión es profunda, no se limita a las asimetrías estructurales
solamente; hay un esfuerzo de reconstrucción y reconciliación con
nuestra historia común, para superar una solidaridad bucólica y dar paso
a una identidad ciudadana compartida.

Como todo en la vida, la cuestión es discernir, y tener la inteligencia
de ver la complejidad de la realidad y los signos que se presentan.
Primero, hay que decirlo, el Mercosur nos conviene. Y no se trata de
proyecciones ni ilusiones, sino que surge de los números actuales que
hacen de nuestro comercio intra-regional el principal destino de los
productos con valor agregado, con las importantes consecuencias que ello
implica para la estructura económica y social de un país. Segundo,
estamos en un mundo en donde campea la incertidumbre, un período
bisagra, con el pasaje hacia un orden de poder multipolar. Las
implicancias aún son indescifrables, por el efecto de la mundialización
económica e informática, las olas migratorias y el ascenso de culturas
milenarias como los persas y los chinos que supone contrastes para
nuestros modos, valores y costumbres occidentales. La historia es
historia de la globalización; es ciencia, cultura, política y valores
puestos en movimiento, y en permanente cotejo con "el otro". Por ero es
principalmente historia del ser humano. Con (entre otros) Enrique el
Navegante, Colón y Elcano se desemboca en una geopolítica de
estados-nación en Westfalia. Con James Watt, Albert Einstein y Norbert
Wiener se desemboca en una geopolítica de estados-continente. Tengamos
la capacidad de saber plantear la discusión en las micro-urgencias y las
macro-exigencias, las unas con las otras.

Venezuela nos importa porque contribuye a la estrategia de superación de
asimetrías en el Mercosur. Lo reconoció el Presidente José Mujica cuando
declaró que "la entrada al Mercosur de Venezuela ayudaría a mejorar las
asimetrías notorias que existen dentro del Mercosur, porque dos países
grandes, uno casi una potencia como Brasil, el otro muy importante como
la República Argentina, están acompañados por dos países pequeños no en
cuanto a recursos sino a masas" por lo que el ingreso de Venezuela al
bloque "le da un aspecto mucho más complementario". Además, como ha
señalado el Presidente Hugo Chávez, el ingreso venezolano lograría
"abrir el Mercosur al (océano) Pacífico (...) Somos miembros de la OPEP
(Organización de Países Exportadores de Petróleo), tenemos reservas de
gas y energía, tenemos cosas que aportar. Tenemos que apurar esta
marcha, acicateados por la crisis mundial que nos amenaza" [Agencia
IPS]. Algo similar podría considerarse respecto a Ecuador. La cuestión
es, en definitiva, reconocer que una estrategia inteligente pasa por
entender la asimetría desde una perspectiva dinámica, ser creativos, y
no esperar altruismo de vecinos o extranjeros. Tener una visión
componedora, de eso se trata.

Con sentido de la oportunidad, el diario El País publicó en su editorial
del domingo una columna del cubano-norteamericano Carlos Alberto
Montaner, titulado "Guerra Fría". En ella se despacha en burdos insultos
contra el presidente venezolano Hugo Chávez, al que acusa de lazos con
grupos terroristas islámicos, de una alianza junto a Irán en contra de
EEUU e Israel, y todas las demás simplificaciones que suelen atribuirse
a los que están en el "eje del mal". No es una maniobra original,
nuestra historia está plagada de ejemplos semejantes. Someterse a dichas
prerrogativas redunda en una miserable visión del mundo en blanco y
negro, de intrigas, conspirativa, de lucha darwiniana y anti-nacional
(por lo tanto anti-cultural y anti-histórica). No debe haber mayor
desdicha que la de este hombre, vivir rodeado de fantasmas, en agónico y
progresivo envejecimiento (del espíritu, por eso también, de
envilecimiento). Algunos mueren una vez en la vida, otros, todos los días.

