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¿Es la amenaza de ataques a Siria una muestra del debilitamiento del
imperialismo?
Alberto Rabilotta
ALAI AMLATINA, 13/09/2013.- Mucho ha sido escrito para tratar de
explicar o dilucidar por qué el Presidente Barack Obama se puso en tan
difícil posición a nivel político estadounidense y en el plano
internacional al trazar la "línea roja" que lo llevó a decidir que no
tenía otra opción que bombardear a Siria tras los supuestos ataques con
armas químicas de las fuerzas militares del gobierno de Damasco, el
pasado 21 de agosto.
La iniciativa de Rusia de proponer a Siria que aceptase que sus armas
químicas fuesen puestas bajo control de la ONU, y a Estados Unidos
(EE.UU.) que descartara una acción militar contra Siria, parece haber
permitido que Obama logre salir del arrinconamiento en que se había
metido. Decimos parece porque no es aún definitivo que Washington y
algunos de sus aliados hayan abandonado esos planes bélicos, como
muestran la entrega oficial de armas a los rebeldes por parte de la CIA
o los obstáculos que comienzan a poner para implementar tal plan.
Empero, a primera vista parece que la grave crisis en torno a Siria ha
sido el punto de inflexión, el comienzo del viraje de un orden mundial
unipolar nacido por el derrumbe y desmembramiento de la Unión Soviética,
hacia un todavía incierto orden multipolar basado en el creciente
poderío económico y comercial, así como la firmeza política que
demuestran los países del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y
Sudáfrica) y la gran mayoría de los países en desarrollo en querer
rescatar el derecho internacional del desuso al que durante dos décadas
fue confinado por EE.UU. y sus aliados de la OTAN con puestos
permanentes en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Desde el Presidente de Rusia Vladimir Putin hasta el Papa Francisco han
expresado en las últimas semanas la urgente necesidad de solucionar los
conflictos pacíficamente e impedir las guerras e intervenciones
militares abiertas o encubiertas que tantos daños humanos y materiales
han causado y pueden causar, de respetar y hacer respetar los mecanismos
y las decisiones de todas las instancias de Naciones Unidas.
En suma, esta grave crisis parece haber sido el catalizador de un
reacomodo en la correlación de fuerzas a nivel internacional, de un
reacomodo que desde hace unos años viene dándose en el plano de la
economía y el comercio mundial, y que empieza a manifestarse en la
política internacional.
Todo esto, en consecuencia, también se manifiesta en el plano monetario
mediante los acuerdos entre diferentes países para utilizar sus monedas
nacionales, y no el dólar, como medio de pago en los intercambios
comerciales y en los créditos para el desarrollo. Asimismo, en los
países emergentes y en desarrollo están retornando las políticas para
evitar las dañinas operaciones especulativas, o sea la implantación de
controles de las tasas de cambio y de los flujos monetarios. Y los
bancos centrales están siendo liberados de su "independencia" para
volver a ser un instrumento de las políticas estatales.
Prueba de esta tendencia a buscar liberarse del imperio del dólar es la
decisión de los países del BRICS de crear un banco mundial, y las
negociaciones en Sudamérica para crear un banco regional que permita
fortalecer el proceso de desarrollo e integración de la región.
El (imperio) que mucho abarca poco aprieta.
Si esto sucede es porque el imperio estadounidense ya no puede aportar
soluciones a los problemas del sistema-mundo que creó a partir de la
Segunda Guerra Mundial. Es más, EE.UU. ni siquiera tiene ya los pilares
de sustentación que le permitieron construir su imperio, y tampoco tiene
con que seguir pagando su infinita y costosa expansión militar para
seguir dominando el mundo.
El delirio totalitario de escuchar las conversaciones, o estar al tanto
de lo que ven o escriben los miles de millones de habitantes del planeta
a través del espionaje practicado por la National Security Agency, es
muestra más de debilidad y miedo que de fortaleza y confianza.
