miércoles, 13 de junio de 2012

[alai-amlatina] Pongamos freno a las corporaciones

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Pongamos freno a las corporaciones: ¿Quién? ¿Cómo? ¿Cuándo?

Susan George

ALAI AMLATINA, 13/06/2012.- El capitalismo está en problemas.
Seguramente no lo suficiente, pero tiene que lidiar con asuntos mucho
más complejos que aquellos que enfrentaba hace una o dos décadas. No
festejen – ni lloren – todavía. Un animal hambriento, acorralado, es más
peligroso que uno bien alimentado, libre. El capitalismo se pregunta en
cada momento, de dónde va a venir su próxima comida.

Desde que el neoliberalismo se volvió el modelo económico dominante a
inicios de los años 80, y que el FMI ha impuesto los programas de ajuste
estructural, primero en los países endeudados del Sur y ahora en Europa,
los servicios públicos, en su mayoría, han sido privatizados. Pero esto
no basta. Las corporaciones quieren que todos los servicios públicos se
vuelvan una fuente de lucro, a la vez que no tienen inconvenientes en
dejar las pérdidas al sector público. Las nuevas fronteras del asalto
capitalista son la salud (a través de los seguros de salud u hospitales
con fines de lucro), escuelas (con sistemas de bonos) y cárceles (con
una cuota de ocupación garantizada…).

La mayoría de los recursos naturales ya se han convertido en
commodities, pero no todos: gran parte de la tierra y del agua se
mantienen fuera del control corporativo. Pero el contexto ha cambiado
desde 2008, cuando los precios mundiales de los alimentos se elevaron
exponencialmente. Ahora el acaparamiento de tierras está arrebatando
decenas de millones de hectáreas a quienes tradicionalmente las han
trabajado, poniéndolas para el uso corporativo, destinado a la
exportación. El agua es vista como un producto capitalista perfecto – es
indispensable, no puede ser sustituido y su mercado crece a medida que
crece la población.

El capitalismo es muy imaginativo y ha creado una miríada de mercados de
la nada, especialmente para innumerables productos financieros,
particularmente derivados. El comercio en los mercados de derivados es
de aproximadamente US $ 2,1 billones (2.100.000.000.000) por día. El
dinero en sí es el commodity más comercializado y las operaciones de
cambio llegan a $4 billones por día. Ambos mercados aumentaron en un 25%
desde 2008, cuando se desató la crisis financiera.

Las nuevas categorías de servicios como la "protección y restauración de
ecosistemas" representan una nueva frontera. El mundo de los negocios
espera y prevé que la conferencia Rio+20 legitime al "mercado" como la
solución para todos los problemas ambientales, considerando que el
mercado de carbono sea tan solo el inicio. Desde la óptica del
capitalismo, todo lo que está en la Tierra –animales, vegetales,
minerales, sólidos, líquidos o gaseosos, lo material o lo inmaterial–
puede tener un precio, ser comprado y vendido.

El dilema de la regulación

A medida que el sistema corporativo transnacional se extiende hacia un
territorio que está siempre en expansión, el dilema de la regulación se
torna más agudo. Cualquier sistema requiere reglas y en los países más
ricos hay un nivel razonable de regulación de las corporaciones
industriales; por esta razón, entre otras, se desplazan a los países más
pobres. Es más fácil, por ejemplo, que quede impune un importante
derrame de petróleo en Nigeria que uno en la costa sur de Estados Unidos.

Las corporaciones financieras han sido más hábiles que las industrias
pesadas cuando se trata de eliminar los controles. La industria
financiera gastó alrededor de US $5 mil millones en el cabildeo a lo
largo de la década del 90, para deshacerse de todas las regulaciones
bancarias derivadas del New Deal de 1930. La consecuente falta de
restricciones fue la principal causa del consiguiente desastre. Aún
vivimos con los resultados del desastre provocado y probablemente lo
peor esté por venir.

