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La cumbre del SICA siembra incertidumbre
Marco A. Gandásegui, h.
ALAI AMALATINA, 09/05/2013.- La visita del presidente de EEUU, Barack
Obama, a Centroamérica dejó un amargo sabor a incertidumbre. Dejó su
huella en los asuntos internos de Costa Rica y, de paso, en la cumbre
del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) notificó a los
otros mandatarios de la región que sus países no tienen espacio alguno
en la congestionada agenda de Washington. Entonces, ¿a qué respondió el
faraónico desplazamiento de centenares de personas hacia lo que sus
asesores llaman las lejanas selvas tropicales de Centroamérica?
Durante su estadía en San José no dio respuesta a las múltiples
preguntas que se hacían los pueblos centroamericanos y dejó a los
mandatarios reunidos en el SICA a la espera de nuevas líneas de acción.
Los discursos de antaño y las promesas de sus antecesores quedaron
soterrados bajo el peso del poderío imperial. A su homólogo panameño,
Ricardo Martinelli, quien le pidió el envío de gas para un nuevo negocio
que está creando a orillas del Canal, le respondió con una negativa tajante.
Martinelli es un magnate de supermercados y se metió con el abogado de
los financistas más poderosos del mundo. Obama insistió en resucitar la
propuesta de libre comercio regional planteada por Clinton hace 15 años.
Se olvidó por completo que él mismo firmó un tratado de "libre comercio"
asimétrico con las repúblicas de la región. ¿Estaría pensando en la
locomotora china o en los problemas que presenta el fracaso de la zona euro?
Incluso, no respondió ante la pregunta de varios de sus colegas sobre la
política que EEUU aplica contra Venezuela. La mayoría de los países
centroamericanos quieren mejorar sus relaciones con el país del
fallecido líder Hugo Chávez. Sólo Nicaragua es miembro de ALBA y
Petrocaribe. Sin embargo, Guatemala, El Salvador e, incluso, Honduras,
quieren sumarse a las ventajas que ofrece Venezuela en materia de
petróleo a bajos precios. (En realidad, muy favorables comparados a los
que ofrece la bolsa de valores de Nueva York que fija el precio del
petróleo de Houston).
EEUU se ha quedado sólo, aislado en el mundo, en su posición obtusa de
no reconocer los resultados de las elecciones presidenciales realizados
en Venezuela el 14 de abril próximo pasado. La posición de Obama
contrasta con el gobierno conservador español, que preside Mariano
Rajoy, que ya reconoció a Maduro como nuevo mandatario. Igualmente, J.
Miguel Insulza, secretario general de la OEA, tuvo que retroceder y
aceptar el triunfo electoral de Maduro.
La lógica de Obama recuerda la política de Kennedy en 1961 cuando
encerró a su país en una posición que finalmente terminó rompiendo con
la Revolución cubana y su líder Fidel Castro. En el caso de Venezuela,
las elecciones recientes le ofrecen aún a Obama la posibilidad de
trabajar junto con el resto de los países de la región para avanzar
hacia un acuerdo político hemisférico. Pero en vez de avanzar en una
dirección que podría arrojar resultados favorables, en San José mantuvo
su posición contraria a Venezuela e, indirectamente, contra el resto del
continente. Abanicó el Pacto Trans-Pacifico que incluye a cuatro países
latinoamericanos: México, Colombia, Perú y Chile. Lo hizo de tal manera
que parecía un reto a la Alianza Bolivariana (ALBA) así como al MERCOSUR
e, incluso, UNASUR.
El analista norteamericano Mark Weisbrot señala que "la administración
Obama no acepta que la región cambió y está obstinado en eliminar a los
gobiernos de izquierda". Agrega que "Brasil también debe mantenerse
vigilante". Brasil ya le pidió a Obama que mantenga su distancia de
Venezuela. Tanto la presidente Dilma Rousseff como Lula tuvieron
palabras fuertes en defensa de la integridad de la patria de Chávez.
Sin duda, la política de Washington es desestabilizar la región. La
pregunta sería a ¿qué objetivo inmediato o a corto plazo podría
responder una estrategia de este tipo? La mafia norteamericana (que
controla el tráfico de drogas global y el "lobby" anti-cubano) se siente
cómoda con este acercamiento inesperado a la Casa Blanca. Los
republicanos, que aún añoran los días en que los 'halcones' dirigían la
política exterior de EEUU, ven con buenos ojos la posible guerra contra
un país suramericano. No hay que olvidar que EEUU ya envió en una
ocasión en el pasado sus barcos de guerra a las costas caribeñas de
Venezuela.
Obama puede estar pensando en una gran estrategia por las líneas del
tratado de libre comercio Trans-Pacífico. América Latina y sus enormes
riquezas siguen siendo de enorme importancia para EEUU. Tiene que
cuadrar a los países latinoamericanos y Venezuela es un obstáculo. El
presidente Maduro es visto todavía como el aprendiz de Chávez, dirigente
inimitable quien guió a un continente sediento de justicia social. Pero
el triunfo electoral reciente logró lo esencial: Maduro es el sucesor y
continuador de las políticas de Chávez.
Lo importante en este nuevo escenario, y así lo entiende el círculo que
gobierna con Obama, es que el movimiento iniciado por Chávez encontró su
camino y continuará avanzando dando la lucha a pesar de la ausencia de
su fundador. Aquí radica el peligro para la hegemonía de EEUU. Como
consecuencia, Obama introduce en la cumbre del SICA la carta de la
incertidumbre.
- Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de Sociología de la Universidad de
Panamá e investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos
Justo Arosemena (CELA) http://marcoagandasegui11.blogspot.com
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