viernes, 22 de febrero de 2013

[alai-amlatina] Otro mundo es posible, otra economía es posible

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Otro mundo es posible, otra economía es posible

Henry Mora Jiménez

ALAI AMLATINA, 22/02/2013.- Indudablemente, "otro mundo es posible",
aunque cuando decimos "otro mundo" nos referimos en realidad a muchos
otros mundos en este mundo: un mundo que contenga muchos mundos. "Otro
mundo es posible" es el mundo en el cual quepan todos los seres humanos,
por tanto, la naturaleza también, porque el ser humano es un ser
natural, corporal. "Otro mundo es posible" es la sociedad en la cual
cada uno pueda realizar su propio proyecto de vida, con la seguridad de
una vida digna con base en su trabajo (no necesariamente, asalariado).
Que el ser humano sea libre como sujeto en comunidad, y la comunidad es,
en última instancia, la humanidad.

Se trata, además, de la concepción de un mundo en el cual quepan
diferentes culturas, naciones, razas, etnias, géneros, preferencias
sexuales, etc. Esto complementa el lema del Foro Social Mundial: "Otro
mundo es posible", y expresa un humanismo concreto frente a las
homogeneizaciones de los humanismos abstractos. Tanto el capitalismo
como el socialismo histórico han prometido una solución homogénea y
universal para la totalidad de la humanidad. En un caso, el automatismo
del mercado (la gran utopía de la sociedad burguesa), y en el otro el
automatismo de su abolición (la gran utopía del comunismo en cuanto que
sociedad finalista). No obstante, ambos vinculan su solución con la
vigencia de un progreso técnico ilimitado e irrestricto y con la promesa
de un futuro esplendoroso pero indefinido, derivado de su magia.

La respuesta necesaria al mundo dominante en la actualidad, con su
afirmación de que no existe alternativa, sólo puede ser la de que "otro
mundo sí es posible". No obstante también esta respuesta se puede
vaciar, si no se dice qué mundo es aquel del cual decimos que sí es
posible. Porque cabe la posibilidad de mundos incluso peores que el
mundo actual al cual nos enfrentamos. Por eso, cuando hablamos de un
mundo en el cual quepamos todos hay que aclarar de qué mundo se trata.
En particular, esto no significa que "todo" quepa, pues precisamente
para que quepamos todos y todas (seres humanos y naturaleza), hay mucho
que no tiene cabida. En especial, no cabe la actual estrategia de
acumulación de capital, llamada globalización, que los gobiernos de los
países centrales imponen por medio del Fondo Monetario Internacional, el
Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio, y los propios
gobiernos neoliberales. Para que todos quepamos, hace falta excluir esta
estrategia.

Una sociedad en la cual quepamos todos implica una ética universal, aun
así no dicta pretendidos principios éticos universalmente válidos; no
prescribe normas universalistas generales ni determinadas relaciones de
producción universalmente válidas. No pretende saber cuál forma de
sociedad es la única acertada, ni sostiene saber cómo es factible hacer
felices a los seres humanos a partir de cierto orden social. No se
promete ningún paraíso. Frente a los principios universalistas de
sociedad, la exigencia de una sociedad en la cual quepan todos es más
bien un criterio de validez universal sobre la pretendida validez de
tales principios de sociedad. No es posible sustentar este criterio por
principios abstractos, como la tasa de crecimiento del producto social o
la tasa de ganancia del capital. Sin embargo se trata de un criterio
universalista, es el universalismo del ser humano concreto.

Ahora bien, un mundo en el cual quepan todos no es un proyecto y tampoco
directamente una meta factible de la acción. Es, podríamos decir, una
idea regulativa de la acción (un imperativo categórico de la razón
práctica, de la acción concreta), una «utopía necesaria» que ha de
penetrar la realidad de forma transversal. Como utopía no es en sí misma
factible, es un principio orientador básico, aunque radical. Es una
finalidad, no un fin. Tampoco es un axioma del cual se deduzcan los
subsiguientes pasos a seguir, como si se tratara de una secuencia lógica
(principalismo abstracto) o de una aplicación tecnológica (razón
instrumental medio-fin). No es un modelo de sociedad, pero sí, una
dimensión, la más general, de la referencia a la crítica de la sociedad
de hoy.

La especificidad de una economía para la vida

Una «economía para la vida», aunque parte del carácter multidimensional
y complejo de la vida humana, la analiza en función de las condiciones
de posibilidad de esta misma vida a partir de la reproducción y el
desarrollo pleno de "las dos fuentes originarias de toda riqueza"
(Marx): el ser humano en cuanto sujeto productor (creador) y la
naturaleza externa (medio ambiente), "madre" de toda riqueza social (Petty).

