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Ricos y obcecados
Alberto Rabilotta
ALAI AMLATINA, 19/10/2012.- Aleluya, el semanario The Economist, admite
que la desigualdad alcanzó un nivel que puede entrabar el crecimiento
(1), una conclusión a la que muchos llegaron hace largo tiempo, como
señala la columnista canadiense Carol Goar (Venerable Economist sounds
alarm over growing inequality, Toronto Star del 18 de octubre).
Pero esa Biblia del capitalismo desde 1843 afirma, sin sonrojarse, que
la historia no provee respuestas a las actuales disparidades de riquezas
entre ese 1.0 por ciento y el 99 por ciento de la población, una
advertencia destinada a justificar "cambios" que permitan mantener el
estatus quo.
Las "respuestas" que el informe de The Economist provee son una ensalada
de medidas de sentido común -reclamadas sin ningún éxito por economistas
que tienen algún sentido de la historia y saben cual fue el remedio a la
Gran Depresión-, como reducir la talla de los grandes bancos de depósito
e inversiones para evitar que tengan que ser rescatados a cualquier
precio en caso de crisis financiera, pero en el contexto la continuación
de las políticas de ajustes estructurales, o sea las políticas de
austeridad que la oligarquía rentista hace aplicar en prácticamente
todos los países del "capitalismo avanzado".
Y también, por el instinto de clase que le lleva a querer destruir
cualquier organización de los trabajadores, The Economist propone
desmantelar los sindicatos de maestros para poder "diversificar" la
educación, y de paso aumentar fuertemente la edad de retiro, lo que me
recuerda al ex Secretario general de la OCDE Donald Johnston, quien a
comienzos de este siglo y en un seminario en la Conferencia de Montreal
proponía elevar a 70 años la edad de retiro de todos los trabajadores,
incluyendo a los que trabajan en la construcción o la minería, algo que
en ese instante parecía una exageración y que hoy está convirtiéndose en
realidad en los países del capitalismo avanzado.
Cierto, The Economist reconoce que los gobiernos deberían hacer algo más
por los jóvenes y los pobres, y también aumentar los programas de
capacitación para los desempleados, así como eliminar algunas ventajas
fiscales que benefician a los ricos, o sea "dar atole con el dedo" como
dicen los mexicanos, ya que estas "recomendaciones" parten del supuesto
de que los gobiernos actuales no tienen los recursos para una
intervención económica masiva ni para desmantelar los monopolios
globales que causan la situación actual, y que por lo tanto deben
aparecer como que están haciendo algo, lo que no quiere decir que estén
haciendo algo, y más importante, algo que valga realmente la pena para
los pueblos.
Cambiar las cosas para que todo siga igual. Así va el mundo del
capitalismo avanzado. Después de la reunión de los jefes de gobierno y
de Estado de la Unión Europea (UE), esta semana que termina, en la UE
asistimos a una nueva ola de optimismo porque parecería que se decidió
avanzar hacia la creación de la unión bancaria que permitirá controlar y
recapitalizar los bancos, al menos los de la zona euro (ZE).
El problema de fondo, la implosión económica que está ocurriendo en
varios países, desde Grecia a Portugal, pasando por España e Italia, que
afecta a decenas de millones de personas que han perdido el empleo, a
veces el alojamiento, que estudiaron y no tendrán empleo ni medios para
vivir, y que están perdiendo las esperanzas de volver a tener una vida
normal, ese problema sigue entero y de él no se discute en los grandes
medios de comunicación. Como tampoco se le da importancia al rápido
aumento del separatismo o independentismo en España, Bélgica e Italia,
que en buena medida revela la profundidad de esta crisis económica,
política y social.
En otros países, como Francia, Bélgica y hasta Alemania, el proceso de
desmantelar todas las conquistas salariales y laborales, por ejemplo, es
más lento pero sigue adelante, y se manifiesta en el crecimiento del
desempleo, del subempleo, y en el empobrecimiento de amplios sectores de
la población.
Lo que me lleva a un texto de Norman Pollack, escritor y profesor de
historia en la Universidad estatal de Michigan (2), quien afirma que en
el caso de Estados Unidos ya se puede hablar de fascismo porque existe
una interpenetración entre el gobierno y los grandes capitales, la cual
ha creado un jerarquizado sistema de clases sociales, con enormes
diferencias de riqueza y poder; porque este sistema militarizó los
valores sociales y la estrategia geopolítica; porque pretexta la falsa
ideología de una sociedad sin clases para inculcar la lealtad al orden
social entre el pueblo trabajador..
Los ricos se ofuscan mucho y no quieren escuchar ninguna razón cuando se
trata de que el gobierno se inmiscuya en los negocios, aunque esa
intervención para crear el pleno empleo favorezca a la clase
capitalista, como bien decía en 1942 el economista polaco Michal Kalecki
(3).
Al señalar las contradicciones y las verdaderas razones de clase por las
cuales los capitalistas, industriales y financieros, se niegan a que los
gobiernos intervengan en situaciones de crisis, en esa conferencia sobre
"Aspectos políticos del pleno empleo", Kalecki se refiere al fascismo:
Una de las importantes funciones del fascismo, como tipifica el sistema
nazi, fue la de eliminar las objeciones capitalistas al pleno empleo. En
tanto que tal, bajo el fascismo el rechazo a las políticas del gasto de
gobierno son superadas por el hecho de que la maquinaria del Estado está
bajo el control directo de una asociación de las grandes empresas con
los negocios de los fascistas. Así se elimina la necesidad del mito de
la "finanza responsable", que sirvió para prevenir que los gobiernos
combatan las crisis de confianza mediante el gasto. En la democracia uno
no puede saber de que tipo será el próximo gobierno. Bajo el fascismo no
hay próximo gobierno (4).
En Estados Unidos, según Pollack, no importa quien salga electo de los
comicios del 6 de noviembre, Romney u Obama, porque en el fondo nada
cambiará, porque la oligarquía seguirá en el gobierno.
El titulo del último libro del economista Michael Hudson define muy bien
la evolución del capitalismo y la situación actual: "The Road from
Industrial Capitalism to Finance Capitalism and Debt Peonage ". O sea
"el camino desde el capitalismo industrial al capitalismo financiero y a
la esclavitud por la deuda" (5).
No solo hay mucho para pensar, sino cantidades industriales de motivos
para actuar, como diría Mafalda.
La Vèrdiere, Francia.
- Alberto Rabilotta es periodista argentino - canadiense.
1.- http://www.economist.com/node/21564414
2.- Norman Pollock, es autor de "The Populist Response to Industrial
America" y "The Just Polity". Ver "Under the Cloak of Liberalism America
on the Cusp of Fascism":
http://www.counterpunch.org/2012/10/12/america-on-the-cusp-of-fascism/
3.- http://alainet.org/active/58244&lang=es
4.- Michal Kalecki, Political Aspects of Full Employment (1942)
http://mrzine.monthlyreview.org/2010/kalecki220510.html
5.- Michael Hudson, http://michael-hudson.com
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