miércoles, 5 de junio de 2013

[alai-amlatina] De la integración a la independencia

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De la integración a la independencia

Kintto Lucas

ALAI AMLATINA, 05/06/2013.- En su genial novela El año de la muerte de
Ricardo Reis, José Saramago señala "A esta ciudad le basta saber que la
rosa de los vientos existe, este no es el lugar donde los rumbos se
abren, tampoco es el punto magnífico donde los rumbos convergen, aquí
precisamente cambian los rumbos".

Trasladando las palabras de Saramago al sistema mundo, como diría
Immanuel Wallerstein, podríamos decir que cambiarán los rumbos el día
que construyamos un sistema mundial multipolar que contribuya a crear un
mundo democrático, justo y equitativo.

En ese necesario cambio de rumbos, la integración es un objetivo
estratégico para lograr la independencia de América Latina. En ese
sentido, es importante fortalecer los distintos niveles de integración y
consolidar un bloque suramericano y latinoamericano.

América del Sur vive un momento importante en términos de integración
regional, capitalizada más claramente en la Unasur (Unión de Naciones
Suramericanas). Un bloque que más allá de las diferencias políticas o
económicas de los países que lo integran, ha logrado levantarse como
espacio de acuerdos y entendimientos desde la diversidad y ha generado
un proceso integrador diferente.

Unasur es la propuesta más importante de integración desde toda América
del Sur. Las que surgieron antes, además de ser regionales fueron
condicionadas por el libre comercio, porque apostaban a eso, no a la
integración.

El Mercosur (Mercado Común del Sur), por ejemplo, fue una propuesta
surgida desde el libre comercio desde el neoliberalismo. Si bien luego
fue procesando cambios positivos con la irrupción de gobiernos
progresistas y es una confluencia fundamental, todavía le falta mucho
para consolidarse como Mercosur Suramericano, que sea eje de un modelo
de integración productiva de Américas del Sur dentro de Unasur.

La CAN (Comunidad Andina de Naciones), en cambio, surgió como una
propuesta integradora distinta, pero finalmente terminó absorbida por la
hegemonía neoliberal en los años 90.

Unasur surgió de una forma diferente, y se posicionó como una propuesta
de integración desde lo político, llevando adelante acciones
trascendentes para solucionar conflictos, consolidar una mirada de
defensa de la democracia en común, fortalecer políticas de defensa y
sociales integradoras, e inclusive posicionándose como un bloque a tener
en cuenta a nivel mundial en el desarrollo de un mundo multipolar.

Unasur ha demostrado que, dentro de las diferencias, se puede llegar a
ciertos acuerdos que parten de un punto central: para competir, para ser
escuchados en un mundo que va a ser de bloques, tenemos que participar
como un todo más compacto, que en este caso es el bloque de América del Sur.

Por ejemplo, el acuerdo del Consejo de Defensa en Unasur, de
transparentar gastos militares, de parar la instalación de bases
militares estadounidenses, son temas que se han resuelto, con
discrepancias pero finalmente llegando a ciertos consensos. También a
nivel económico, hubo algunos acuerdos, desde los presidentes, quienes
creían que Unasur debía jugar un papel importante para enfrentar la
crisis económica internacional en conjunto. Lamentablemente los
ministros de Economía han desentonado.

Ahora es necesario consolidar Unasur como bloque de poder e
interlocución mundial. Y dentro de ese proceso es fundamental consolidar
la institucionalidad de Unasur en sus diferentes instancias, y
particularmente la Secretaría General.

Néstor Kirchner, cuando fue secretario general, puso las bases políticas
de la Secretaría.
Ecuador, cuando fue Presidencia Pro Tempore puso las bases materiales y
constitutivas, y le dio institucionalidad. Enma Mejía y Alí Rodríguez
consolidaron la institucionalidad. Rodríguez, además, aportó una base
teórico-práctica a Unasur con su propuesta sobre los recursos naturales
como eje integrador. Es necesario consolidar la gestión de Unasur desde
la Secretaría, para fortalecer las acciones del bloque a nivel regional
y mundial.

Por su parte la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños), surgió con la necesidad de consolidar un espacio amplio que
promueva un proceso integrador desde la pluralidad latinoamericana,
desde procesos más diversos y complejos, pero sin la tutela de Estados
Unidos.

Mientras la OEA (Organización de Estados Americanos) surgió como la
opción de un determinado momento histórico en que los países vivían
sometidos al "liderazgo" de Estados Unidos, que en realidad era una
imposición desde ese país, Celac y Unasur surgieron desde los propios
países latinoamericanos y suramericanos. La OEA fue un proceso de
imposición, Unasur y Celac son, con todas sus dificultades, procesos de
integración.

El Alba (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), que
surgió como una propuesta frente a otro intento de imposición
estadounidense como el Alca (Área de Libre Comercio de las Américas), ha
implementado procesos de complementariedad y solidaridad creando
propuestas de integración productiva interesantes. Es necesario
establecer un puente entre el Mercosur y el Alba, buscando instancias de
cooperación y complementación. Uruguay podría ser un país puente entre
el Mercosur y el Alba promoviendo la cooperación y complementación.
Uruguay debe fortalecer el Mercosur y fortalecerse en el Mercosur, y
paralelamente consolidar su presencia en el Alba y actuar como puente
Alba-Mercosur.

Un gran reto en Unasur y en todos los niveles de integración, es
involucrar a las organizaciones sociales y a los movimientos sociales en
una confluencia desde abajo, desde los pueblos. Obviamente no todas las
organizaciones sociales representan al pueblo en general pero sí son
instancias importantes que dan base social a los procesos integradores.
Si no se produce una integración desde los pueblos, si no hay una
integración cultural y de procesos culturales conjuntos de los países,
es muy difícil consolidar un proceso integrador de largo plazo.

El mayor enemigo de la integración es el modelo de desarrollo. En este
momento los procesos de integración están en medio de dos modelos de
desarrollo que se encuentran en disputa. Un modelo de desarrollo que es
más soberano, vinculado a la producción nacional, con la idea de cambiar
la matriz productiva y dejar de ser solo países primarios exportadores,
con una visión desde el sur, desde nuestros países. El otro modelo, por
ahora hegemónico, apuesta al libre comercio mal entendido, donde quienes
dirigen el mercado terminan siendo las grandes corporaciones, la
política comercial se basa en los tratados de libre comercio con las
grandes potencias, tratados neocoloniales que van contra la integración
y la política económica favorecen la especulación financiera, las
importaciones y el consumismo. Ese modelo de desarrollo a veces
disfrazado de progresista es el mayor enemigo de la integración. Si no
es derrotado a nivel regional y dentro de cada uno de nuestros países no
habrá integración y seremos cada día más dependientes. Ahí seguramente
recordemos aquella frase del final de Ensayo sobre la ceguera de
Saramago cuando dice "Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos
ciegos, Ciegos que ven, Ciegos que, viendo, no ven".

- Kintto Lucas es Embajador Itinerante de Uruguay para UNASUR, CELAC,
ALBA y la Integración.

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