Hablando en términos reales, desde finales de la Segunda Guerra Mundial
es evidente que EE.UU. solo se ha preocupado en desarrollar el pilar de
la industria militar. El sumamente debilitado pilar del sector
industrial civil ha sido apuntalado con el riesgoso andamiaje de la
especulación financiera a la que se dedican los grandes bancos de
inversiones y las plataformas bursátiles.
La "fábrica del mundo" estadounidense que revivió las economías
devastadas por las dos guerras mundiales es cosa del pasado. La crisis
financiera del 2008 dejó al descubierto el verdadero andamiaje sobre el
cual se apoya la economía estadounidense, y el salvataje de los bancos
que la provocaron reafirmó la dominación sistémica del especulativo
sistema financiero, lo que más pronto que tarde terminará en otra
crisis, probablemente más devastadora que la anterior.
Estamos ante un imperio endeudado, que ya no cuenta con la fortaleza
industrial del pasado y que para vivir del resto del mundo depende cada
vez más del especulativo sector financiero y del control de la moneda de
cambio internacional, el dólar, y de las emisiones de los Bonos del
Tesoro que le permiten endeudarse indefinidamente a costa del resto del
mundo. Un imperio que vive y quiere seguir viviendo de rentas.
Que la hegemonía imperial estadounidense está en entredicho quedó en
claro en la reunión cumbre del G20 en San Petersburgo, cuando el país
anfitrión, Rusia, introdujo en la discusión la amenaza de agresión
militar que EE.UU. hacía pesar sobre Siria y se demostró que Obama sólo
tenía el apoyo total de Francia, y que ya no comandaba automáticamente
el apoyo de sus aliados de la OTAN.
Según el veterano columnista canadiense Thomas Walkom, del diario
canadiense Toronto Star (1), ahí se demostró que "el Presidente Barack
Obama ya no inspira la autoridad moral que alguna vez le fue acordada
por el resto del mundo. Y tampoco (la inspira) Estados Unidos".
Desde San Petersburgo otro periodista, David Cufré del diario argentino
Página/12, concluía en su despacho que el G20 había "cambiado de mundo"
porque EE.UU. y sus aliados europeos no pudieron imponer sus prioridades
neoliberales en el documento final.
Según Aníbal Garzón Baeza (2), desde la agresión de Libia por EE.UU.,
Francia e Inglaterra, algunos países -como Rusia y China- decidieron
defender "la legitimidad de un sistema internacional representado en la
ONU", y añade que "la Guerra de Siria ha sido justamente el punto clave
de estabilizarse finalmente el mundo multipolar".
Lo que está quedando bien en claro, como desde hace décadas vienen
diciendo numerosos intelectuales estadounidenses, es que EE.UU. ha
extendido sus instrumentos de poder más allá de los límites que le
permiten realmente ejercerlo, o sea que está abarcando mucho más de lo
que puede apretar.
Presidiendo la decadencia imperial
Al proseguir Obama desde su primer mandato la "presidencia imperial" y
las políticas neoliberales de George W. Bush, cuando había sido electo
para poner fin a esa era de guerras y de obscenas desigualdades
económicas y sociales causadas por el sistema financiero, fue evidente
que tarde o temprano perdería el apoyo del pueblo estadounidense –como
ahora lo muestran los sondeos-, el apoyo incondicional del Congreso y el
respeto de algunos de sus aliados de la OTAN.
En la etapa en que nos encontramos, con el capitalismo industrial en
vías de extinción en los países del capitalismo avanzado y las finanzas
aliadas con los monopolios con las riendas del poder en las manos, todo
esto era inevitable.
Así se explica que no haya diferencia entre Obama y Bush, o entre
François Hollande y Nicolás Sarkozy en Francia, entre los Laboristas y
los Conservadores en Gran Bretaña, etcétera. Los tradicionales "partidos
de gobierno", sean conservadores, liberales o socialdemócratas, se han
convertido en los figurantes que se alternan para proseguir, con mayor o
menor prepotencia, las agendas políticas de las finanzas y los monopolios.
Pero este debilitamiento del imperio no lo hace menos peligroso, sino
más bien al contrario. Las decadencias de los dos anteriores imperios
que marcan la historia del capital, el holandés y el inglés, nos enseña
que en sus fases de decadencia recurrieron a la "hegemonía explotadora",
como la define el economista ítalo-estadounidense David Calleo.
