lunes, 25 de julio de 2011

[alai-amlatina] Año de la afrodescendencia

- - - Servicio Informativo "Alai-amlatina" - - -

Un año para reafirmar compromisos de inclusión

Epsy Campbell Barr

ALAI AMLATINA, 25/07/2011.- Los y las afrodescendientes somos decenas de
millones alrededor del mundo, solo en América Latina y el Caribe
representamos aproximadamente una tercera parte de la población, más de
150 millones de personas viven prácticamente en todos los países de la
región. Según la información disponible, la condición étnica y racial de
los y las afrodescendientes les coloca en una situación social y
económica de desventaja, por el legado de la esclavitud y como
consecuencia del racismo estructural y de modelos de desarrollo
excluyentes, los cuales se manifiestan en desigualdades
socio-económicas, insuficiente representación política, limitado acceso
a la educación superior y técnica, deficientes servicios de educación
pública de calidad en las comunidades, mayores índices de mortalidad
materna e infantil, un menor acceso a los servicios de salud, incluida
la sexual y reproductiva para las mujeres, subregistro de niños y niñas
al nacer, la criminalización de jóvenes y falta de información
estadística confiable.

En su resolución A-Res-64-169I 2011 de las Naciones Unidas, fue
declarado por la Asamblea General el "Año Internacional de las Personas
de Ascendencia Africana con miras a fortalecer las medidas nacionales y
la cooperación regional e internacional, en beneficio de las personas de
ascendencia africana, en relación con el pleno disfrute de los derechos
económicos, culturales, sociales, civiles y políticos, su participación
e integración en todos los aspectos políticos, económicos, sociales y
culturales de la sociedad, y la promoción de un mayor conocimiento y
respeto de la diversidad de la herencia y la cultura de estas personas".

En el 2011 se cumplen también los 10 años de la firma de compromisos de
los Estados con las personas de ascendencia africana consignados tanto
en la Declaración como en el Plan de Acción de la III Conferencia
Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y
todas las formas Conexas de Intolerancia realizada en Durban, Sudáfrica
en el 2001; sin embargo, la exclusión racial que limita los derechos
humanos de decenas de millones de afrodescendientes no se ha modificado
sustantivamente.

Se ha avanzado, pero…

Es importante reconocer, no obstante, que en la última década, producto
de la organización social y política de los y las afrodescendientes,
existen respuestas estatales o gubernamentales de diversa índole para
hacer frente a la insostenible realidad afrodescendiente de la región.
Debe destacarse Brasil como el país que más ha avanzado en
institucionalidad para promover la igualdad racial a través de la
Secretaria de Políticas Públicas para la Igualdad Racial SEPPIR. También
algunos países como Uruguay han avanzado en acciones institucionales en
favor de las mujeres afrodescendientes, como la Dirección de Mujeres
Afrodescendientes en el Instituto Nacional de las Mujeres. En países
como Colombia, Panamá, Ecuador, Perú, Argentina, Bolivia, Nicaragua,
Honduras y Guatemala se identifican acciones gubernamentales en contra
de la discriminación o a favor de la inclusión de los y las
afrodescendientes. En los Estados Unidos, las luchas históricas del
pueblo afrodescendiente, entre los cuales se destaca el movimiento de
liberación negra entre los 50s-70s, tuvo como resultado la creación de
políticas de acción afirmativa a favor de la equidad y en contra de la
discriminación racial.

Todavía estos esfuerzos nacionales siguen siendo insuficientes ya que la
realidad de exclusión, el acceso limitado a los derechos, la falta de
representación y la pobreza siguen siendo desproporcionados con relación
a la calidad, cantidad y recursos que se invierten en las respuestas
gubernamentales. La globalización neoliberal ha exacerbado dichas
desigualdades y, paradójicamente, a la vez que se declara el
multiculturalismo y se celebra la inter-culturalidad, permanece y en
ciertos reglones sociales se profundiza la opresión racial.

El protagonismo de los propios afrodescendientes ha sido vital y este
año internacional en el que debe garantizarse un verdadero compromiso
regional con recursos y voluntad política, las respuestas locales,
nacionales e internacionales exigen de una participación activa de las
organizaciones de la sociedad civil y de sus líderes. Por un lado, es
importante darle seguimiento e implementar la agenda contra el racismo
promovida por las Naciones Unidas, por otro lado es crucial que las
organizaciones de la sociedad civil, los movimientos sociales, las
organizaciones no gubernamentales y las comunidades de base
afrodescendientes articulen e impulsen una agenda propia para mejorar
sus condiciones de vida y contribuir a transformaciones generales en
aras de la democracia y la justicia.

El Año Internacional de las personas de Ascendencia Africana es un
reconocimiento de la realidad de racismo, discriminación y desigualdad
social económica y política que afecta a decenas de millones de
personas, pueblos y comunidades afrodescendientes, convirtiéndolas en
víctimas, con una ciudadanía limitada y sin derechos plenos. Además, la
reconocida discriminación de género y el sexismo colocan a las mujeres
afro en una situación de mayor desventaja profundizando su exclusión,
así como la de la niñez, adolescencia y juventud afro.

Los recursos presupuestarios y financieros han sido absolutamente
insuficientes para hacer frente a la realidad de las personas de
ascendencia africana. El desafío mayor de los Estados, es promover
acciones afirmativas con políticas universales que transversalicen la
realidad de las víctimas en todos los programas y acciones de los
gobiernos. Más aun, en estos tiempos de crisis global de la civilización
occidental capitalista, se requieren cambios sistémicos que combatan el
racismo estructural y sus implicaciones múltiples en las condiciones de
vida de los pueblos afrodescendientes. Los movimientos afrodescendientes
históricamente han estado al frente de las transformaciones democráticas
y a favor de la justicia social en el mundo y en esta época hemos de
tener ese rol protagónico que nos pertenece.

