viernes, 30 de marzo de 2012

[alai-amlatina] Samir Amin: El mundo visto desde el Sur

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Entrevista con Samir Amin (I)
El mundo visto desde el Sur

Irene León

ALAI AMLATINA, 30/03/2012.- Esta entrevista, realizada por Irene León,
al pensador egipcio Samir Amin, está compuesta de tres partes: 1) El
mundo visto del Sur, 2) La implosión del capitalismo y 3) Estrategias
imperiales y luchas políticas. Samir Amin es autor de una voluminosa
obra de análisis crítico del capitalismo y de innovadoras tesis, tales
como la de la 'desconexión' y la de la 'implosión' del capitalismo, a
las cuales se refiere en esta entrevista.

IL: Quisiéramos enfocar este intercambio en tres problemáticas distintas
pero relacionadas: su visión del mundo y las posibilidades de cambiarlo;
su propuesta conceptual y política en torno a la implosión del
capitalismo y la desconexión del mismo; y el análisis del contexto
mundial, visto especialmente desde el Oriente medio y África. ¿Cuál es
su visión del mundo visto desde el Sur y desde una perspectiva del sur?

SA: Para responder esta pregunta, que no es nada sencilla, es necesario
dividir el tema en 3 partes. Nos interrogaremos primeramente sobre
cuáles son las características importantes y decisivas del capitalismo
contemporáneo −no del capitalismo en general, sino del contemporáneo−;
qué tiene de nuevo realmente; qué es lo que le caracteriza. En segundo
lugar enfocaremos la naturaleza de la actual crisis que, más que una
crisis, yo la defino como una implosión del sistema capitalista
contemporáneo. En tercer lugar, en este mismo marco, analizaremos cuáles
son las estrategias y las fuerzas reaccionarias dominantes, es decir,
del capital dominante, de la triada imperialista Estados
Unidos-Europa-Japón y de sus aliados reaccionarios en el mundo entero.
Solamente habiendo comprendido esto, podremos dimensionar el desafío al
que se enfrentan los pueblos del Sur, tanto en los países emergentes
como en el resto de países.

Mi tesis sobre la naturaleza del sistema capitalista contemporáneo −que
de modo más modesto la llamaré «hipótesis» porque está abierta a
discusión−, es que hemos entrado en una nueva fase del capitalismo
monopólico, se trata de una etapa cualitativamente nueva, pautada por el
grado de centralización del capital, cuya condensación llega a tal punto
que, hoy en día, el capital monopolico lo controla todo.

Claro que el concepto 'capital monopólico' no es nuevo, fue acuñado a
fines del siglo XIX y, de hecho, este se desarrolló como tal, a través
de distintas fases sucesivas, durante todo el siglo XX; pero es a partir
de los años 1970-1980 que despunta una etapa cualitativamente nueva,
pues antes existía pero no lo controlaba todo. En la actualidad, ya no
existe ninguna actividad económica capitalista que sea autónoma o
independiente del capitalismo monopólico, este controla todas y cada una
de las actividades, aún aquellas que conservan una apariencia de
autonomía. Un ejemplo, de entre muchos, es el de la agricultura en los
países capitalistas desarrollados, donde es controlada por los
monopolios que proveen los insumos, las semillas seleccionadas, los
pesticidas, los créditos y las cadenas de comercialización.

Eso es decisivo, es un cambio cualitativo al que yo llamo de «monopolio
generalizado», es decir, que se extiende a todas las esferas. Esta
característica provoca consecuencias sustantivas e importantes. En
primer lugar, se ha desvirtuado completamente la democracia burguesa,
pues si antes se fundamentaba en una oposición izquierda-derecha, que
correspondía a alianzas sociales, más o menos populares, más o menos
burguesas, pero diferenciadas por sus concepciones de la política
económica, en la actualidad, en Estados Unidos, por ejemplo,
republicanos y demócratas, o en Francia socialistas de la corriente de
Hollande y la derecha de Sarkozy, son lo mismo, o casi lo mismo. Es
decir que todos están alineados a un consenso que es el mandato del
capital monopólico.

