miércoles, 30 de noviembre de 2011

[alai-amlatina] Durban COP17: Ciencia, Justicia y Equidad

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Durban COP17: Ciencia, Justicia y Equidad
Principios para arrancar el clima de manos del capitalismo salvaje

Elizabeth Peredo

ALAI AMLATINA, 30/11/2011.- Ya lo dijimos y lo repetimos: el Clima está
en manos del "capitalismo salvaje" y sus instituciones. En las
negociaciones del último año no se ha avanzado prácticamente en nada
positivo para los pueblos, no se han logrado compromisos de una mayor
reducción y, apoyados en los acuerdos de Cancún, se ha seguido una
lógica suicida de "compromisos voluntarios" orientados a desmantelar el
régimen del clima y fomentar un nuevo instrumento que sustituya al
Protocolo de Kyoto facilitando a las grandes economías eludir sus
responsabilidades, en particular a EEUU. Se ha empoderado al Banco
Mundial y su rol en el Fondo Verde abriéndose hacia una mayor
privatización, endeudamiento y condicionalidades, se ha avanzado en
afinar los mecanismos de mercado para el "control" de las emisiones, no
se cuentan con compromisos para fondos suficientes que respondan a la
catástrofe, se ha debilitado en la práctica la situación de los países
en desarrollo y vamos vertiginosamente hacia temperaturas mayores a los
2ºC, algunos colectivos científicos hablan incluso de que en este siglo
podríamos superar una elevación de 4ºC promedio: una verdadera catástrofe.

Las decisiones que se vayan a tomar ya son tardías, pero daría al menos
una esperanza saber que los estados son concientes de la magnitud de
esta crisis y de sus responsabilidades. Los gobiernos deben decir la
verdad, explicar a sus pueblos lo que pasa, pues los lamentos y las
promesas de un futuro no son suficientes, necesitamos medidas efectivas
e inmediatas para parar esta destrucción.

Exigimos a los gobiernos que en la COP 17 defiendan los principios de la
equidad y de las responsabilidades históricas de las grandes economías
para con el mundo y que los países responsables de esta catástrofe no
solamente se comprometan a reducciones sustantivas de sus emisiones,
sino a dejar de impulsar un desarrollo insostenible en el sur mediante
sus empresas, sus políticas y su afan de salvar al capitalismo en su
crisis financiera. El planeta no tiene por qué pagar el costo de la
crisis producida por ellos mismos.

Exigimos también a nuestro gobierno que, a tiempo de defender el régimen
climático basado en las responsabilidades históricas y diferenciadas
entre las grandes economías y los "países en desarrollo", actúe con
coherencia y consecuencia en el nivel internacional y a nivel local,
porque si bien clamamos por el derecho al desarrollo, debemos decir con
la cara en alto que el tipo de desarrollo que buscamos no es el mismo
que el que está destruyendo el planeta. Los representantes de Bolivia
deben ser coherentes con cómo poner en práctica aquello que llamamos los
"derechos de la Madre Tierra", esos temas incluidos en los textos
borradores de negociación deben contar con explicaciones coherentes,
reflexionadas, basadas en lo que las realidades locales están clamando.

Y a quienes se rasgan las vestiduras afirmando que los que más
contaminan hoy son los países emergentes, que no para nosotros son
ningún modelo a seguir, les recordamos la enorme deuda histórica que los
países desarrollados y las grandes economías tienen con los países
pobres y que son precisamente las grandes transnacionales de occidente
las que exacerban el extractivismo y el desarrollismo. El argumento de
las economías emergentes está siendo usado por los países desarrollados,
en particular por Estados Unidos, para desmantelar el régimen
multilateral sobre el clima y destruir aquellos principios expresados en
la Convención y el Protocolo de Kyoto e inclusive borrar con el codo lo
que se acordó en la Agenda de Bali. Mientras tanto y en paralelo se
afilan los sables para las negociaciones de la OMC que bajo mandato del
G20 en la reciente reunión en Niza se han constituido en una prioridad a
ser concluidas. Son precisamente las profundas asimetrías y las leyes
del capital como los sistemas de propiedad intelectual y las reglas de
inversión las que han facilitado a estos países ubicarse a años luz en
tecnologías y matrices energéticas de bajo carbono y que –por cierto- ni
siquiera son utilizadas como corresponde bajo políticas públicas sino
que siguen en manos del poder corporativo.

Pero también es fundamental echar una mirada al poder de las
corporaciones y las élites dominantes en los países del sur y a los
modelos de desarrollo, infraestructura y energía que éstas están
impulsando, como es el caso de América del Sur y su relación con la
crisis climática y ambiental y recordar que el propio PICC (Panel
Intergubernamental de Cambio Climático) afirma que ninguna experiencia
previa en términos de infraestructura, gestión del agua, gestion
medioambiental es un antecedente para la magnitud de los desafíos que el
futuro depara, dados los grados de vulnerabilidad por los cambios
climáticos.

Sin duda, las soluciones de fondo vendrán de la gente, que es la que
vive en carne propia las consecuencias así como lo hemos visto en
Tailandia, Colombia, Australia, América del Sur, las sequías en Africa y
todas aquellas regiones golpeadas por la crisis climática y ambiental y
por la vulnerabilidad que ha añadido a esta situación el uso de la
energía nuclear, la construcción de infraestructuras agresivas y el
incremento de los agrocombustibles. Es la gente de a pie, esa que no va
a las conferencias internacionales, la que enfrenta y resuelve las
crisis y la que se merece una esperanza.

Así fue también con la agenda propuesta por el Acuerdo de los Pueblos
que sintetiza la conciencia de que requerimos acuerdos globales basados
en la ciencia, la equidad y la justicia, recordemos algunas de las
propuestas elaboradas colectivamente:

Los acuerdos deben estar dirigidos a limitar el incremento de la
temperatura en el presente siglo a 1º C para reducir los efectos del
cambio climático.

Se debe buscar reducir los gases de efecto invernadero en 50% respecto
al año base de 1990 para el 2do periodo de compromiso en el Protocolo de
Kioto desde 2013 – 2017.

Los países desarrollados tienen una deuda climática con los países
pobres, la madre tierra y las futuras generaciones y deben honrarla.

Los fondos para enfrentar los impactos del cambio climático deben
superar a nivel mundial los presupuestos de defensa, guerra y seguridad
de los países desarrollados.

Ninguna institución de interés privado como el Banco Mundial u otras
deben intervenir en la gestión de los fondos para el clima que son de
interés público.

No se puede someter la reducción de emisiones por la deforestación y
degradación de bosques a los mecanismos de mercado. (Acuerdo de los
Pueblos, Abril 2010)

Cada año los medios dicen que esta vez se trata de "la última
oportunidad para salvar el planeta". Hasta las palabras están empezando
a quedar vacías de contenido. Lo que se juega en Durban no es la vida,
porque ya la rifaron hace tiempo, lo que se juega verdaderamente es la
posibilidad de encontrar los caminos reales y coherentes para detener la
catástrofe y para sembrar desde la ética y la justicia las bases de una
sociedad transformada que eluda consecuentemente los mecanismos y el
aparato de la destrucción global en el día a día.

- Elizabeth Peredo Beltrán es psicóloga social, escritora y activista
por el agua, la cultura y contra el racismo.

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