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La reelección de Obama y el Brasil
Frei Betto
ALAI AMLATINA, 14/11/2012.- La reelección de Obama, que contó con el
apoyo discreto de la presidenta Dilma, es un alivio para el Brasil y
para América Latina. Mitt Romney (al que en mi intimidad llamo Mitt
'Money') representaría el regreso de las políticas elitistas e
intervencionistas de Reagan y de George W. Bush. Y, con toda seguridad,
una fuerte política económica proteccionista, que afectaría las
exportaciones brasileñas a los Estados Unidos.
Obama tuvo el apoyo del 70% de los electores de origen hispánico. Es
verdad que en su primer mandato dejó de cumplir muchas promesas que
hiciera en la campaña anterior, como el cierre de la cárcel de supuestos
terroristas en la base naval de Guantánamo, en Cuba.
Pero adoptó una política migratoria menos hostil para con los
extranjeros indocumentados que se encuentran en territorio
norteamericano. Aunque es verdad que muchos de ellos regresan a sus
países de origen debido a la crisis financiera iniciada en el 2008 y a
la caída de la oferta de puestos de trabajo en los Estados Unidos. Hoy
día el 7.9% de la población laboral de los EE.UU. se encuentra
desempleada. Los EE.UU. necesitan mano de obra barata en el sector
servicios, y ¿dónde encontrarla fuera de América Latina?
El demócrata Obama, al contrario que el republicano George W. Bush,
nunca estuvo muy cercano al presidente Lula, a pesar de considerarlo
'colega'. Es más, desde el fin del mandato de Reagan, la Casa Blanca no
se muestra muy preocupada por América Latina. El país que le da algún
dolor de cabeza es la Venezuela de Chávez.
Lula tuvo que calmar los arrestos bélicos de George W. Bush para evitar
una intervención en el país vecino. Aunque muchos no simpaticen con
Chávez, el hecho es que el resultado del juego democrático y la mayoría
pobre de Venezuela le apoya. Los EE.UU. están obligados a soportarlo
también por razones geoeconómicas: Venezuela es el segundo mayor
exportador de petróleo a la patria del Tío Sam. Debido a la proximidad
geográfica, el producto llega allí más barato que los barriles comprados
a la lejana Arabia Saudita.
En lo tocante a los EE.UU. lo que le interesa al Brasil son las
relaciones comerciales. De enero a septiembre de este año las
exportaciones de nuestro país a los EE.UU. sumaron US $ 20.6 mil
millones; y las importaciones de productos norteamericanos al Brasil US
$ 24 mil millones.
La elección no cambió la composición del Congreso norteamericano: los
republicanos continuarán teniendo mayoría en la Cámara y los demócratas
en el Senado. Y es al Congreso a quien le incumben las relaciones del
comercio exterior.
Hay muchos intereses brasileños en juego cuando se trata de los EE.UU.
La Fuerza Aérea de aquel país canceló recientemente la compra de 20
aviones Super Tucano, fabricados por Embraer, debido a las presiones de
la compañía norteamericana Hawker Beechraft. Aunque está prevista una
nueva licitación y puede ser renovado el pedido. La Boeing, por su
parte, está interesada en vender al Brasil aviones cazas. Casi un 10% de
las exportaciones brasileñas a los EE.UU. son beneficiadas por el
Sistema General de Preferencias (SGP), que establece tarifa cero a
nuestros productos que llegan a aquel país. Se prevé una revisión del
SGP y el Brasil está amenazado con la exclusión.
El próximo año debe votarse la "Farm Bill", que incluye subsidios al
algodón producido en los EE.UU. El Brasil es contrario a ello y, en un
reciente intento de los norteamericanos, se quejó ante la OMC
(Organización Mundial de Comercio) y ganó la causa. Hoy los EE.UU. pagan
una compensación al Brasil y quieren terminar con ese pago cuanto antes.
Ya expiró la sobretasa de nuestro etanol exportado a los EE.UU.,
encarecido aun más por los subsidios al etanol producido en aquel país.
Debido a la crisis económica, nada indica que la sobretasa volverá a
imponerse. Sin embargo la bancada agrícola en el Congreso estadounidense
presiona en favor de medidas proteccionistas. Obama hasta ahora se ha
mostrado abierto en lo concerniente a cooperación bilateral en materia
de energía.
Tanto el empresariado norteamericano como el brasileño reivindican el
fin de la bitributación. Impuestos pagados en un país no debieran ser
cobrados nuevamente en el otro. Pero el aprobar tal medida depende de la
creación de un sistema eficiente de intercambio de informaciones
tributarias. Tal proyecto sigue paralizado en el Senado brasileño.
Hasta el 31 de diciembre de este año, 1.8 millones de turistas
brasileños han viajado a los EE.UU. Obama ya aceptó la posibilidad de
suprimir la exigencia de visa para entrar, aunque todavía depende de
ciertas modificaciones en la legislación vigente. Hay seis proyectos en
el Congreso norteamericano proponiendo el fin de la visa o la
facilitación del intercambio turístico.
Dilma y Obama coinciden en posiciones importantes en el escenario
internacional. Ambos criticaron a los gobiernos de la Unión Europea,
dispuestos a enfrentar la crisis económica con el amargo e impopular
purgante de la austeridad fiscal y del desempleo. Dilma y Obama
acudieron a Alemania para que adoptara medidas de estímulo al
crecimiento de la economía mundial.
Un punto de divergencia entre Dilma y Obama es el de las relaciones con
Cuba. Brasil defiende el fin del bloqueo impuesto por la Casa Blanca y
la autodeterminación de la isla del Caribe. Obama mantiene el bloqueo,
aunque adopta una postura menos agresiva que sus antecesores en relación
a Cuba.
Ahora, con las nuevas leyes migratorias que permiten a los cubanos
viajar al exterior, los EE.UU. se encuentran con una papa caliente en
las manos: un flujo significativo de migrantes cubanos que, gracias a la
ley de Reagan, serán considerados ciudadanos norteamericanos por el
simple hecho de poner los pies en aquel país.
El Brasil mantiene plenas relaciones con Cuba y con los Estados Unidos.
Sin embargo, el presupuesto de los EE.UU. para el 2013, que ha de ser
votado, propone endurecer el trato a empresas que se relacionen con
países considerados enemigos del Tío Sam, tal como son los casos de Cuba
y de Irán. Una ley semejante ya aplicada en la Florida perjudicó a
Odebrecht, empeñada en la construcción de un nuevo puerto en Cuba, en
Mariel, cercano a La Habana.
Hace ya tiempo que el Brasil lucha por tener un puesto en el Consejo de
Seguridad y por la ampliación de las plazas permanentes. Para alcanzar
tal objetivo nuestro país necesita el apoyo de al menos cinco países
miembros (son 15 países miembros: EE.UU., Inglaterra, Francia, Rusia y
China). Brasil cuenta con el apoyo de la Casa Blanca, pero hasta ahora
Obama no le pone mayor atención.
Ante la crisis económica que afecta al hemisferio norte, el Brasil se
muestra cauteloso pues sabe que podría ser duramente afectado en el caso
de que los EE.UU. y China redujeran las importaciones de nuestros
productos. Lo mejor, por el momento, es hacer votos para que Obama
pueda, efectivamente, mejorar las relaciones con nuestro país y con
América Latina. (Traducción de J.L.Burguet)
- Frei Betto es escritor, autor de "Calendario del poder", entre otros
libros. www.freibetto.org twitter:@freibetto
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