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Brasil
El pragmatismo abrió las puertas a los pentecostales
Raúl Zibechi
ALAI AMLATINA, 24/09/2012.- La posibilidad de que un candidato de las
iglesias pentecostales gane la alcaldía de Sao Paulo, desconcierta en un
país que se proclama moderno y se postula entre las potencias
emergentes. Los vacíos que va dejando el movimiento social están siendo
ocupados por las iglesias que tienen mayor sintonía con el modelo
consumista imperante.
La izquierda brasileña es hija del cristianismo de base que fue
protagonizado por las comunidades eclesiales y teorizado por la Teología
de la Liberación. El Movimiento Sin Tierra, la central de trabajadores
(CUT), el movimiento sin techo y el mismo Partido de los Trabajadores,
se inspiraron en esa corriente que utilizó la religiosidad popular como
herramienta de organización de los más pobres.
Las 80 mil comunidades eclesiales de base que existieron en la década de
1970, en las que decenas de creyentes compartían la lectura de la Biblia
que, a su vez, inspiraba su análisis de la realidad social y los
impulsaba a transformarla, le cambiaron la cara al país de los militares
y tecnócratas que aspiraban a gobernar sin oposición. Los sin tierra
nacen en el seno de la Comisión Pastoral de la Tierra. Paulo Freire
impulsó el compromiso social de los cristianos a través de su pedagogía
del oprimido y el sindicalista Lula transitaba con fluidez entre el
mundo del trabajo y el de las comunidades de base.
"Buena parte de los movimientos sociales brasileños nacen de la
influencia cristiana y de la religiosidad popular, así como de una
influencia marxista", señala Nadir Lara Junior, psicólogo social que
dedicó su tesis, "La mística del MST como lazo social", a comprender el
papel de las prácticas religiosas en las organizaciones populares.
Explica que la mística, rituales colectivos en los que cantan himnos del
movimiento y canciones populares, "articula elementos religiosos,
políticos y culturales" (IHU, 12 de setiembre de 2012).
Cualquiera que haya participado en encuentros o congresos del MST puede
comprobar en carne propia el papel de las místicas en el afianzamiento
del compromiso de los militantes. Se sale de la mística con sensación de
plenitud colectiva por compartir momentos de fuerte compenetración con
los demás. Un sentimiento difícil de trasmitir pero capaz de cambiar la
vida de quienes participan.
"Se trata de un elemento propio del movimiento que, de modo conciente,
hace política hilvanando esos elementos cristianos y marxistas", dice
Nadir Lara. Prácticas que han estado presentes en todos los movimientos
brasileños y aún en encuentros universitarios y profesionales, por
enumerar actores modelados por racionalidades distintas a las de la
religiosidad popular.
En opinión del psicólogo social, en la última década se registraron tres
cambios significativos: el crecimiento explosivo de los evangélicos, el
ascenso de Lula al gobierno y el retroceso de la iglesia católica que
discriminó a los sacerdotes vinculados a la Teología de Liberación y ya
no encumbró más obispos ligados a esa corriente.
En el caso de los movimientos, la situación es doblemente grave: no sólo
retroceden sino que se mimetizan con el Estado al punto que "surge un
problema de identificación, quiénes pertenecen a los movimientos y
quiénes al Estado". En el nuevo escenario se registra una desaparición
casi completa de la formación política, salvo en el MST. La formación
que sobrevive es de carácter instrumental, "una formación para enseñar a
moverse dentro de las burocracias públicas".
Individualismo y pragmatismo
Desapareció la formación crítica al punto que finalizó la era en que los
movimientos eran fuerzas de contestación desde abajo, mientras sus
dirigentes se convirtieron en cuadros técnicos. "El movimiento acaba
profesionalizando una persona en la política pública, y el Estado
contrata mano de obra calificada por el movimiento, y éste queda
fragmentado", explica Nadir.
Desde una mirada centrada en las prácticas religiosas, afirma que "los
movimientos sociales abandonaron el discurso religioso, utópico,
marxista-cristiano y asumieron un discurso pragmático-capitalista
neoliberal". La clave es el pragmatismo. Es el nexo entre el modelo
neoliberal y las prácticas pentecostales, que tiene en el individualismo
quizá el impulso decisivo.
El razonamiento es, empero, algo más riguroso. El vertiginoso
crecimiento de las iglesias pentecostales se produce en un período de
retroceso organizativo de los movimientos que impactaban en el mundo de
los más pobres, de auge del consumismo, que culturalmente fortalece
actitudes individualistas, y cuando la izquierda se volvió fríamente
pragmática. Los evangélicos y neopentecostales, que hoy son una parte
importante de la sociedad brasileña, "participan de los movimientos
sociales, pero no quieren discutir cuestiones más amplias relacionadas
con la político, sino sólo el acceso a la vivienda, la universidad,
etcétera".
Por otro lado, a diferencia de los sacerdotes que participaban
representando a su iglesia en los movimientos, los pastores van a los
encuentros a rezar por sus fieles sin comprometer a la institución en la
que participan. No se trata de que la religión determine de forma
mecánica las actitudes o la inclinación por un candidato en las
elecciones, sino de una empatía anclada en los comportamientos que se
registran en la vida cotidiana.
Los pentecostales están ocupando las periferias urbanas que abandonaron
los movimientos, pero la izquierda también abandonó los debates en los
que siempre había estado presente. Dan respuesta a las insatisfacciones
inmateriales, como las dolencias mentales que según la OMS son las más
importantes y extendidas enfermedades de este siglo, sobre todo en las
grandes ciudades.
El candidato de la Iglesia Universal del Reino de Dios, Celso
Russomanno, que se presenta por el PRB (Partido Republicano) en la
ciudad de Sao Paulo, cuenta con el 35% de las expectativas de voto,
dejando atrás a Jose Serra (PSDB) y a Fernando Haddad, el candidato en
el que Lula empeñó su prestigio. Ganar la ciudad de Sao Paulo tiene un
carácter estratégico para el PT, ya que puede ser la clave para
conquistar el gobierno del estado paulista, con 42 millones de
habitantes y un tercio delPIB brasileño, hasta ahora feudo imbatible de
la derecha.
- Raúl Zibechi, periodista uruguayo, es docente e investigador en la
Multiversidad Franciscana de América Latina, y asesor de varios
colectivos sociales.
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