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Del derecho a la alimentación a la defensa de la dignidad de la Madre Tierra
Ollantay Itzamná
ALAI AMLATINA, 16/10/2012.- La Conferencia de la Organización de las
Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en 1979,
estableció el 16 de octubre como el Día Mundial de la Alimentación, con
la finalidad de sensibilizar y fortalecer la solidaridad mundial para
luchar contra el hambre y la desnutrición en el planeta.
Pero, 33 años después de aquella decisión de la FAO, y 68 años después
del establecimiento del acceso a la alimentación como un derecho humano
fundamental por la Declaración Universal de Derechos Humanos(Art. 25°),
925 millones de personas padecen hambre en el mundo, según informe,
2010, de la FAO. De los cuales, más del 60% son mujeres, y el 98% se
encuentran en los países empobrecidos.
En este instante en que Ud. lee este artículo, cada minuto, más de 11
niños/as menores de 5 años de edad no lograrán sobrevivir al hambre que
los carcome. Y hace tan sólo meses atrás, la FAO denunciaba que cerca
del 30% del total de la producción mundial de alimentos era arrojado a
la basura como desperdicio por las sociedades "híper satisfechas".
Entonces, el hambre no es fruto de la falta de alimentos, sino de la
inmoral especulación y distribución de la comida mundial.
No sólo desperdician la comida, los bancos especulan con la comida y con
la tierra
Desde la liberalización del mercado de alimentos (década de los 80 y 90
del pasado siglo), la inversión financiera especulativa controla cerca
del 60% de los mercados de alimentos, convirtiendo los alimentos en
juguetes mercantiles. Según el último informe trimestral de la FAO,
2012, titulado: Perspectivas de cosechas y situación alimentaria, la
producción de granos básicos en el mundo aumentó entre 4 y 3% en
comparación a la producción del año pasado, pero los precios, en lugar
de bajar, subieron en 1.4%.
Esto nos muestra que el aumento o disminución del precio de los
alimentos ya no es sólo asunto de oferta y demanda, sino depende de la
avaricia especulativa que coloca o esconde los alimentos en los mercados
para generar incertidumbre y ganar más dinero con la comida. Y lo más
repugnante es que los bancos como Goldman Sachs, Morgan Stanley,
Barclays, Citibank, Deutsche Bank, HSBC, JP Morgan, y otros, están
detrás de las especulaciones mediante la oferta monetaria y los
contratos "a futuro". Así indica el Instituto Internacional de
Investigación sobre Políticas Alimentarias en su publicación Índice
Global del Hambre, 2012.
Y es más, estos bancos transfieren dinero a sus socios transnacionales
para comprar tierras de cultivo en diferentes rincones del mundo bajo el
rótulo de "inversión agroindustrial", de manera secreta y a precios
simbólicos. Una vez agotada la disponibilidad de los suelos de cultivo,
y elevado el precio de la tierra en el mercado, le venden las mismas
propiedades a los estados o a otras empresas asegurando descomunales
ganancias económicas. Este mercado especulativo funciona sin control, ni
impuestos, porque los gobiernos dicen: "si les gravamos impuestos a los
"inversionistas" se irán a otra parte con su dinero y nos dejarán sin
plata".
Corporaciones mundiales, los nuevos latifundistas, acaparadores de tierras
En septiembre del 2011, OXFAM internacional, en su informe titulado:
Tierra y poder, denunciaba que los gobiernos de los países en vías de
desarrollo habían vendido o arrendado a las empresas transnacionales más
de 227 millones de hectáreas de tierras de cultivo (una superficie del
tamaño de Europa Noroccidental), violentando y expulsando a campesinos y
pueblos indígenas. En el mismo informe, OXFAM reiteraba los casos de
Honduras y Guatemala, países en los que la palma africana y la caña de
azúcar adquirieron la condición de "ciudadanía" predilecta para generar
agrocombustible para la economía verde.
Las masacres permanentes de campesinos/as en Bajo Aguán, Honduras, por
parte de agroindustriales de la palma africana (más de 60 asesinatos sin
sanción alguna), y la sistemática represión y expulsión de campesinos/as
en Guatemala, nos revelan que, en estos países, vale más ser palma
africana que campesino o indígena.
Lo más indignante es que este acaparamiento internacional de las tierras
de cultivo o el despojo mundial de campesinos e indígenas son
financiados por organismos internacionales, como BM, FMI, BID, quienes
dicen luchar contra el hambre en el mundo. La Corporación Financiera
Internacional (CFI) y Corporación Interamericana de Inversiones (CII)
son algunos de los que financian en Honduras a la corporación Dinant
(del terrateniente Miguel Facussé) cuyas fincas en Bajo Aguán están
superpobladas de cruces con nombre de campesinos asesinados a bala.
"Mitigación" del cambio climático y la reducción de los alimentos
Si la desertización de los suelos, fruto del calentamiento global y del
mal manejo, aceleraron la reducción de la frontera agrícola en el
planeta, los proyectos de Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) del
Protocolo de Kyoto, o proyectos REDD (mecanismo para la Reducción de
Emisiones provenientes de la Deforestación y Destrucción de bosques),
indirectamente sirven y sirvieron para acelerar el crecimiento de los
"desiertos verdes" (para biodiesel) y expulsar a campesinos e indígenas
de sus tierras que cultivaban para alimentar a sus países. En Honduras,
el terrateniente Miguel Facussé es beneficiario de proyectos de MDL.
A esto se suman los tiempos erráticos (irregularidad hidrometeorológica)
y la creciente escasez de agua disponible para los cultivos. La
población en el planeta crece, pero el agua escasea y los suelos de
cultivo disponible decrecen. A tal grado que en la actualidad hay cerca
de más de dos millones de sedientos y cerca de un millón de hambrientos
en el mundo. Pero, muy a pesar de esto, la tierra, el agua y la
alimentación están controladas por especuladores y traficantes del
hambre y de la sed.
En este círculo vicioso suicida, la inteligencia de la élite mundial
ideó la "economía verde" para convertir toda la biomasa en combustible.
De este modo, ya no busca sólo apropiarse y mercantilizar todo el
soporte material o códigos genéticos de los seres vivos del planeta,
sino las corporaciones quieren controlar la capacidad reproductiva de la
Madre Tierra (su metabolismo). Para ello se está articulando un mega
poder de corporaciones jamás antes vista en la que confluyen empresas de
energía, farmacéuticas, agroindustriales, empresas químicas, empresas de
comunicación y el sector militar norteamericano.
Es en estas circunstancias en las que conmemoramos el Día Mundial de la
Alimentación, pero ya no sólo para exigir el cumplimiento de nuestro
derecho a la alimentación, sino para defender la Vida y la dignidad de
nuestra Madre Tierra porque nosotros/as pertenecemos a Ella, y su suerte
es nuestro destino. Tenemos que exigir a nuestros/as gobernantes para
que regulen y sancionen a los traficantes con el hambre del mundo y con
el destino de la Pachamama. De lo contrario, la humanidad hambrienta
movilizada terminará ajusticiando uno a uno a los heraldos de la mega
dictadura del hambre.
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