Chávez sentó las bases del socialismo: ahora hay que edificarlo
Aram Aharonian
ALAI AMLATINA, 20/12/2012.- Tras los resultados de las elecciones regionales de este 16 de diciembre en los cuales el Partido Socialista Unido de Venezuela consiguió 20 gobernaciones, mientras que la oposición obtuvo sólo tres, el escenario político parece centrarse la evolución del estado de salud de Hugo Chávez y la factibilidad de su asunción para un nuevo período presidencial, el 10 de enero próximo.
La variable sigue siendo la “enfermedad de Chávez”, y pareciera que ni gobierno ni oposición tienen apuro en apurar los trámites, aunque siempre hay algunos debocados, sobre todo en las huestes antibolivarianas. La victoria de Capriles Radonski en Miranda le da una oportunidad personal, y los mismo podría decir Henri Falcón (vencedor en Lara), sobre todo teniendo en cuenta que Pablo Pérez perdió escandalosamente en Zulia. Pero ninguno de ellos fue nominado como “candidato único” para las (aún) eventuales próximas elecciones.
La lectura de los resultados del 16-D deja algunos signos claros: la tarea cumplida para con el presidente Chávez, la consolidación castrense en el mando civil (diez de los 20 gobernadores electos son militares retirados), el triunfo alcanzado sin Chávez en la campaña y con Nicolás Maduro como referente y, lo esperable, un paso hacia la llamada nueva geometría del poder, la reinvención del Estado desde las comunas.
Obviamente, para avanzar en este sentido, se necesita un sólido apoyo territorial. Desde el 7 de octubre se cuenta con el respaldo popular al Segundo Plan Socialista 2013-2019 (el plan de gobierno presentado por Chávez, desde el 16 de diciembre 20 de 23 gobernaciones y, en cuatro meses más, el 14 de abril se decidirá el destino de 355 alcaldes en todo el país.
Los signos externos indican que la continuación del proceso bolivariano sin Chávez en la primera línea de fuego está garantizada. Aun cuando el Tribunal Supremo de Justicia o
La elección de la junta directiva de
El artículo 231 de
Es época de especulaciones y análisis, que parte de la explicación de cómo pudieron incidir en estas votaciones la victoria, primero, y luego la súbita recaída del presidente Hugo Chávez, anunciada por él mismo una semana antes de los comicios. Desde el 8 de diciembre se suceden días de rumores, especulaciones políticas, disputas interpretativas y vacilaciones, en los que cada uno quiere sacar tajada de la incertidumbre.
Opositores internos al chavismo tratan de pescar en río revuelto lo que no pueden obtener por medios democráticos, mientras que la derecha latinoamericana y global sueña con un escenario que marque el fin de la tendencia ganadora de las fuerzas progresistas.
Un poco más allá, las grandes trasnacionales y sus socios, administradores de países “democráticos”, especulan con un nuevo Irak y con nuevos contratos petroleros. Pero quizá sigan sin entender lo que pasa en Venezuela: por más que esté ausente, Chávez no se va, está presente, porque existe una Venezuela con un proceso de transformación en vigencia, eso que solemos llamar “el chavismo”.
Todo indica que para unas elecciones inmediatas, la oposición no se habría aún recuperado de sus sucesivas derrotas y Maduro podría recibir –siempre y cuando la unidad del chavismo perdurase- una transferencia plena del apoyo a Chávez, para alzarse con una victoria.
Para esta etapa política, que arrancó en 1999, Chávez no eligió las armas, como sí lo hiciera en 1992, sino la determinación, el convencimiento y el aparato legal y político de las democracias liberales (constitución, partidos, leyes, tribunales, participación, soberanía), y contó con el respaldo de un pueblo, para ir de frente contra el poderosísimo imperio del neoliberalismo.
Hugo Chávez ha sido la locomotora de esta nueva América Latina, que buscaba salidas a la gravísima crisis en que la había sumergido el neoliberalismo, y que retomó el camino de la integración entre iguales, la cooperación, la complementación, la solidaridad. Supo establecer las alianzas imprescindibles (con Lula, Kirchner, Correa, Morales, Lugo…) para que hoy América Latina busque nuevas soluciones a sus viejos problemas, lejos del Consenso de Washington, las recetas del FMI y el Banco Mundial, lejos del ALCA, la dependencia y el cipayismo.
El chavismo fue capaz de construir una identidad popular y de generar amplias políticas de integración social. Le resta avanzar en un modelo económico y productivo alternativo al del rentismo petrolero. El 2013, además, viene con presagios de dificultades económicas, y las especulaciones de los medios y “expertos” apuntan a una devaluación y medidas de contención del gasto.
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- Aram Aharonian es periodista y docente uruguayo-venezolano, director de la revista Question, fundador de Telesur, director del Observatorio Latinoamericano en Comunicación y Democracia (ULAC).