Esa primera consecuencia constituye un cambio en la vida política. La
democracia así desvirtuada, se ha convertido en una farsa, como se ve en
las elecciones primarias de Estados Unidos. El capital monopolista
generalizado ha provocado consecuencias muy graves, ha convertido a los
Estados Unidos en una nación de 'tontos', es grave porque la democracia
ya no se expresa.

La segunda consecuencia es que el 'capitalismo generalizado' es la base
objetiva de la emergencia de lo que llamo de «imperialismo colectivo» de
la triada Estados Unidos-Europa-Japón. Es un punto que afirmo con
vehemencia, pues aun siendo una hipótesis estoy en capacidad de
defenderla: no hay mayores contradicciones entre Estados
Unidos-Europa-Japón, existe una ligera competición en el plano
comercial, pero en el plano político, el alineamiento con las políticas
definidas por Estados Unidos como política mundial, es inmediato. Lo que
llamamos «comunidad internacional» copia el discurso de los Estados
Unidos y tres minutos después aparecen los embajadores europeos, con
algunas comparsas de grandes demócratas, como el emir de Catar o el rey
de Arabia Saudita. La ONU no existe, esa representación de los Estados
es una caricatura.

Es ésta la transformación fundamental, la transición del capitalismo
monopólico al 'capitalismo monopólico generalizado', lo que explica la
financiarización, porque estos monopolios generalizados son capaces,
debido al control que detentan sobre todas las actividades económicas,
de bombear una parte cada vez más grande de la plusvalía en todo el
mundo y convertirla en la rampa monopolista, la rampa imperialista, que
constituye la base de la desigualdad y del estancamiento del crecimiento
de los países del Norte y de la triada Estados Unidos-Europa-Japón.

Eso me lleva al segundo punto: es este sistema que está en crisis y, más
aún, no es solamente una crisis: es una implosión, en el sentido de que
este sistema no es capaz de reproducirse desde sus propias bases, es
decir, es víctima de sus propias contradicciones internas.

Este sistema implosiona, no porque sea atacado por el pueblo, sino a
causa de su éxito, el éxito de haber logrado imponerse en el pueblo le
lleva a provocar un crecimiento vertiginoso de las desigualdades, que no
solamente es escandaloso socialmente sino que es inaceptable, pero
termina siendo aceptado, y aceptado sin objeción; pero no es esa la
causa de la implosión, sino el hecho de que no pueda reproducirse desde
sus propias bases.

Eso me lleva a la tercera dimensión, que tiene que ver con la estrategia
de las fuerzas reaccionarias dominantes. Cuando hablo de fuerzas
reaccionarias dominantes me refiero al capital monopólico generalizado
de la tríada imperialista histórica Estados Unidos-Europa-Japón, a las
que se suman todas las fuerzas reaccionarias alrededor del mundo que se
agrupan, de una forma u otra, en bloques hegemónicos locales, que
sostienen y se inscriben en esta dominación reaccionaria mundial. Estas
fuerzas reaccionarias locales son extremadamente numerosas y difieren
enormemente de un país al otro.

La estrategia política de las fuerzas dominantes, es decir, del capital
monopólico generalizado, financiarizado, de la tríada imperialista
colectiva histórica tradicional: Estados Unidos-Europa-Japón, está
definida por su identificación del enemigo. Para ellos, el enemigo son
los países emergentes, es decir, China, el resto, como India, Brasil y
otros, son para ellos semiemergentes.

¿Por qué China? Porque la clase dirigente china tiene un proyecto, no
voy a entrar en detalles sobre la naturaleza socialista o capitalista de
este proyecto, lo importante es que cuenta con un proyecto, que consiste
en no aceptar los mandatos del capital monopolista generalizado
financiarizado de la tríada, que se impone mediante sus ventajas:
control de la tecnología, control del acceso a los recursos naturales
del planeta, de los medios de comunicación, la propaganda, etc., control
del sistema monetario y financiero mundial integrado y de las armas de
destrucción masiva. China viene a cuestionar este orden, sin hacer ruido.

