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Idle No More (« Se acabó la inacción ») ¿Hacia un invierno indígena en
Canadá?
Pierre Beaucage
ALAI AMLATINA, 11/01/2013.- En Canadá se utiliza la expresión «verano
indígena» (été des Indiens) para designar unos períodos inesperados de
calor que ocurren en pleno otoño, cuando normalmente hace frío. Sin
embargo, este año, es en pleno invierno canadiense cuando se está
calentando el escenario político indígena.
Hace seis semanas, Theresa Spence, jefa del pueblo indígena de
Attawapiskat, en el norte de la provincia de Ontario, empezó una huelga
de hambre para protestar contra las condiciones infrahumanas en que
viven los 1200 habitantes de su comunidad, en particular el hacinamiento
inaceptable de las familias en viviendas precarias e insalubres en una
región donde las temperaturas bajan hasta 40 grados bajo cero. Esta
situación, lejos de ser única en el país, es desgraciadamente común en
las llamadas «reservas indígenas», o sea los territorios donde han sido
relegados los pueblos indígenas después de la llegada de los europeos.
La jefa Spence dijo que solamente pondría fin a su huelga de hambre si
el primer ministro Stephen Harper y el gobernador general aceptaban
recibirla para discutir de los problemas agudos que azotan a la
población indígena.
Como respuesta, el gobierno federal canadiense, que tiene jurisdicción
sobre el millón de indígenas del país, declaró que los problemas en
Attawapiskat vienen de una «mala administración de los fondos». Pocos
meses antes, la mayoría conservadora en el parlamento forzó la adopción
de las leyes 38 y 45, leyes «mamút» que incluyen una limitación sin
precedentes de los derechos indígenas sobre sus territorios y sus aguas
frente a las empresas que explotan los recursos forestales, hidráulicos,
mineros e hidrocarburíferos (petróleo y gas).
La huelga de hambre de Theresa Spence fue la chispa que encendió un
descontento indígena creciente frente a las políticas neoliberales del
gobierno federal. En todo el país, surgió un movimiento de apoyo a sus
demandas y de repudio a la actitud gubernamental. Sonaron los tambores
indios tanto en las aldeas remotas como en las grandes ciudades y en la
mera capital Ottawa. Había nacido el movimiento Idle No More («Se acabó
la inacción») que agrupa tanto a los indígenas de las zonas rurales como
a los muchos que residen en las ciudades, en particular a la juventud.
Otros canadienses, preocupados por los derechos humanos y el medio
ambiente, se sumaron a la protesta.
Hace una semana, el gobierno canadiense convocó de improvisto a los
jefes indígenas de la Asamblea de Primeras Naciones (APN), principal
organización indígena del país, a un encuentro este viernes 11 de enero.
Los periodistas independientes y los analistas políticos coinciden en
que se trata de un intento (¡bastante burdo, además!) de desarticular el
movimiento de protesta. Se trataría de ofrecer unos pocos millones a los
líderes oficialistas para que se disocien de las reivindicaciones
actuales y afirmen su confianza en el gobierno. La jefa Spence dijo que
seguirá su huelga y no asistirá al encuentro porque se trata de un
simulacro: no estará el gobernador general, lo que convierte la reunión
en un banal intercambio de puntos de vista. El éxito de la maniobra
gubernamental no está asegurado: las bases indígenas están presionando
al liderazgo para que rechace las leyes 38 y 45 y que apoye a Theresa
Spence. Dos asociaciones indígenas de Alberta (principal provincia
petrolífera del país) acaban de iniciar, ante la Corte federal, demandas
legales contra las dos leyes, que consideran anticonstitucionales, por
negar la consulta previa y violar sus derechos territoriales insertados
en la Constitución canadiense de 1982. Por los mismos motivos, en
Columbia Británica, otro grupo indígena ataca ante los tribunales el
Acuerdo sobre Promoción y Protección de las Inversiones Extranjeras
(APIE) que el Gobierno canadiense acaba de firmar con China.
El «invierno indígena» actual recuerda mucho a la «primavera de los
arces» (printemps érable) de Québec del 2011: lo que fue al principio
una huelga estudiantil contra una subida de las matrículas desembocó en
un amplio movimiento social que acabó por derrocar un gobierno corrupto
que mandaba a su antojo en la provincia desde hace nueve años. Al igual
que los estudiantes, los indígenas son una minoría en Canadá, pero se
ven muy decididos y están ganando apoyos más amplios cada día. ¿Podrá
este movimiento generar una ola de fondo capaz de poner en jaque al
gobierno más reaccionario que Canadá haya conocido en medio siglo? Esta
parte de la historia queda por escribir.
- Pierre Beaucage es antropólogo, Université de Montréal, Canadá.
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