El sistema corporativo es peligroso porque está muy interconectado y muy
concentrado. En un brillante documento, tres matemáticos especializados
en la teoría de los sistemas complejos mapearon el universo
corporativo.(1) Comenzando por una base de datos de la OCDE de 43.000
Empresas Transnacionales (ETNs), trazaron todas las complejas
interconexiones financieras entre ellas y mostraron que 80% del valor de
esas 43.000 ETNs está en manos de sólo 737 de ellas. Y se pone peor, ya
que, siguiendo las inter e intra inversiones y la participación de unas
en los negocios de otras, vieron que sólo 147 ETNs retenían 40% del
valor de todas las ETNs del mundo. Y el hallazgo más impactante del
texto es que las primeras 50 de estas ETNs altamente interconectadas
–con la única excepción de Walmart– son todas mega corporaciones
financieras (45) o compañías de seguros (4).

Esto es lo que los autores llaman "modelo al filo de la navaja": si la
economía va bien, el sistema parece robusto. Pero un accidente en
cualquiera de estas primeras 50 ETNs podría rápidamente volverse una
crisis demoledora para todo el mundo y hacer que la caída de Lehman
Brothers parezca trivial. La verdad que debemos reiterar es que estamos
viviendo al filo de la navaja.

Las corporaciones transnacionales industriales pueden ser malas, pueden
ser una plaga para la vida de tal o cual comunidad o evadir impuestos en
todas partes; pero los peores y los más amenazantes son los grandes
bancos y fondos de inversión libre (hedge funds). Tienen el poder de
destruir incluso a las corporaciones hermanas, destruirse entre ellas y
precipitar el mundo al caos.

Coaliciones y alianzas

¿Qué hacer, entonces, y quién lo puede hacer, para someter a controles a
estos monstruos, si, de hecho, controlarlas fuera posible? Tomemos
primero el caso de una comunidad que enfrenta la destrucción – social
y/o ecológica – causada por una empresa específica en un lugar
específico. Esta es una situación que probablemente enfrentan muchos
lectores de ALAI. La compañía A contamina el río local y los habitantes
comienzan a enfermarse; la Compañía B discrimina y acosa a las mujeres;
la Compañía C se niega a mejorar los salarios y las condiciones de
trabajo y está intentando romper el sindicato – todos conocemos estas
historias, lo que cambia son sólo algunos detalles.

La forma ideal de acción sería la vía legal –tener leyes internacionales
vinculantes que pudieran ser usadas contra ellas– pero no contamos aún
con esos medios. Entonces, la otra opción que podemos impulsar frente a
las ETNs es, primero garantizar que exista una sólida coalición de
intereses en el lugar y segundo identificar y establecer vínculos con
grupos similares en el lugar donde la compañía tiene su sede central,
casi invariablemente en el Norte. Si el caso contra la empresa se
sustenta en una poderosa y persuasiva investigación (de las cuales
muchos ejemplos se presentan en los Tribunales de los Pueblos) y si en
el Norte, donde se encuentra la sede, se mantienen informados los grupos
de apoyo y se les pide cosas específicas, se le puede hacer la vida
bastante incómoda a la corporación desde el punto de vista de las
relaciones públicas. Tal vez existan posibles alianzas allí donde no
miramos. No olvidemos, por ejemplo, la capacidad de las iglesias locales
para vincular el Sur con el Norte y vice-versa. Los boycots nacionales e
internacionales a veces pueden funcionar, pero necesitan una larga y
cuidadosa preparación para ser exitosos.

Sin embargo, aun si las victorias son necesarias y satisfactorias en
algunos casos, todos podemos acordar que no limitan el poder del sistema
en sí; para eso debemos buscar la solución en otro lado. ¿Qué decir
sobre la RSE, la famosa Responsabilidad Social de las Empresas,
inventada por empresarios, que reivindica que las corporaciones pueden
auto-controlarse y auto-regularse? No niego que algunos altos gerentes
sean ciudadanos modelo y que algunas corporaciones realmente tratan de
hacer lo mejor para su gente y sus comunidades donde sea que estén, pero
seríamos necios si esperáramos que la RSE rectifique todos los abusos
corporativos.