En el caso de EE.UU., según Calleo, el poderío que le permitió al
imperio mantener el sistema-mundo que había formado, lo estamos usando
para que el mundo mantenga a EE.UU. (3).
Esta hegemonía explotadora asfixia incluso a los aliados del imperio, y
por supuesto no deja intersticio libre para el desarrollo del resto de
países, y está en franca lucha contra las potencias emergentes que
puedan presentar alternativas de desarrollo económico o eventualmente
rivalizar con el imperio.
En esta fase de decadencia el imperio se transforma en un brutal
servidor de la casta de rentistas parasitarios de Wall Street y demás
centros financieros que controlan el mundo de las finanzas, y por
supuesto ya no tiene el interés, la voluntad o el poder para solucionar
los problemas sistémicos de su sistema-mundo, incluyendo los problemas
estructurales que constituyen una barrera insalvable para el capitalismo
que construyó las complejas sociedades industriales de los países
avanzados, el basado en la relación entre el capital y el trabajo (4).
Por eso los problemas sistémicos no resueltos se acumulan, sea con la
especulación financiera que estrangula la economía real y provoca la
disolución social a través del desempleo, el subempleo y la pobreza
generalizada, o en el plano internacional en la incapacidad del imperio
estadounidense para resolver conflictos, como el existente entre Israel
y Palestina, o las gravísimas amenazas que pesan sobre la humanidad,
como el recalentamiento global que está acelerándose y en pocas décadas
hará inhabitable grandes regiones del planeta, con muchos otros
problemas entre medio.
Y volviendo al primer párrafo para concluir, Obama se arrinconó solito
porque en la peligrosa etapa de toda decadencia imperial cualquier
pretexto, engaño o mentira es bueno para justificar la guerra, para
crear el caos que permite al más fuerte imponer su voluntad por la
fuerza, buscando así para evitar lo inevitable.
Desde el desmembramiento de la Unión Soviética, cuando desaparece el
contrapeso que limitaba enormemente el recurso a la guerra o a
intervenciones militares imperialistas para saquear las riquezas
naturales de los países o efectuar cambios de regimenes para destruir su
organización política y social, EE.UU. y sus aliados de la OTAN -más
Israel, Arabia Saudí y Catar- retornaron a los métodos de la vieja
rapiña imperial, desmembrando y bombardeando a la ex Yugoslavia,
interviniendo en África cuando se les antoja, bombardeando y destruyendo
Irak, luego a Libia y ahora con sus mercenarios en Siria, mientras
amenazan con intervenir en Irán.
En el 2003 la fuerte oposición popular a la guerra no pudo frenar la
intervención en Irak. El imperio podía ignorar la voz de los pueblos
porque a nivel internacional no existía contrapeso suficiente para
frenar las intenciones belicistas.
Lo que ha cambiado ahora, y que Obama y Hollande no tuvieron en cuenta,
es que esas agresivas políticas de la última década han finalmente
creado un fuerte contrapeso a nivel popular, y también a escala
internacional, y que ahora si hay una verdadera "línea roja" que ningún
pueblo y la mayoría de los gobiernos del mundo quieren que se cruce, la
que a través de una agresión a Siria llevará a una guerra regional y a
un potencial conflicto mundial con armas de destrucción masiva,
incluyendo las nucleares, que destruirán la mayor parte de las
civilizaciones, incluyendo las del imperio y sus aliados.
Notas:
1.- Thomas Walkom, Toronto Star del 06-09-2013: G20 shows that world no
longer trust Obama.
2.- Aníbal Garzón Baeza, ¿Vivimos un cambio? Se acabo la hegemonía
estadounidense. Rebelión, 07-09-2013.
3.- David Calleo, Hegemony and decline: Reflections on recent American
experience, 2005, sens-public.org :"In effect, I argued, the U.S. had
become and exploitative <hegemon in decline>. Instead of using American
strength to sustain the world, we were using the world to sustain America".
4.- Alberto Rabilotta, "Otoño del imperio y del capitalismo."
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