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La crisis climática y su administración
Francisco Aguayo
ALAI AMLATINA, 25/03/2013.-
I
Los efectos de la crisis financiera que estalló en el 2008, han
expandido la discusión acerca de la viabilidad del capitalismo. El
resquebrajamiento del sistema financiero internacional, sin embargo, no
ha llevado a una reforma del sistema sino a una administración de la
crisis que prolonga el estado de cosas sin ofrecer una solución. Esta
falsa salida ha transferido la carga de los bancos y las corporaciones
hacia la población en su conjunto, fracturando la confianza de
sociedades que presumían haber alcanzado la afluencia de forma
irreversible y exponiendo a una buena parte de la población de los
países ricos a la precaria realidad cotidiana de la población del resto
de mundo.
La crisis climática por la que atraviesa nuestro planeta ha desatado,
también, un proceso paralelo de administración que no ofrece soluciones,
sino contención. El régimen internacional de cambio climático, que
amenaza con sustituir al de por sí débil Protocolo de Kioto, se basa en
el establecimiento de cuotas voluntarias de mitigación de gases de
efecto invernadero y en la utilización de mecanismos de mercado para
promover el cambio estructural. Este régimen se basa en un enfoque
gradualista del problema que no tiene sustento en la realidad.
II
Existen ya demasiados datos sobre las dimensiones y velocidad del
deterioro climático que genera la actividad humana, al punto que resulta
difícil seguir la información relevante. Existen muchos indicios, y
ninguna refutación sólida, de que el cambio climático se está
acelerando, no sólo porque aumentan sus causas directas, sino porque
también aumenta la sensibilidad del cambio climático a esas causas.
Uno de los informes más recientes del Instituto Potsdam para la
Investigación del Impacto Climático (PIK), producido bajo encargo del
Banco Mundial, estima que de proseguir el ritmo actual de emisiones de
gases de efecto invernadero la perspectiva de calentamiento para el
siglo que corre es de 4° C, casi el doble de la cifra aceptada
oficialmente como zona de peligro.(1) Otros climatólogos reconocidos
aseguran que incluso un calentamiento del orden de 1°C podría generar
perturbaciones muy difíciles de revertir.(2) A partir de estimaciones
gruesas sobre sus impactos, este nivel de perturbación climática
inercial (en el que se mantiene el estado actual de cosas) pondrá en un
estado de riesgo sin precedente los sistemas de alimentación,
aprovisionamiento de agua, la viabilidad de los ecosistemas y la salud
humana. Pero mientras que la certeza sobre la existencia y magnitud del
calentamiento aumenta, es necesario reconocer que no existe una base de
conocimiento sólida sobre todos sus efectos, ni sobre el ritmo y
secuencia con la que se pueden presentar éstos últimos. En particular,
existe una gran incertidumbre sobre los efectos de retroalimentación del
cambio climático. Aquí queremos señalar sólo tres de esos efectos
potenciales.
1) Desde hace casi una década, el deshielo en el Ártico alcanza cada año
una cifra récord.(3) La reducción de la superficie del hielo ártico es
un mecanismo muy importante de retroalimentación del cambio climático:
mientras más pequeña sea la capa de hielo, menos luz solar se refleja al
espacio y más energía absorbe la tierra, lo que produce a su vez un
mayor deshielo. El deshielo aumenta la sensibilidad climática a un nivel
dado de concentración de gases de invernadero aumenta con el deshielo
(con mayor deshielo una menor cantidad de emisiones afecta más el
sistema climático).(4)
2) Al mismo tiempo, el río Amazonas alcanzó su nivel más bajo en 47 años
en el 2010, en la peor sequía del siglo. Peor aún, la segunda peor
sequía impactó la selva amazónica apenas cinco años antes. Los dos
eventos han revelado otro poderoso mecanismo de retroalimentación
climática. En un año normal, la selva del Amazonas absorbe cerca de 1.5
miles de millones de toneladas de CO2, sin embargo, la biomasa que la
sequía del 2010 extinguió tuvo un impacto de carbono de 2.2 miles de
millones de toneladas, y podría alcanzar hasta los 5 mil millones en los
próximos años al pudrirse la vegetación muerta.(5).