Vayamos al otro punto, el TLC con Palestina. Se lo entiende como parece
lógico como un gesto político más que de relevancia comercial. ¿Qué
implica? La situación en el Medio Oriente y la región euroasiática tiene
varias dimensiones que escaparían al análisis de este artículo.
Mencionemos algunas sustanciales. Una de ellas es la situación de
progresivo aislamiento que acusa, con evidencia, Israel en su región. A
la ya conocida relación hostil que mantienen recíprocamente con el
gobierno iraní, se suman el distanciamiento de Turquía (incidente de la
flotilla de Gaza; propuesta turca de una alianza militar del Mar Negro
con Rusia y Ucrania en 2010), de Egipto (derrocamiento de Mubarak generó
tensión con Israel, con el reciente antecedente del ataque a la embajada
israelí en el Cairo), el apoyo que logró Palestina de parte de la Unión
Africana, la OCI (Organización de la Conferencia Islámica) y el
Movimiento de los No-Alineados para su reconocimiento como miembro de la
ONU, y finalmente los giros extremistas que podrían dar Libia y Siria,
entre otros. En este complicado marco, Israel redobla sus exigencias de
cooperación a EEUU y Europa, dando señales de que no permitirá ser
asfixiada sin comprometer seriamente a sus aliados en una eventual
guerra con Irán. Por otro lado, el avance de los colonos israelíes ha
prolongado los enfrentamientos y han nacido voces disidentes como la del
pensador judeo-palestino Uri Davis.

Lejos de procurar una explicación simplista en un drama complejo, los
sudamericanos reafirmamos nuestro compromiso y apoyo al diálogo y la
solución pacífica de las controversias, como lo demostró en su momento
el presidente brasileño Lula Da Silva en su llamado a relanzar las
conversaciones de paz entre palestinos e israelíes en 2010. Mucho tiempo
antes, el reconocido diplomático Oswaldo Aranha [Canciller de Getulio
Vargas que -vale la acotación- con su par argentino Ruíz Guiñazú
celebraron, en 1941, un tratado brasilero-argentino manifestando "el
propósito de conseguir establecer en forma progresiva un régimen de
intercambio libre, que permita llegar a una unión aduanera (…) abierta a
la adhesión de los países limítrofes" -ver Getulio Vargas y el brasil
moderno de Luis A. Moniz Bandeira] en ocasión de encontrarse presidiendo
en 1947 la Asamblea General de Naciones Unidas, abogó por una respuesta
política que lograra contemplar tanto a Israel como a Palestina.

Por eso el primer país que firmó un TLC con el Mercosur fue Israel en
2007. Por eso ahora se ha concretado uno similar con Palestina. Estamos
haciendo política real sudamericana; no es cuestión de ideologías de
izquierda ni derecha, es el nacimiento de una política de estado común
de los sudamericanos. Cuando miramos hacia afuera, el panorama es
bastante desalentador, y el escenario se muestra muy crítico, para la
paz y estabilidad de sus pueblos. A veces pasa desapercibido, como las
alarmantes advertencias del presidente ruso Medvédev a la OTAN para que
suspenda el programa de defensa misilístico en Europa (en un video que
puede verse en Youtube), o la división de Sudán por los recursos
naturales. Hoy el Mercosur, más que nunca, debe ser nuestro camino
verdadero de crecimiento económico y desarrollo tecnológico-industrial,
para salir progresivamente del círculo de dependencia que nos ha ligado
a Gran Bretaña, Estados Unidos y nos liga hoy a China. Pero sin política
exterior común, dicho sea de paso una de las carencias primordiales de
la unidad europea, no será posible sostenerlo. Así, se hace también
indispensable, en el seno de Unasur, entender las múltiples implicancias
y lo decisivo de generar una política complementaria con Mercosur [ver
Los Desafíos Geopolíticos del Consejo Suramericano de Defensa, Miguel
Ángel Barrios, 2011]. El Mercosur es fundamental, porque le da cuerpo
sanguíneo a la Unasur y la Celac.

Ya lo anticipó el mentor de Bolívar, el gran pensador venezolano Simón
Rodríguez, cuando nos señaló: "O inventamos o erramos". Es el tiempo de
la cultura y la política en Nuestra América.

- Marcos Methol Sastre es editor del sitio metholferre.com, Uruguay

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