Y no se ocupa solamente del «contenido» de la riqueza social (los
valores de uso en cuanto que satisfactores de necesidades humanas),
ignorado por la teoría económica ortodoxa; sino sobre todo, de las
condiciones que hacen posible la reproducción y el desarrollo de esta
riqueza social y, por consiguiente, la reproducción y el desarrollo de
sus "dos fuentes originarias". Pero también analiza la «forma social» de
esta riqueza (por ejemplo, la mercancía capitalista) y su impacto en la
reproducción de las condiciones de posibilidad de la vida humana.

Por ello, la corporalidad del sujeto concreto [hombre, mujer, negro(a),
blanco(a), indio(a), mestizo(a), campesino(a), asalariado(a),
anciano(a), niño(a), migrante, trabajador(a) por cuenta propia,
desempleado(a), etc.]; re sulta ser un concepto clave para una economía
orientada hacia la reproducción de la vida; que no puede limitarse a la
«cuestión social», por más importante que esto sea.

Y no se trata únicamente de la corporalidad del individuo, sino de la
corporalidad del sujeto en comunidad. La comunidad tiene siempre una
base y una dimensión corporal. Se trata del nexo corporal entre los
seres humanos y de estos con la naturaleza. Toda relación entre los
seres humanos tiene necesariamente esta base corporal y material, en la
cual diariamente se juega la vida o muerte de la gente: su
sobrevivencia, su actuar en comunidad, sus condiciones de existencia.
Podemos llamar a esta red de relaciones sociales o socio-naturales
(entre los seres humanos y de estos con la naturaleza), Sistema de
Coordinación del Trabajo Social; y en cuanto especificación de la
actividad humana a partir del trabajo lo podemos comprender como
integrado por dos subsistemas interdependientes y superpuestos:

1. El subsistema de la división social del trabajo orientado a la
producción de los valores de uso que hacen posible la vida de los
sujetos productores, esto es, el sistema interdependiente de la división
del trabajo que produce los bienes materiales de la sociedad. Es el
«trabajo productivo», trabajo productor de la riqueza producida. Más que
un subsistema, es el esqueleto, la columna vertebral de la coordinación
del trabajo social.

2. El subsistema de la reproducción de las condiciones materiales que
hacen posible la vida humana: i) la reproducción de la propia base
económica ("aparato productivo"), ii) la reproducción de la
infraestructura ecológica y, iii) la reproducción de la propia vida
humana y de las relaciones sociales y los modos de convivencia entre los
seres humanos. Es el «trabajo reproductivo », trabajo de reproducción y
regeneración de las fuentes originarias de toda riqueza humana: el
propio ser humano y la naturaleza.

A su vez, este segundo subsistema (que ontológicamente contiene al
primero), lo podemos analizar desde una doble perspectiva:

2.1 Como reproducción de la naturaleza externa al ser humano, en la
medida en que ésta es asimilada, modificada y transformada por la
actividad humana. Implica el conocimiento, la preservación, el cuido y
el respeto de los ciclos y equilibrios de la naturaleza;

2.2 Como reproducción de la propia vida humana: procreación, crianza,
cuido, manutención, trabajo familiar doméstico, educación,
socialización, afectividad, convivencia (al interior de la tribu, el
clan, la familia u otras instituciones más recientes como la escuela, el
gremio, la comunidad, la empresa, etc.).

Se trata en efecto de sistemas interdependientes y superpuestos. Así por
ejemplo, muchas de las actividades del trabajo doméstico y de cuido
requieren valores de uso provenientes del sistema de división social del
trabajo, al tiempo que éste no puede subsistir sin el trabajo doméstico
y de cuido (reproducción de la fuerza de trabajo, entre otros aspectos).
Igualmente, la preservación y cuido de la Naturaleza también necesita de
valores de uso suministrados por el sistema de división social del
trabajo y éste, claro está, exige la continua reproducción de aquella.
También tenemos interacciones e imbricaciones entre los dos subsistemas
que delimitan la reproducción de las condiciones materiales de la vida.

Por eso, una «Economía para la Vida» es el análisis de la vida humana en
la producción y reproducción de la vida real y sus condiciones de
existencia, y la expresión "normativa" de la vida real es el derecho de
vivir. Lo que es una Economía para la Vida (en cuanto disciplina
teórica), puede por tanto resumirse así: Es un método que analiza la
vida real de los seres humanos en función de esta misma vida y de la
reproducción de sus condiciones materiales de existencia (económicas,
ecológicas y culturales). Este criterio de discernimiento se refiere a
la sociedad en su conjunto y rige asimismo para la economía.

- Henry Mora Jiménez es economista, catedrático en la Escuela de
Economía y en el Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad
Nacional, Heredia, Costa Rica.

Artículo publicado en la entrega No. 482 (febrero) de la revista de ALAI
América Latina en Movimiento: "Para las nuevas izquierdas: ¿Qué otra
economía?" http://alainet.org/publica/482.phtml.


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