Pensando en la próxima década

Las personas de ascendencia africana requieren que la Organización de
las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos, la UNASUR,
Mercosur, SICA, la Organización de Estados del Gran Caribe, la Unión
Europea, la Unión Africana y las Instituciones Multilaterales, planteen
un Plan de Acción para la próxima década con desafíos, plazos, recursos
financieros y mecanismos de rendición de cuentas, que garanticen la
participación de la sociedad civil tanto en el plano regional como en el
nivel nacional y local. Dicho plan debe recibir insumos y ser consultado
con las organizaciones de la sociedad civil y las comunidades de base
afrodescendientes, quienes a su vez han de elaborar su propia agenda
hacia dentro de las comunidades y pueblos y hacia todos los actores
externos empezando por los Estados.

Se identifican como necesidades urgentes: Políticas sociales
progresistas, focalizadas y universales que garanticen los derechos a la
educación, a la salud, al trabajo, a la tierra y a los recursos
productivos; censos que permitan desagregar los datos por género, raza y
etnia, programas y políticas dirigidos a la población joven
afrodescendiente; abordar la violencia racial existente con políticas
que enfrenten la criminalización de jóvenes afro y el genocidio
justificado en lucha contra la delincuencia; acciones concretas a favor
de los migrantes internos y de los y las migrantes; incorporar la
realidad del racismo en todas las agendas: democracia, crisis
alimentaria, crisis energética, acuerdos comerciales; derecho a las
tierras y territorios afrodescendientes y generar un plan de acción de
emergencia para la niñez y adolescencia afrodescendiente. Los Objetivos
del Milenio deben de ser cumplidos a cabalidad en todas las comunidades
y pueblos afrodescendientes.

Existen diversas organizaciones y redes de afrodescendientes que
requieren coordinar acciones para profundizar sus agendas relativas a la
inclusión racial, la lucha contra el racismo, la promoción de derechos
humanos, el empoderamiento de las mujeres, la inclusión política, la
defensa de los derechos de la niñez, el reconocimiento estadístico, la
defensa de la tierra y a la promoción de la justicia y los derechos de
los y las jóvenes, entre muchos otros temas que realizan acciones en los
planos local, nacional y regional.

La realidad de los pueblos y comunidades afrodescendientes pone en serio
cuestionamiento la efectividad de una democracia sustantiva que no se
conforme con elecciones periódicas relativamente limpias; porque hasta
en términos de la democracia representativa América Latina se encuentra
en deuda con millones de afrodescendientes que no se encuentran
representados y representadas en los diferentes poderes del Estado.

Las mismas metas de desarrollo nacional y los compromisos
internacionales de los Estados como los Objetivos del Milenio, parecen
dejar en la invisibilidad a las personas de ascendencia africana, pues
los promedios nacionales siguen ocultando las inaceptables brechas
raciales y geográficas que persisten en los países y que vuelven a
colocar a los y las afrodescendientes en los sectores más excluidos del
desarrollo.

Agenda de todos/as

La experiencia brasileña de los últimos años, en donde las acciones
afirmativas y una política pública con una perspectiva racial alcanzó a
millones de afrodescendientes (aunque sin llegar aún a una situación de
inclusión estable), podría empezar a dar pistas sobre el camino que
deben de recorrer el resto de países de la región para iniciar el largo
camino de la inclusión racial, social y económica de las decenas de
millones de afrodescendientes que deberá necesariamente de estar
acompañada de una inclusión política real.

Este Año Internacional debe de ser el inicio de una década de acciones
sostenidas que permitan el goce efectivo de derechos humanos de los y
las afrodescendientes, debe de replantear los debates y decisiones para
avanzar hacia una democracia intercultural y paritaria que no solo
garantice representación para hombres y mujeres de los diversos grupos,
pueblos y comunidades, sino que permita una distribución justa de los
recursos y las oportunidades en un modelo de desarrollo humano sostenible.

Los derechos humanos siguen siendo para millones de afrodescendientes un
horizonte infinito, que casi no se vislumbra, porque pese a sus
esfuerzos centenarios de reclamar una humanidad arrebatada de la
realidad, sigue estando caracterizada por la carencia y por la injusticia.

Es tiempo ya que la agenda afro sea asumida por todos y todas aquellas
personas que luchan por la libertad, por la democracia real y por la
justicia. Llegó la hora de que la bandera de lucha contra el racismo y
la discriminación sea levantada no solamente por quienes han sido las
víctimas. Es ahora cuando tenemos la oportunidad de generar alianzas
verdaderas para lograr un nuevo pacto social en el que dejemos del lado
las discriminaciones históricas y acordemos una sociedad en donde todas
las personas tengan las condiciones para vivir bien y para ser felices.

- Epsy Campbell es economista costarricense, con Maestría en Cooperación
al Desarrollo, Coordinadora del Grupo de Trabajo sobre Afrodescendientes
en los Censos, Consultora en temas de desarrollo afro, desarrollo rural,
mujeres y participación política. Activista social y líder política.
Co-Presidenta de la Comisión Nacional Afrocostarricense.

* Este texto es parte de la revista América Latina en Movimiento, No.
467, que trata sobre el tema " Afrodescendencia: memoria, presente y
porvenir" (http://alainet.org/publica/467.phtml)


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