Esto significa que, además de la destrucción de uno de los ecosistemas
más ricos del planeta, el calentamiento global podría provocar que la
selva tropical en lugar de capturar carbono lo inyecte a la atmósfera.
3) Un tercer efecto de retroalimentación puede ser detonado por la
liberación de metano congelado en la plataforma del ártico siberiano, al
descongelarse el permafrost(6). Esas regiones árticas mantienen algunos
de los más grandes almacenes de carbono del planeta en la forma de
hidratos de metano, cerca de 1.6 millones de millones de toneladas, el
doble del carbono de la atmósfera.(7) Precisamente esas regiones son las
que registran las tasas de calentamiento más rápidas. Basta una fracción
de todo ese metano congelado, que ya está filtrándose en el ártico
siberiano, para desencadenar un calentamiento climático abrupto(8). Las
autoridades rusas ya han estimado que el permafrost siberiano podría
encogerse entre 15 y 30% para el año 2050.(9)
La acumulación de los efectos del cambio climático y su interacción
puede producir resultados totalmente imprevistos a una escala
desconocida y a un ritmo acelerado. Muchos de estos mecanismos de
retroalimentación, así como el entramado de relaciones que existen entre
los diversos subsistemas del clima, todavía no se conocen con certeza.
Esto impide determinar cuáles son los umbrales de una perturbación
irreversible. Más aún, como admite el mismo PIK, el espectro completo de
los daños en un mundo 4°C más caliente todavía no ha sido evaluado. Los
estudios convencionales sobre los efectos del cambio climático se basan
en cálculos puntuales sobre los efectos aislados en distintos sectores
económicos, regiones y ecosistemas. Pero no existen estudios sobre la
acumulación y posible reacción en cadena de esos efectos en escala
global. No existe por tanto ninguna garantía de que la adaptación a un
mundo 4°C más caliente sea posible.
III
La parsimonia (por no decir, el cinismo) con el que se conducen las
negociaciones internacionales sobre el régimen global del clima
responden, en parte, al trágico desfase temporal entre la evidencia
científica y la capacidad de la maquinaria diplomática para alcanzar
acuerdos(10). Pero también, y de forma sobresaliente, a un tipo
particular de pensamiento económico que domina tras bambalinas el
discurso político y establece una visión de la crisis climática como
algo que puede controlarse de forma gradual. Esta forma de abordar el
problema ha moldeado los términos de la negociación internacional,
incluidas las posiciones de las naciones pobres, a partir del principio
de minimización de costos.
Mientras que la discusión sobre la ciencia del cambio climático ha sido
un ejercicio inédito de colaboración y escrutinio más o menos riguroso
de la evidencia y la teoría, el proceso de traducción del problema en
soluciones ha caído en el campo de la teoría económica ortodoxa. La
perspectiva de esta "economía del cambio climático" se basa en un
conjunto de modelos de costo-beneficio, sumamente limitados y en la
reducción de todo problema ecológico a un costo no contemplado que puede
ser internalizado (en mercados que, por lo demás, funcionan sin mayor
problema).
El problema del cambio climático desde esta perspectiva se reduce a
encontrar la trayectoria óptima de abatimiento del cambio climático.
Algunos de los modelos más influyentes basados en ese enfoque han
obtenido resultados sorprendentes, como por ejemplo, que los efectos del
calentamiento inicial son más bien positivos(11) o que los costos
sociales del cambio climático son, en el mediano plazo, relativamente
bajos (en un orden de entre $5 y $50 dólares por tonelada de CO2)(12).