China no es subcontratista, hay sectores en China que lo son, en su
calidad de fabricantes y vendedores de juguetes baratos y de mala
calidad, solo porque necesitan echar mano de divisas, eso es fácil, pero
no es eso lo que caracteriza a China, sino su desarrollo y la rápida
absorción de tecnología de punta, su reproducción y desarrollo propio.
China no es el taller del mundo, como opinan algunos. No es «made in
China» (hecho en China) sino «made by China» (hecho por China), eso
ahora es posible porque ellos hicieron una revolución: el socialismo
construyó paradójicamente la vía que hizo posible disputar un cierto
capitalismo.

Yo diría que después de China, el resto de países emergentes son
secundarios. Si tuviera que calificarlos, calificaría de emergente a
China con 100%, Brasil 30% y el resto de países 20%. El resto, en
comparación con China, son subcontratistas, porque tienen negocios de
subcontratación importantes, porque tienen un margen de negociación, hay
un compromiso entre el capital monopolista generalizado financiarizado
de la tríada y los países emergentes como India y Brasil y otros. No
pasa lo mismo con China.

Por eso la guerra contra China figura como parte de la estrategia de la
'triada'. Hace 20 años había ya estadounidenses locos que defendían la
idea de declararle la guerra, porque después sería muy tarde.

Los chinos tuvieron éxito, es por eso que su política exterior es tan
pacífica, y ahora Rusia entra a formar parte, junto a ellos, de la
categoría de verdaderos países emergentes. Vemos a Putin, planteando la
modernización del ejército ruso, intentando rehacer lo que era la armada
soviética, que constituyó un verdadero contrapeso a la potencia militar
de los Estados Unidos, esto es importante. No discuto aquí sobre el
hecho de que Putin sea o no demócrata, o si su perspectiva es socialista
o no; no se trata de eso, sino de la posibilidad de contraponer al poder
de la triada.

El resto del mundo, el resto del Sur, todos nosotros, ustedes los
ecuatorianos, nosotros los egipcios, y muchos otros, no contamos. Al
capitalismo monopólico colectivo, nuestros países apenas le interesan
por una sola razón: el acceso a nuevos recursos naturales, porque este
capital monopólico no puede reproducirse sin controlar, despilfarrar los
recursos naturales de todo el planeta. Es lo único que les interesa.

Para garantizarse un acceso exclusivo a los recursos naturales, los
imperialistas necesitan que nuestros países no se desarrollen. El
'lumpendesarrollo', como lo definió Andre Gunder Frank, se dio en
circunstancias muy distintas, pero tomo prestado el término ahora en
condiciones diferentes, para describir cómo el único proyecto del
imperialismo para nosotros es el no-desarrollo. Desarrollo de lo
anómalo: pauperización más petróleo, crecimiento falso, o gas, madera, o
lo que sea, para tener acceso a los recursos naturales y es eso lo que
está a punto de implosionar, porque es lo que se ha vuelto intolerable
moralmente, el pueblo no lo acepta más.

Es aquí donde se generan las implosiones, las primeras olas de implosión
se originaron en América Latina, y no es producto del azar que hayan
tenido lugar en países marginales, como Bolivia, Ecuador, Venezuela. No
es producto del azar. Luego, la primavera árabe, ya tendremos otras olas
en Nepal y otros países, porque no es algo que esté sucediendo solo en
una región específica.

Para el pueblo que es protagonista de esto, el desafío es enorme. Es
decir, el desafío no se da en el marco de este sistema, en el intento de
trascender desde el neoliberalismo hacia un capitalismo con rostro
humano, entrar en la lógica de la buena gobernanza, de la reducción de
la pobreza, la democratización de la vida política, etc. porque todos
esos son modos de gestionar la pauperización, que es el resultado de
esta lógica.

Mi conclusión –desde una postura enfocada principalmente en el mundo
árabe− es que esta no es apenas una coyuntura sino mas bien un momento
histórico, que se presenta formidable para el pueblo. Me refiero a la
revolución, pero aun si no quiero abusar de ese término, están dadas las
condiciones objetivas para construir amplios bloques sociales
alternativos anticapitalistas, hay un contexto para la audacia, para
plantear un cambio radical.

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