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Desde América Latina:
Balance y perspectivas del Foro
Gustavo Codas
ALAI AMLATINA, 26/04/2013.- La primera gran rebelión popular espontánea
a nivel nacional contra la globalización neoliberal fue el Caracazo de
1989. En 1992, un grupo de militares venezolanos rebeldes, liderados por
Hugo Chávez, trató de darle expresión política.
En 1990, en medio del desconcierto provocado por la crisis final del
socialismo burocrático, a iniciativa del Partido de los Trabajadores
(PT) de Lula y con apoyo del Partido Comunista Cubano (PCC) de Fidel se
realizó el primer Foro de Sao Paulo con participación de un amplio
abanico de partidos progresistas y de izquierda de toda América Latina,
para debatir estrategias políticas para salir del reflujo en que se
encontraban en la lucha contra el neoconservadurismo.
La primera acción contra-hegemónica articulada internacionalmente fue la
campaña por los 500 años de resistencia indígena, negra y popular que
diversas organizaciones latinoamericanas desplegaron en torno a las
conmemoraciones de 1992.
La primera respuesta política a la globalización neoliberal organizada a
nivel nacional y con proyecciones mundiales fue el levantamiento
indígena zapatista del 1o de Enero de 1994. El sector más marginado y
excluido, socialmente más "atrasado" del hemisferio, los indígenas
pobres de México, se alzaron contra la expresión más "moderna" de la
ofensiva neoliberal, el NAFTA, el Tratado de Libre Comercio de América
del Norte.
La primera gran manifestación contra los efectos del neoliberalismo en
el Norte fue la huelga general de 1995 que sacudió a Francia y cuestionó
el marasmo del otrora poderoso sindicalismo europeo que había construido
el estado de bienestar y ahora impotente, lo veía desmoronarse.
La primera victoria electoral duradera de un proyecto político
alternativo al neoliberalismo fue la de Chávez en 1998. Casos anteriores
como el de Aristide en 1991 en Haití, no resistieron a las presiones de
la derecha y el imperialismo y fracasaron o desviaron su curso.
En 1996, en el Encuentro Intergaláctico convocado por los zapatistas en
Chiapas, México, convergieron en un mismo espacio por primera vez muy
diversos sujetos sociales y políticos del Norte y del Sur del mundo,
todos con el común denominador de estar dispuestos a enfrentar al
neoliberalismo.
En 1999 en las manifestaciones contra la Organización Mundial del
Comercio (OMC) en Seattle, Estados Unidos, venciendo desconfianzas
mutuas, se juntaron tanto los "nuevos" movimientos como muchas de las
organizaciones sociales "tradicionales" de todo el mundo en la primera
manifestación con representantes internacionales con una amplia
diversidad político-ideológica, pero todos contra la globalización
neoliberal.
Hacia 1997 surge la Alianza Social Continental (ASC) donde nuevos y
tradicionales movimientos de todo el hemisferio se unen para cuestionar
el ALCA, Área de Libre Comercio de las Américas, proyecto estrella del
imperialismo norteamericano para el continente.
Todos esos procesos y eventos ocurrieron en un contexto mundial aún
dominado por el empuje político, económico y cultural global neoliberal.
Es decir, eran luchas a contracorriente, contra-hegemónicas, pero bajo
un ambiente ampliamente favorable al capitalismo neoliberal y a las
fuerzas sociales y políticas a él asociadas. Cuando la Cumbre de los
Pueblos organizada por la ASC en Quebec, Canadá, en abril del 2001,
paralela a la cumbre oficial de presidentes, apenas un gobernante de los
34 presentes expresó su descontento con el ALCA y su proximidad con los
movimientos contestatarios: Hugo Chávez, de Venezuela.
En ese contexto aún de defensiva frente al pensamiento único neoliberal
y a la oleada ideológica del fin de la historia, en el Foro Social
Mundial (FSM) de Porto Alegre en enero de 2001 se intentó armar un
escenario para que todos esos actores tan diversos convergieran. Se
buscaba que encontraran sinergias entre sí. Que intercambiaran
diagnósticos. Se conocieran programáticamente. Decidieran acciones
conjuntas cada vez que así lo quisieran. Fue como un punto de apoyo para
muchas agendas: el FSM fue importante en ese momento en que las luchas
se presentaban dispersas en muchos puntos del planeta para
interconectarlas, asociarlas, internacionalizarlas.