Una vez dije, durante una charla, que el Buen Ciudadano Corporativo es
aquel que paga sus impuestos, todos sus impuestos, en todas partes. Un
abogado que estaba cerca mío en el panel me miró horrorizado y explicó
como si hablara a una niña, que su trabajo era ayudar a sus clientes
corporativos a evadir los impuestos, lo máximo posible. Estamos muy
lejos de poder eliminar los paraísos fiscales o de imponer una
legislación sobre la información tributaria país por país que podría
eliminar la fijación de precios de trasferencia, pero hoy es posible que
los programas de austeridad en Europa mantengan concentradas las mentes
de los gobiernos del Norte simplemente por que ahora necesitan de todos
los ingresos que puedan recaudar, al igual que los gobiernos en el Sur.
Juntos, es posible que podamos conseguir que nuestros gobiernos actúen
conjuntamente: deben obligar a las corporaciones a pagar lo que
corresponde a cada tesoro nacional en cada jurisdicción donde tienen
actividad. En el sistema actual, todos perdemos, menos los accionistas
de las empresas y los altos ejecutivos. Y no es necesario reinventar la
rueda: la Red para la Justicia Fiscal es internacional y ya hizo toda la
investigación y el trabajo preliminar(2).

Nadie admira más que yo a las campañas específicas, contra las
industrias extractivas, por los derechos de los pueblos originarios, por
el derecho a la alimentación y al agua, etc. Sin embargo, lo más
importante, desde mi punto de vista, porque va al corazón de nuestro
sistema brutal e inestable, es que es necesario crear alianzas globales
para controlar las finanzas. Necesitamos impuestos a las transacciones
financieras (también conocido como tasa "Robin Hood") para disciplinar a
la especulación y usar los ingresos para reparar el daño ecológico y
social ya causado a las comunidades y a la Tierra. Necesitamos cobrar
impuestos a las empresas país por país y cerrar los paraísos fiscales
que también impiden que los gobiernos recauden por lo menos $250
billones por año en impuestos. Necesitamos anular completamente la deuda
pública de los países que aún están bajo los programas de austeridad del
FMI, particularmente en África Subsahariana. Otra excelente iniciativa
sería revisar las reglas de la Organización Mundial del Comercio, así
como desmantelar buena parte de los nuevos Acuerdos de Libre Comercio
regionales o bilaterales que son todos "OMC plus" y les dan aún más
ventajas a las corporaciones. Algunos éxitos, por ejemplo contra las
compañías farmacéuticas, muestran que es posible hacerlo.

Sin embargo, en un mundo globalizado, esto no puede hacerse sin
alianzas. Hoy, ningún grupo de interés, por decidido que esté, puede
ganar por sí solo. Esto significa que debemos aprender a trabajar
juntos, generalmente con gente a quien no conocemos y esto no puede
hacerse por internet. El debate y la discusión son necesarios para que
la gente se dé cuente que en el fondo, sindicalistas, campesinos,
ecologistas, mujeres, estudiantes, académicos, jubilados y otros tienen
las mismas necesidades y comparten los mismos intereses. No necesitamos
ponernos de acuerdo en todo para hacer algo juntos. De hecho, es la
única forma de ganar. (Traducción: ALAI).

- Susan George es autora y Presidenta de la Dirección del Transnational
Institute. Su último libro en español es: Sus Crisis, Nuestras
Soluciones. (Editorial Icaria).

Notas:

(1) Vitali S, Glattfelder JB, Battiston S (2011) The Network of Global
Corporate Control. PLoS ONE 6(10): e25995. doi:10.1371/journal.pone.0025995
(2)www.taxjustice.net

Este texto es parte de la revista "América Latina en Movimiento", No
476, correspondiente a junio de 2012 y que trata sobre " Capital
transnacional vs Resistencia de los pueblos" disponible en
http://www.alainet.org/publica/476.phtml

En la Cumbre de los Pueblos Río+20 se realizará el lanzamiento de esta
revista sobre "Capital transnacional vs Resistencia de los pueblos", en
el marco del evento: "Lanzamiento de un Proceso para una Campaña Global
contra las Corporaciones Transnacionales" - 19 de junio, 11:30 a 13:30,
Tenda Plenaria 22.

También está disponible una edición especial en Inglés:
http://www.alainet.org/publica/476-en.phtml

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