miércoles, 20 de marzo de 2013

[alai-amlatina] México: Las telecomunicaciones

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México: Las telecomunicaciones

Sara Lovera

ALAI AMLATINA, 20/03/2013.- La reforma que se discute en la Cámara de
Diputados para construir un nuevo cuerpo normativo a las
telecomunicaciones es una oportunidad para darle una visión de género,
más allá de la queja recurrente de que no fuimos tomadas en cuenta.
Podrían hoy, si supiéramos cómo, incluir propuestas fundadas en
diagnósticos científicos y bien cimentados.

Hasta ahora sólo acompañará la discusión el sentido común y una actitud
reactiva, sabiendo que los medios reproducen viejos esquemas sobre lo
que somos los hombres y las mujeres. Serán peticiones generales, porque
no se sabe cómo se construye el producto, por qué vías aparece ni
podemos hacer un mapa de intereses que no sean la vulgaridad muy
conocida: los monopolios. ¿Y qué más? El lenguaje excluyente ¿y qué más?.

Nada sabemos de la distribución del acceso a las nuevas tecnologías ni
de las leyes que desde hace años regulan el otorgamiento de concesiones,
ni de cómo los grupos que controlan y funcionan los más de 50 canales
regionales; tampoco podemos argumentar sobre el carácter y visión de
esos concesionarios.

La crítica feminista muy desarrollada en el mundo respecto de los
medios, en México no ha significado una preocupación ordenada, profunda
y científica desde el movimiento feminista. El tema tratado
superficialmente se ha reducido a criticar esporádicamente el lenguaje
sexista y la invisibilidad de las mujeres en los productos y contenidos
de los medios.

Paralelamente se desarrolló una tendencia también limitada y sin
conocimiento de causa, respecto del uso instrumental de los medios. O
sea estrategias para la búsqueda de espacios de difusión para las
acciones feministas, para la difusión de sus programas, sin participar
en las discusiones de la tenencia de los medios, su regulación y
normatividad que comenzó en 1977 en forma sistemática, dominada por
grupos y asociaciones poco sensibles a lo que hoy conocemos como visión
de género.

No existe un acumulado de conocimientos del entramado muy especializado
respecto al papel político de las concesiones de radio y televisión; la
cuestión del sistema radioeléctrico no ha importado. No contamos con un
diagnóstico desde la perspectiva feminista de la concentración de los
medios y los daños que podría ocasionar a la mitad de la población. No
tenemos un observatorio científico sobre el tratamiento mediático de la
condición femenina.

Los estudios de contenido, por ejemplo de las telenovelas, la
publicidad, son escasos y antiguos. Ni siquiera contamos con un panorama
de cómo y desde qué óptica los concesionarios de los medios definen a
sus auditorios a partir de la concepción de lo que es ser hombre y ser
mujer. Los estudios feministas tampoco han entrado con su visión a
revisar qué ha significado el desarrollo de las nuevas tecnologías. En
suma la nueva reforma encuentra a las mujeres sin instrumentos
científicos de discusión.

Pensar en incluir la demanda de un lenguaje inclusivo, o demandar mayor
visibilidad, no alcanza para el análisis que se necesita. Hoy las y los
legisladores acordarán un cambio trascendente sin que sepamos de qué se
trata. ¿Qué significa para las mujeres la competencia y la
descentralización? ¿Cuántas mujeres son dueñas de medios? ¿Cuáles son
las reglas de operación de la televisión pública o estatal? ¿Cómo
operará la propuesta del Instituto Federal de Telecomunicaciones?, por
ejemplo. Lo común es pedir que haya igual número de hombres y de mujeres
en su operación.

Todo ello a pesar de que hace al menos 22 años distintas iniciativas han
trabajado en la formación de redes de periodistas para que se hagan
sensibles a la condición de las mujeres. No se conoce cuándo o dónde las
feministas hayan establecido mesas de trabajo al respecto. En sus
reuniones y congresos, el tema jamás ha sido considerado, y hace muy
poco tiempo desde la academia se han hecho intentos iniciales.

Por ende no hay intervención feminista en la construcción de mensaje de
publicidad, cuál es el catálogo de escritoras y escritores de series de
televisión, cuáles son y cómo se construyen las imágenes femeninas. Cómo
se forma al personal que produce la programación de un medio.

