viernes, 18 de mayo de 2012

[alai-amlatina] Posneoliberalismo en Brasil

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Posneoliberalismo en Brasil

Emir Sader

ALAI AMLATINA, 18/05/2012.- Las referencias fundamentales para
comprender el mundo contemporáneo son el imperialismo y el capitalismo,
sin los cuales nada resulta inteligible. Así, evaluar a gobiernos y a
fuerzas políticas significa, antes que todo, evaluar la posición que
tienen respecto a estas dos referencias.

Los nuevos gobiernos latinoamericanos, que se volvieron mayoritarios en
el continente, deben ser considerados progresistas, porque desarrollan
procesos regionales de integración autónomos respecto a la hegemonía
norteamericana y, por otro lado, a contramano de los gobiernos
neoliberales que los han precedido, priorizan políticas sociales y no
ajustes fiscales, a la vez que desarrollan Estados que inducen el
crecimiento económico y garantizan derechos sociales, en lugar de
Estados mínimos.

En el período histórico contemporáneo, los gobiernos y las fuerzas
políticas tienen que ser evaluados en esa óptica: en qué medida
reproducen o ayudan a superar el neoliberalismo, en qué medida
fortalecen o debilitan la hegemonía norteamericana. Muchos otros
aspectos pueden ser tomados en cuenta, pero lo central, lo determinante,
para evaluar gobiernos y fuerzas políticas son esos criterios.

Gobiernos latinoamericanos como los de México, Chile, Colombia, Panamá,
entre otros, por ejemplo, reproducen el modelo neoliberal y, a la vez,
son aliados fieles del gobierno norteamericano, representando uno de los
polos del campo político latinoamericano.

Por otra parte, los gobiernos progresistas tienen una postura de
independencia y soberanía en sus políticas externas, constituyendo un
bloque de gobiernos que resisten a la influencia norteamericana en la
región. En el marco interno, han reaccionado frente a los gobiernos
neoliberales, disminuyendo el principal problema latinoamericano, la
desigualdad.

Por eso son gobiernos progresistas, antineoliberales, y trabajan por un
mundo multipolar, debilitando la hegemonía norteamericana en el mundo.
Sus rasgos centrales tocan en los factores decisivos de la hegemonía
imperial norteamericana y en los elementos centrales del modelo
neoliberal: la centralidad del mercado, el Estado mínimo y los Tratados
de Libre Comercio con Estados Unidos.

Esos gobiernos tienen que enfrentar la herencia de graves retrocesos que
sufrió América Latina, como consecuencia de las trasformaciones
igualmente regresivas que se dieron en escala mundial. En este plan, se
pasó de un mundo bipolar a un mundo unipolar, bajo hegemonía imperial
norteamericana. Se pasó de un ciclo largo expansivo del capitalismo a un
ciclo largo recesivo. De la hegemonía de un modelo regulador o
keynesiano o de bienestar social – o como se lo quiera denominar– a la
hegemonía de un modelo de mercado, de un modelo liberal.

América Latina sufrió los reflejos de esas trasformaciones bajo formas
específicas, pero no menos duras. Primero fue la crisis de la deuda, que
cerró el más largo ciclo de expansión de las economías latinoamericanas,
que venía desde los años 1930. En segundo lugar, dictaduras militares
que han roto la capacidad de resistencia en algunos de los países más
importantes del continente –Brasil, Chile, Uruguay, Argentina–. En
tercer lugar, gobiernos neoliberales, fenómeno que convirtió a América
Latina en la región con el mayor número de gobiernos con ese carácter y
en sus modalidades más radicales.

El nuevo rol de Brasil

El gobierno brasileño de Lula fue el segundo en ser elegido, en 2002,
después de Hugo Chávez, y se inició con una postura que fue fundamental
para el futuro de América Latina; recogiendo las manifestaciones en
contra Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), el gobierno
brasileño bloqueó su concreción, abriendo espacio para el
fortalecimiento y expansión de los procesos de integración regional.
Brasil empezaba a redefinir su lugar en el plano internacional, saliendo
de la tradicional situación subordinada a los Estados Unidos, adoptando
una posición soberana, independiente, lo cual fue decisivo para cambiar
la correlación de fuerzas en el continente y para generar el aislamiento
de Estados Unidos en la región.

Paralelamente, el gobierno Lula definió la prioridad de las políticas
sociales, en lugar del ajuste fiscal, lo cual le permitió, aun bajo
duros ataques de la derecha, conquistar gran popularidad, superar esa
ofensiva, consolidar su liderazgo y elegir su sucesora. Todo ello fue
posible porque Brasil –el país más desigual del continente y del mundo–
por primera vez disminuyó la desigualdad, la pobreza y la miseria.

Con el gran apoyo popular logrado, Lula impuso varias derrotas a la
derecha. Aun teniendo prácticamente toda la prensa en contra suyo, Lula
logró reelegirse y elegir su sucesora, Dilma Rousseff, como presidente
de Brasil.

Sin embargo, ese proceso no se da de manera lineal, ni ha logrado
superar los principales escollos para consolidar lo conquistado y seguir
avanzando. Los avances en Brasil se llevaron a cabo en las líneas de
menor resistencia de las relaciones de poder existente.

