martes, 16 de julio de 2013

[alai-amlatina] El difícil camino hacia un Mercosur Suramericano

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El difícil camino hacia un Mercosur Suramericano

Kintto Lucas

ALAI AMLATINA, 16/07/2013.- En los últimos años,
América del Sur ha dado pasos decisivos en su
camino hacia la integración regional. Conscientes
de los desafíos que ha generado la globalización y
que se han evidenciado en las crisis económicas y
políticas internacionales, así como en la
proliferación de actividades ilícitas
transnacionales que traspasan las capacidades
individuales de los Estados, algunos países han
comenzado a entender que las ventajas de una mayor
cooperación e intercambio comercial no son el
objetivo final, sino que es necesario coordinar
respuestas en políticas económicas y fiscales,
pero también sociales, en manejo de recursos
naturales, temas ambientales, de defensa y en
otros ámbitos, para enfrentar las amenazas. Pero
sobre todo, que en el mundo que se va configurando
es imposible caminar solos, y es fundamental
caminar en colectivo

Para reforzar la integración es necesario
incrementar los niveles de interdependencia
económica y comercial en la región. Es un camino
complejo pero no imposible. Falta todavía
profundizar en una mirada colectiva y dejar de
mirarse cada uno al ombligo. Es necesario que las
economías más grandes sean más solidarias con las
economías pequeñas, pero también es fundamental
que éstas busquen un desarrollo propio, dejen de
ser parasitarias y no se escondan detrás la farsa
de revender productos traídos de otros países sin
incorporar agregado nacional o solo colocando una
etiqueta de industria nacional.

De a poco América del Sur se va alejando de la
teoría de integración regional que promueve el
divorcio entre Economía y Política, y que terminó
por arrastrar a muchos países a la falacia del
"mercado auto regulador" como promotor del
desarrollo. Sin embargo, es preocupante observar
que después de las nefastas experiencias con la
aplicación de la terapias de shock de mercado –en
palabras de Naomi Klein-, este tipo de medidas
políticas se siguen vendiendo desde algunos países
de la OCDE, organizaciones financieras
multilaterales, sectores políticos de derecha y
ciertos empresarios, como la panacea para la
proyección económica de nuestros países.

Desde el Norte se promueven los tratados de libre
comercio y la liberalización y desregulación
financiera, así como la privatización y la
flexibilización del mercado de trabajo como los
mecanismos fundamentales para la integración a la
economía internacional. En América del Sur hay
quienes escuchan esos cantos de sirena y defienden
la necesidad urgente de crear un área de libre
comercio estilo ALCA. Pretenden así reponer los
fracasos del modelo neoliberal.

La integración regional de Suramérica debe
recuperar el rol del Estado sobre el mercado, y de
la sociedad sobre el Estado y el mercado. Los
Estados Suramericanos integrados deben controlar
el mercado suramericano integrado. Y la sociedad
suramericana debe jugar un papel fundamental con
su participación para controlar los Estados y los
mercados integrados. Esa integración debe generar
vías para un modelo de desarrollo que permita la
proyección de cada país y la proyección conjunta.
La eficacia y el aprovechamiento de las sinergias
regionales dependen de la capacidad de entender
que es un proyecto colectivo, no individual, y del
tejido institucional que se consolide en el
proceso de integración.

Fortalecer y profundizar la integración en América
del Sur, pasa por fortalecer y profundizar Unasur,
y en ese camino es fundamental fortalecer y
profundizar el Mercosur caminando hacia un
Mercosur Suramericano. Pero eso depende de la
capacidad que muestren nuestros Estados para
reconfigurar sus estructuras productivas. Esto
será posible si los gobiernos van de a poco
trascendiendo el ámbito de la mera racionalidad
económica y se comprometen en la construcción de
una Política Económica Común e Inclusiva, que
aproveche las ventajas de la región en recursos
alimenticios, hídricos, materias primas
industriales y energéticas, generando una
integración productiva y la complementariedad
entre los países.

En el nuevo orden mundial, la importancia de
América del Sur en la economía internacional es
innegable. Es uno de los polos económicos más
dinámicos. Actualmente, el PIB de los países de la
Suramérica representa el 73 por ciento del de
América Latina y el Caribe, que a su vez
representa el 8 por ciento del comercio mundial. A
pesar del peso económico, la matriz productiva y
exportadora de nuestros países continúa centrada
en el sector primario y en las manufacturas
intensivas en materias primas y recursos
naturales. Este fenómeno responde a los altos
precios de los commodities en el mercado
internacional, pero también a la concentración de
la inversión, tanto nacional como extranjera, en
la explotación de materias primas. Como
consecuencia, los países suramericanos enfrentan
la amenaza de la desindustrialización y
reprimariziación de sus economías. Estos procesos
conllevan el aparecimiento de enclaves productivos
cuya generación de riqueza no se transmite al
total de la economía, dadas las escasas
concatenaciones productivas que generan y la fuga
de capitales en forma de repatriación de ganancias
y beneficios y de incremento desmedido de las
importaciones. Esos enclaves, muchas veces son
parte de la parasitaria inversión extranjera que
no paga impuestos y aporta muy poco a nuestros países.

La forma independiente que los países
suramericanos han concebido su desarrollo
económico, ha dado origen al establecimiento de
estructuras productivas orientadas a satisfacer
solamente necesidades extra regionales, llevando a
que la dinámica económica de los países de la
región contribuya en poco o nada a la dinámica
económica colectiva de la región. Debido a este
modo individualista de concebir el crecimiento
económico y de aplicar políticas comerciales
fundamentadas en aperturismos indiscriminados, la
mayor parte de las economías suramericanas han
experimentado procesos de desmantelamiento
productivo o pérdida de dinamismo económico en los
sectores industriales. Paralelamente grandes
segmentos de nuestras poblaciones ven disminuir el
desempleo pero crecer el empleo precario. Y
observan que, si bien se nota una clara
disminución de la pobreza, la desigualdad se
mantiene y a veces es más evidente.

Es necesario que la integración económica
suramericana gire en torno a la articulación de
las economías nacionales, que las estructuras
productivas busquen satisfacer las necesidades de
los habitantes de la región, de modo que podamos
desarrollar nuestros sectores manufactureros y de
servicios. En ese sentido se debe asegurar las
condiciones jurídicas y técnicas para promover
inversiones productivas regionales. Y finalmente
hay que configurar ordenamientos productivos que
contribuyan a que todas y cada una de las
economías de la región alcancen niveles altos de
competitividad para poder, en otra fase, competir
en los mercados de servicios y manufacturas de
mediano y alto valor agregado internacionales.

En el difícil camino hacia un Mercosur
Suramericano, Mercosur debe transformarse en la
cabeza de puente para formar un bloque comercial
suramericano, que se rija por los principios de
solidaridad, complementariedad y consideración de
las asimetrías en los niveles de desarrollo
económico y social de los diferentes miembros, que
priorice el papel del Estado, que tenga como
finalidad el bienestar de la población en lugar de
las ganancias del gran capital, y que sirva como
ejemplo de un modelo de regionalismo diferente,
frente a los esquemas tradicionales que se basan
en el fundamentalismo de mercado.

- Kintto Lucas es Embajador Itinerante de Uruguay
para Unasur, Celac y Alba. Ex Vicecanciller de
Ecuador.

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