En 1995, durante la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer, feministas
de otros lares, discutieron a fondo el contenido y proyección de una
sección llamada Capítulo J, que ya previó desde entonces la brecha
digital entre mujeres y hombres, y delineó estrategias, incluso de
carácter legislativo, para reordenar la normativa que urgía ante los
rápidos cambios que derivarían en el uso de voz y datos, vía las
carreteras de la información que van de la computadora al teléfono
celular, donde, por supuesto, circulan ideas, mensajes, lenguaje e
imágenes sexistas, discriminatorias y excluyentes para la mitad de la
población.

La discusión que determinará el rumbo de las telecomunicaciones es
crucial. Los nuevos instrumentos de la comunicación ya forman parte de
la revolución educativa en el mundo. Ahí no estamos con nuestra palabra
nacional e informada. La carencia de referentes es muy grave. No sabemos
casi nada. Sólo hay un estudio muy trascendente, hecho por Gabriela
Delgado y Rosario Novoa sobre la telesecundaria; el seguimiento del
contenido de telenovelas, ya antiguo, realizado por Guillermo Orozco de
la Universidad de Guadalajara y algunas escasas y esporádicas reacciones
al desmedido uso del cuerpo de las mujeres para la publicidad, inconexos
y sin diagnósticos.

Este tremendo descuido nos coloca en las márgenes de estas importantes
discusiones. No tenemos datos duros, muestras científicas, catálogos de
contenidos que pudiéramos mostrar en la discusión de la manera en que el
discurso mediático refuerza el papel tradicional de mujeres y hombres.
Ni tenemos propuestas globales para enfrentar el contenido de la reforma
en telecomunicaciones. Esta desgracia será elocuente en los resultados
por venir, que según todos los indicios, entre hombres, operarán el
nuevo reparto, pero no podemos construir la crítica urgente, más allá de
la queja, la descalificación sin conocimiento y esa sí, nuestra ansia
porque los medios, sabemos, no hacen justicia a las mujeres.

Los datos duros permitirían sustentar la recomendación que hizo
recientemente el comité de la CEDAW, es decir, el comité internacional
que busca hacer efectiva en todo el mundo la Convención contra todas las
formas de discriminación contra la mujer, ese comité recomendó "que
México aplique una estrategia global que incluya iniciativas de
prevención en las que participen los medios de comunicación y programas
de educación pública destinados a modificar las actitudes sociales,
culturales y tradicionales que se hallan en el origen de la violencia
contra la mujer y que la perpetúan", ¿cómo se puede demostrar esto?,
sólo con que se incluya la frase visión de género. Me temo que es muy
elemental.

Otra cosa sería mostrar un catálogo analítico que pudiera dar luces para
hacer esta recomendación algo viable y sustentado. No lo tenemos.

Esta situación coloca a las mujeres en una condición de marginalidad
autoimpuesta en el período más importante de los cambios que ya se han
prefigurado por un conjunto de personas expertas, asociaciones y
legisladores que están por aprobar una reforma de "gran calado".

En otros países, como Chile, por ejemplo, las mujeres feministas han
estado en las mesas de trabajo de cada una de las reformas, visiones y
análisis del significado del cambio tecnológico en los instrumentos de
los medios de comunicación.

La demanda de equidad o igualdad a secas me parece, no trascenderá en
esta discusión que ya está aquí y ahora. Preparar reservas para evitar
la violencia y la discriminación contra las mujeres en los medios, es
una frase vacía. Por ejemplo se excluyó del estudio del feminicidio en
2005, el análisis de cómo los medios trataban el problema. No tenemos
ese referente elaborado por investigadoras en 10 entidades del país. Y
lamentablemente este desconocimiento se nos cobrará ahora. Las campañas
realizadas no tienen un estudio de impacto, por tanto tampoco sabemos
cómo mostrar la tremenda ayuda que los medios podrían aportar para
mitigar la discriminación femenina.

Pero nunca es tarde para comenzar. Con autocrítica podríamos hacerlo.

Veremos.

www.diezcomunicacion.com.mx

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