El corolario de este enfoque es que el problema puede solucionarse con
incentivos muy pequeños, administrados al sistema económico en pequeñas
dosis a lo largo del tiempo. Dado que aplicar estos incentivos en la
forma de un impuesto al carbono puede generar distorsiones en los
mercados, lo mejor es crear un sistema de intercambio de derechos de
contaminación que incluya el costo de los daños potenciales en el
cálculo de todos la agentes de la economía, mediante un mercado de
emisiones.
Esta perspectiva está plagada de inconsistencias y arbitrariedades, es
incapaz de percibir relaciones sistémicas entre las partes del problema,
y tiene como fundamento una teoría económica que ha entrado hace mucho
tiempo en decadencia como programa científico. Sin más, la crisis
financiera ha hecho añicos el mito de la mano invisible y el mercado
desregulado. Por falta de espacio aquí consideramos sólo dos
inconsistencias, expuestas de manera concisa por el economista Frank
Ackerman en varios trabajos(13). La primera es que los resultados de los
modelos, en sus propios términos, cambian radicalmente al hacer pequeñas
modificaciones en parámetros como la tasa de descuento utilizada. Al
utilizar una tasa de descuento elevada, esos estudios reducen el valor
de daños que ocurrirán en el futuro. Existen muchos argumentos para
utilizar un descuento más pequeño, como el utilizado en el famoso
Informe Stern. El punto es que el criterio para escoger una tasa de
descuento tiene una dimensión política y ética sobre la responsabilidad
ecológica y social, y no puede reducirse a un problema técnico.
Un segundo punto es que el tratamiento de la incertidumbre en el enfoque
ortodoxo de costo-beneficio es totalmente inadecuado, pues prácticamente
excluye la consideración del riesgo de eventos catastróficos. Ackerman
propone aquí que un enfoque más adecuado es el de Weizman(14) quien
demuestra que en casos en los que existe un riesgo potencialmente
ilimitado sobre el que existe información escasa, el valor esperado de
la reducción del riesgo es infinita. En otras palabras, cuando existe
una probabilidad desconocida de que ocurra un evento catastrófico,
cualquier previsión contra ese evento es increíblemente valiosa. Ese
tipo de riesgos es, como señalamos en la sección anterior, lo que
caracteriza el problema del cambio climático con la base de
conocimientos que actualmente tenemos. En consecuencia, la opción por
una estrategia de minimización de costos es equivocada y debe ser
reemplazada por una estrategia de prevención del peor escenario.
IV
El predominio de la perspectiva ortodoxa en la economía del cambio
climático es un reflejo de una serie larga de inercias que determinan el
curso actual de nuestras sociedades intensivas en carbono. Por un lado,
la matriz tecnológica que se sostiene sobre el uso de combustibles
fósiles está profundamente entronizada en el sistema económico. La
transición energética de los combustibles fósiles a una matriz
tecno-económica distinta (necesariamente, basada en la energía solar y
sus conversiones más inmediatas, como el viento) está profundamente
limitada tanto por la inercia técnica del sistema existente como por la
dimensión de los intereses económicos involucrados. Una forma palpable
de estimar esas inercias, es el reconocimiento de que cerca de un 80% de
las reservas actuales de combustibles fósiles, deben permanecer en el
subsuelo, si queremos evitar un colapso climático.(15) Estados y
corporaciones se han apropiado de esas reservas y éstas son parte de sus
"activos". Eliminar el lastre de la energía fósil pasa necesariamente
por establecer nuevos mecanismos de asignación y valuación de recursos.
Enfrentar el problema del cambio climático requiere una modificación
importante del balance de fuerzas políticas en el terreno internacional
que mantiene el sesgo gradualista de la crisis climática. El discurso
dominante sobre los criterios de valuación de costos del cambio
climático es un soporte clave, al igual que en la administración de la
crisis financiera, de la legitimidad del statu quo. Desmontarlo es parte
de la tarea en la generación de alternativas.
- Francisco Aguayo es economista. PhD Fellow en el Maastricht Economic
Research and Training Institute on Technology (UNU-MERIT).