Dentro de esa perspectiva, el primer Foro abrigó la Asamblea de
Movimientos Sociales (AMS) que desde un inicio tuvo un fuerte
protagonismo para buscar agenda de acciones comunes. Fue una iniciativa
de las organizaciones de la Vía Campesina Internacional, del
sindicalismo combativo de varios países y de la Marcha Mundial de las
Mujeres, entre otras. El acierto de su enfoque se vio cuando, desde el
Foro Social Europeo de noviembre del 2002 en Florencia, Italia, y el FSM
de enero del 2003 en Porto Alegre, la AMS acordó impulsar el día de
acción global contra la guerra de Estados Unidos contra Irak que
movilizó a millones de personas alrededor del mundo. Finalmente, la
globalización neoliberal encontraba una respuesta a la altura, y se
cumplía la convocatoria de la internacional campesina de "¡Globalizemos
la lucha!".
Hoy la situación mundial y regional, del capitalismo y de las fuerzas
que le adversan, es otra. Y desafía no solamente al FSM sino a otras
expresiones de los movimientos internacionales o regionales que se han
opuesto al neoliberalismo en todos esos años. Es así que también está en
rediscusión la ASC que tan importante papel jugó para derrotar al ALCA
en la campaña continental que culminó victoriosa en el 2005 en Mar del
Plata.
Desde la victoria electoral de Chávez en 1998, buena parte de América
Latina ha conocido victorias electorales presidenciales de fuerzas
progresistas. Aunque también hubo dos golpes victoriosos de la derecha,
en Honduras, 2010, y Paraguay, 2012. En los países con gobiernos
progresistas los movimientos sociales se enfrentan a desafíos diferentes
al de la oposición frontal a proyectos políticos neoliberales; pero el
hecho es que esos movimientos muchas veces tienen puntos de vista
diferentes y hasta contradictorios con los gobiernos progresistas en
temas clave.
Esas experiencias de gobiernos progresistas son muy diversas. Su mínimo
común denominador es su oposición a la hegemonía imperialista
norteamericana. Es un "piso" de convergencia de esos gobiernos con los
movimientos sociales. Pero ¿qué pasa en los varios casos donde en el
resto de la agenda hay posturas diferentes y hasta contrapuestas? Y
reconozcamos que eso ocurre no solamente en las experiencias
progresistas más tímidas (como las del Cono Sur, que no obstante su
relativamente bajo perfil programático fueron clave para parar el ALCA
en el 2005), sino incluso en procesos que son claramente
revolucionarios. O ¿no es ese el caso del conflicto del gobierno Evo
Morales con algunos sectores indígenas en relación al TIPNIS en Bolivia?
(sin entrar a discutir ¡quién tiene la razón!)
La década de 1990 estuvo marcada por la sensación de victoria del
unilateralismo norteamericano inaugurado en la primera guerra de Irak.
Pero de unos años para acá, las placas tectónicas del poder mundial se
están moviendo. EE.UU. no han perdido su condición de primera potencia
económica, geopolítica y militar, pero diversos otros polos le disputan
regionalmente (el caso más claro es China) y buscan articularse a nivel
mundial. Desde los gobiernos progresistas existen pocas dudas sobre la
necesidad de jugar esa partida, en los términos en que está colocada:
que surjan varios polos X unipolaridad de los EE.UU. ¿Es posible pensar
la geopolítica mundial desde los movimientos o solamente pensaremos las
reivindicaciones generales de los sectores representados? ¿El
internacionalismo de los movimientos sociales tiene algo que decir en
relación al rediseño del poder mundial inter-estatal?
Las recetas neoliberales entraron en crisis ideológica final durante el
colapso capitalista del 2008. Pero, en muchos casos continúan siendo
aplicadas, sobre todo en el Norte, incluso sin el soporte de alguna
legitimidad. Aún operan en el terreno ideológico abierto en la década de
1980 por la recientemente fallecida M. Thatcher, aquello de "no hay
alternativa" (TINA, por su sigla en inglés) al neoliberalismo. Porque si
hay ideas alternativas, en general no han surgido fuerzas políticas
capaces de impulsar programas alternativos. Ya no basta con hacer la
crítica del capitalismo neoliberal, hay que afirmar una contrapropuesta
y organizar una fuerza política mayoritaria con ese programa. Los
movimientos sociales y ONGs (a los que en el Foro se les mal denomina
"sociedad civil" como separados o contrapuestos a los partidos políticos
y gobiernos de izquierda) se caracterizan por su fragmentación. Los
partidos políticos de izquierda y progresistas que sobrevivieron, están
signados por su atraso programático. ¿De dónde saldrá la respuesta?