El gobierno posneoliberal en Brasil avanzó inicialmente en dos líneas de
mayor debilidad del neoliberalismo: las prioridades de las políticas
sociales, a través de un agregado de programas –como bolsa familia, luz
para todos, mi casa mi vida, micro créditos, entre otros–; pero el que
más efectos sociales tiene ha sido el aumento continuo de los sueldos y
de los empleos formales. Y los proyectos de integración regional,
partiendo del Mercosur, ampliando ese proceso hacia Unasur, el Consejo
Suramericano de Defensa, el Banco del Sur, la Comunidad de Estados
Latinoamericanos.

Frente a la crisis del 2008, quedó claro que había una tercera dimensión
en la diferenciación del gobierno brasileño respecto al neoliberalismo:
el rol del Estado, que pasó a ser instrumento esencial para políticas
anticíclicas de resistencia a la recesión internacional. En lugar del
Estado mínimo, se impuso un Estado inductor del crecimiento económico y
garantía de la afirmación de los derechos sociales.

La economía brasileña salió de la larga recesión que Lula había heredado
de Cardoso, por primera vez disminuyó la desigualdad social, Brasil pasó
a tener protagonismo internacional, en el plano regional y en los
intercambios Sur-Sur.

Esas grandes transformaciones en la sociedad y en el Estado brasileño se
han hecho en el marco de las regresiones apuntadas anteriormente.
Algunos de estos avances han sido recuperación de la capacidad de acción
del Estado, la recuperación de los niveles de formalización del mercado
de trabajo, el rescate de las múltiples formas de fragmentación social.

Pese a estos avances, que determinaron que un gobierno como el de Lula
alcance el mayor apoyo que gobierno alguno haya tenido, aun con los
grandes medios en su contra, no hubo transformaciones estructurales en
aspectos determinantes en la sociedad brasileña.

Los desafíos

La coyuntura actual plantea con claridad justamente los tres más
importantes temas pendientes en Brasil, para que la superación del
neoliberalismo adquiera un carácter irreversible. Por una parte, Dilma
Rousseff desarrolla una fuerte ofensiva contra lo que fue una marca
negativa distintiva de Brasil: la tasa de interés más alta del mundo.

Si ese ya era un problema que frenaba el ritmo de desarrollo de la
economía brasileña, se ha vuelto aún más grave cuando las grandes
potencias del centro del capitalismo, frente a la crisis que viven,
promueven formas de proteccionismo cambiario, devaluando sus monedas y
aumentando así su competitividad, arrojando, además, dinero al mercado
para socorrer a sus economías en crisis, capitales que llenan las
economías periféricas. Brasil es víctima privilegiada de estas
políticas, por su alta tasa de interés.

El gobierno pasó a usar fuertemente los bancos públicos para presionar
la baja de las tasas de interés, con resistencia inicial de los bancos
privados, hasta que tuvieron que ceder, acompañando la baja. Pero el
enfrentamiento se planteó claramente, con la Presidenta de Brasil
reiterando un discurso duro en contra del capital especulativo y
logrando el aislamiento de los bancos.

Paralelamente, la gran bancada parlamentaria vinculada a los
agronegocios aprobó una reforma profundamente regresiva en el Código
Forestal, contando con los votos de la derecha, de aliados de centro del
gobierno e incluso de un partido de izquierda (PC do B). Dilma, cuando
se acerca la reunión de Río+20, va a vetar por lo menos algunas partes
de la ley, especialmente en la que se decreta amnistía para quienes han
deforestado.

Dilma choca así con dos de los sectores que se han constituido en los
mayores obstáculos a la implementación de un modelo de ruptura con el
modelo neoliberal. El tercero es el monopolio privado de medios de
comunicación. Estos pasaron a estar bajo ataque, no por iniciativa del
gobierno, sino por una investigación parlamentaria que involucra medios
de la prensa privada –toda ella opositora– con casos de flagrante
corrupción. Ello pone a la mídia privada a la defensiva y bajo
acusación, mientras que hasta aquí han estado en la ofensiva en las
denuncias en contra del gobierno.

De la resolución de esos conflictos dependerá en buena medida la
evolución posterior del gobierno brasileño. Además, se discute este año
en el Congreso brasileño el tema del financiamiento público de las
campanas electorales, que tiene dificultades para ser aprobado, pero sin
el cual se vuelve casi imposible un cambio popular en la composición del
Parlamento. Asimismo, en las elecciones municipales se juega la
continuidad o no de la derecha en la dirección de la principal ciudad
del país –Sao Paulo– en donde precisamente el candidato derrotado en las
elecciones presidenciales –José Serra– es, hasta ahora, el favorito para
triunfar, pero que encuentra un eventual obstáculo en el empeño de Lula
de hacer campaña activa a favor del joven ex-Ministro de Educación,
Fernando Haddad.

- Emir Sader, sociólogo y cientista político brasileño, es secretario
ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).

Este texto es parte de la revista "América Latina en Movimiento", No
475, correspondiente a mayo de 2012 y que trata sobre "América Latina:
Las izquierdas en las transiciones políticas" disponible en
http://alainet.org/publica/475.phtml

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