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Ecuador: cuatro lecciones de una victoria aplastante
Atilio A. Boron
ALAI AMLATINA, 18/02/2013.- La arrasadora victoria de Rafael Correa, con
un porcentaje de votos y una diferencia entre él y su más inmediato
contendiente que ya hubieran querido tener Obama, Hollande, Rajoy, entre
otros, deja algunas lecciones que es conveniente recapitular.
Primero y lo más obvio: la ratificación del mandato popular para seguir
por el camino trazado pero, como dijo Correa en su conferencia de
prensa, avanzando más rápida y profundamente. Sabe el re-electo
presidente que los próximos cuatro años serán cruciales para asegurar la
irreversibilidad de las reformas que, al cabo de diez años de gestión,
habrán concluido con la refundación de un Ecuador mejor, más justo y más
sustentable. Un Ecuador en donde la diversidad no sea fuente de
desigualdad. En la conferencia de prensa ya aludida dijo textualmente:
"o cambiamos ahora al país o no lo cambiamos más". El proyecto de crear
un orden social basado en el socialismo del sumak kawsay, el "buen
vivir" de nuestros pueblos originarios, exige actuar con rapidez y
determinación. Pero esto también lo saben la derecha vernácula y el
imperialismo, y por eso se puede pronosticar que van a redoblar sus
esfuerzos para evitar la consolidación del proceso de la "Revolución
Ciudadana."
Segunda lección: que si un gobierno obedece al mandato popular y produce
políticas públicas que benefician a las grandes mayorías nacionales –que
al fin y al cabo de eso trata la democracia- la lealtad del electorado
puede darse por segura. La manipulación de las oligarquías mediáticas,
la conspiración de las clases dominantes y las estratagemas del
imperialismo se estrellan contra el muro de la fidelidad popular ante un
gobierno fiel a sus mandatos.
Tercero, y como corolario de lo anterior, el aplastante triunfo de
Correa demuestra que la conformista tesis tan común en el pensamiento
político convencional, a saber: que "el poder desgasta", sólo es válida
en democracia cuando el poder se ejerce en beneficio de las minorías
adineradas o cuando los procesos de transformación social pierden
espesor, titubean y terminan por detenerse. Al paralizarse, al abandonar
el impulso transformador, se encaminan hacia su propia destrucción. Su
condición de viabilidad es la permanente profundización y aceleración
del proceso reformista. Pero cuando se gobierna teniendo a la vista el
bienestar de las víctimas del sistema pasa lo que ocurrió ayer en
Ecuador: si en la presidencial del 2009 Correa ganó en la primera vuelta
con el 51 por ciento de los votos, ayer lo hizo, con el recuento
existente al momento de escribir esta nota (un 25 por ciento de los
votos escrutados) con el 57 por ciento. En lugar de "desgaste",
consolidación y acrecentamiento del poder presidencial.
Cuarto y último, con esta elección se supera la parálisis decisional
generada por una Asamblea Nacional que se opuso con intransigencia a
algunas de las más importantes iniciativas propuestas por Correa. Si
bien hay pocas cifras disponibles al respecto no caben dudas de que
Alianza PAIS tendrá la mayoría absoluta de los asambleistas y con
posibilidades de alcanzar una representación parlamentaria que le
permita contar con una mayoría calificada de dos tercios. Una Asamblea
Nacional que acompañe el proceso de cambios tendría que abocarse de
inmediato a elaborar y sancionar la Ley Orgánica de Comunicación, un
nuevo Código Ambiental, la Ley de Aguas (esencial para la reforma
agraria) entre otras piezas legislativas de fundamental importancia. La
reconfiguración del mapa sociopolítico de la Asamblea Nacional permitirá
remover los obstáculos que, hasta ahora, impidieron el avance en algunos
frentes estratégicos del proceso de construcción de una nueva sociedad.
Con el triunfo de Correa, la reciente victoria de Hugo Chávez en
Venezuela y la previsible ratificación del mandato popular a favor de
Evo Morales en Bolivia el núcleo duro del "giro a la izquierda"
experimentado por América Latina a comienzos de siglo queda notablemente
fortalecido, ejerciendo un influjo favorable sobre los procesos en curso
en países como Argentina, Brasil y Uruguay. Conclusión: los tiempos han
cambiado. La ratificación plebiscitaria de un presidente que lideró un
formidable proceso de cambios sociales y económicos; que apuesta sin
reservas -y trabaja para- la integración latinoamericana; que desafió al
imperio incorporando su país al ALBA y que puso fin a la presencia
estadounidense en la base de Manta; que realizó una ejemplar auditoría
de la deuda externa reduciendo significativamente su monto; que le
otorga asilo a Julian Assange y que retira al Ecuador del CIADI no es
algo que se vea todos los días. Hay una gran razón para celebrar.
¡Felicitaciones Rafael Correa, salud Ecuador!
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