Apenas en Grecia parece estar cuajando la combinación de protestas con
la construcción de una fuerza contra-hegemónica, política y social, que
impulse un programa de superación de la crisis. Importante, pero para
una generalizada crisis europea, es muy poco.
Las fuerzas políticas de inspiración religiosa musulmana hace tiempo se
constituyeron como uno de los principales polos antiimperialistas
mundiales y sin embargo tienen hartas diferencias de visión del mundo
con el grueso de los movimientos sociales occidentales. ¿Es posible
tender puentes? ¿Con cuál metodología, con cuáles objetivos?
De hecho, los acontecimientos nos han rebasado a todos y todas. Las
revoluciones anti-dictatoriales árabes y los movimientos de indignados y
otros en Europa y Estados Unidos han tenido sus propias dinámicas por
fuera del FSM o de las articulaciones que se crearon o fortalecieron a
partir del FSM. Es decir, ninguna articulación ni espacio internacional
o regional los ha lanzado ni orientado ni cobijado.
Los dos procesos políticos que más han buscado superar límites de los
antiguos regímenes democrático-neocolonizados, la revolución bolivariana
en Venezuela y la revolución plurinacional en Bolivia, son iniciativas
de fuerzas políticas en función de gobierno acicateadas por el cerco
capitalista a esas experiencias. Y si han desarrollado movilizaciones
sociales poderosas, en ellas no han germinado movimientos sociales que
expresen el nuevo momento y que lo empujen.
No es posible que toda esa diversidad pueda ser incluida en un sólo
proceso o espacio. Por un buen tiempo aún habrá que continuar en la
diversidad de iniciativas y eso puede ser bueno, si lo trabajamos
correctamente.
Necesitamos que en cada una de esas experiencias se vayan asentando
conquistas comunes, aspectos sobre los que ya convergimos, síntesis
posibles. Es necesario mantener abiertos los diálogos, en la comprensión
que hoy día no hay partidos-guía, no hay faro del mundo, no hay partido
de la revolución mundial dictando recetas contra-hegemónicas, y si hay
buenas teorías críticas de la civilización que muere, no hay síntesis
aún de cuáles serían las alternativas.
En el FSM, desde la "sociedad civil", se criticó el dirigismo de los
partidos políticos y de los gobiernos de izquierda del siglo XX. Había
razón en la crítica, pero faltaba visión autocrítica sobre sus propios
límites. Los administradores del FSM –su consejo internacional, sus
comités organizadores- priorizaron su institucionalización y el control
de "su marca" antes que tratar de interpretar los aires de mundo. Y esos
aires fueron unos antes de su creación, otros en sus primeros años y
desde unos cuatro años atrás a nivel global presentan oportunidades
inéditas.
El FSM algunas veces y en ciertas circunstancias ha sabido ser flexible,
y si aquellos que lo administran se sintonizaran más con estos tiempos,
se ofrecería hoy como un espacio donde amigablemente toda esa
complejidad pueda encontrarse, sin condiciones, superando dogmas del
propio Foro, buscando síntesis políticas que permitan construir fuerzas
con capacidad de disputar el poder con una perspectiva política
superadora de las experiencias fracasadas del siglo pasado.
El mundo de las luchas contra-hegemónicas y de los ensayos de
alternativas en el siglo XXI es ancho, muy diverso a lo largo del
planeta y sin dueños. Mejor así. Probablemente no cabe en un solo
espacio, por más abierto y flexible que sea. Para que en ese nuevo
contexto el proceso Foro sea algo más que un pasado importante, tiene
que estar abierto y en vez de tratar de absorber las energías o
cercenarlas de acuerdo a criterios pre-establecidos, tiene que definir
un nuevo método que ayude a liberarlas.
- Gustavo Codas es periodista y economista paraguayo, máster en
relaciones internacionales.
* Este texto es parte de la Revista América Latina en movimiento No.
484, que en esta edición trata sobre "Foro Social Mundial: ¿Momento de
replanteamientos? " (http://www.alainet.org/publica/484.phtml)
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