* Este texto es parte de la revista América Latina en Movimiento No. 483
(marzo 2013), titulada "La crisis compleja"
(http://www.alainet.org/publica/483.phtml)
Notas:
(1) Turn down the heat. Why a 4°C warmer world must be avoided. Berlin,
2012. El informe completo puede consultarse en:
http://www.pik-potsdam.de/news/press-releases/4-degrees-briefing-for-the-world-bank-the-risks-of-a-future-without-climate-policy.
(2) Hansen, J. et al. (2008), "Dangerous human-made interference with
climate: a GISS modelE study," en Atmospheric and Chemistry and Physics
no. 7, pp. 2287–2312.
(3) El departamento de Ciencias Atmosféricas y de la Tierra del City
College de Nueva York mostró recientemente que el área derretida en el
ártico aumenta cerca de 17,000 km cuadrados cada año y que esto ha
ocurrido durante los últimos 30 años (http://greenland.cryocity.org/ ).
La tendencia confirma resultados previos de la Agencia Nacional para la
Atmósfera y los Océanos de Estados Unidos
(http://www.arctic.noaa.gov/reportcard/).
(4) Lenton. T. et al. (2008), "Tipping elements in the Earth's climate
system" in Proceedings of the National Academy of Science of the U.S,
vol. 105, no. 6, pp. 1786–1793, pnas. 0705414105. Documento en línea:
www.pnas.org_cgi_doi_10.1073_pnas.0705414105.
(5) Lewis, S., P. Brando at al. (2011), The 2010 Amazon Drought,
Science, vol. 331, no. 6017, p. 554. Resumen en línea:
http://www.sciencemag.org/content/331/6017/554.abstract.
(6) Ver por ejemplo Schaeffer, K., Zhang, T., et al. (2011), "Amount and
timing of permafrost carbon release in response to global warming," in
Tellus, vol. 63, issue 2, pp. 165-180; Lawrence, D. M. and A. G. Slater
(2005), "A projection of sever near-surface permafrost degradation
during the 21st century, in Geophysical Research Letters, vol. 32.
(7) Tarnocai, C., J. G. Canadell, E. A. G. Schuur, P. Kuhry, G.
Mazhitova, and S. Zimov (2009), Soil organic carbon pools in the
northern circumpolar permafrost region, Global Biogeochemical Cycles,
vol. 23, GB2023, doi:10.1029/2008GB003327.
(8) Shakhova, N., I. Semiletov, et al., (2010), "Extensive venting to
the atmosphere from sediments of the Siberian Arctic Shelf," in Science,
vol. 327, no. 5970, pp. 1246-1250, doi: 10.1126/science.1182221.
(9) "Russia may lose 30% of permafrost by 2050: official", AFP, Sunday,
31 July 2011
(10) Tomó 10 años echar a andar el Protocolo de Kioto. Por otro lado, si
el desmantelamiento del principio de obligatoriedad, que ese Protocolo
consagraba, ocurrió mucho más rápidamente, revertir la tendencia actual
de metas de mitigación voluntarias llevará seguramente varios años.
(11) William Nordhaus and Joseph Boyer, Warming the World: Economic
Models of Global Warming (MIT Press, 2000), 84-85.
(12) Richard Tol, "The Social Cost of Carbon: Trends, Outliers and
Catastrophes," Economics (e-journal), Vol. 2, 2008.
(13) Véase por ejemplo, Ackerman, F. (2009), Can we afford the future?
The economics of a warming world, ZED Books; Ackerman F. y E. Stanton
(2010), The Social costs of carbon, Economics for Equity and the
Environment Network, disponible en línea en www.e3network.org.
(14) Martin Weitzman, "On Modeling and Interpreting the Economics of
Catastrophic Climate Change," Review of Economics and Statistics (2009),
(15) Véase Leaton, J. (2012), Unburnable Carbon – Are the world's
financial markets carrying a carbon bubble?, Carbon Tracker,
www.carbontracker.org.
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