lunes, 27 de febrero de 2012

[alai-amlatina] Venezuela: Cambia, todo cambia?, nada cambia?

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Venezuela:
Cambia, ¿todo cambia?, ¿nada cambia?

Aram Aharonian

ALAI AMLATINA, 27/02/2012.- Cambia, todo cambia. El grave problema para
quienes comandan la comunicación del oficialismo venezolano es que el
escenario no es el mismo. Hoy todos esperan ansiosos el resultado de la
segunda operación del presidente Hugo Chávez, mientras la oposición
cuenta con un líder que tiene detrás de él un aparato político y
estratégico, y va armando su maquinaria electoral. Las encuestas
muestran aún a Chávez con gran diferencia sobre su rival, pero…

Volvieron las especulaciones, sobre la enfermedad, sobre el futuro del
bolivarianismo en las elecciones presidenciales del 7 de octubre, sobre
la sucesión. Una campaña nacional e internacional, donde los medios son
otra vez los que preparan el camino y el imaginario colectivo y
especulan sobre los "expertos" extranjeros que "lulificarán" la imagen
de ambos candidatos.

Nuevamente quedó en evidencia que la institucionalidad chavista sigue
siendo refractaria a la crítica y sorprendió que la política
comunicacional del gobierno se haya centrado en un supuesto fraude (en
el número de votantes) en los comicios internos de la oposición. El
único que quedó mal parado fue el Consejo Nacional Electoral.

Los artífices de la comunicación en el gobierno bolivariano prefieren
negar los datos de la realidad que preparar al pueblo para enfrentarlos.
Olvidan que las encuestas son parte de la manipulación, en las que los
pobres han demostrado tradicionalmente, en Venezuela, que no tienen el
hábito de decir lo que piensan. Una elección presidencial no se decide
en las encuestas ni en los programas de televisión oficial, y mucho
menos en las declaraciones de los dirigentes oficialistas.

La oposición, que apuesta su triunfo a la salud del Presidente, no se
puede dar el lujo de dilapidar un solo voto ya que la fuerza y el
carisma de Chávez son un handicap en sus metas. Por eso el 12 de febrero
armaron una escenografía de un acto de ribetes plebiscitarios con rasgos
apoteóticos de referendo (al decir de Marcos Roitman). Y por ello, ha
retomado la iniciativa, marcando una agenda propia y no –como hacía
hasta hace poco- limitarse a ser reactivo a los dichos y hechos de Chávez.

Cabe recordar que en las elecciones internas podía votar cualquiera de
los 17 millones 875 mil ciudadanos inscritos en el registro electoral.
En realidad, los votantes fueron menos del 20% del padrón.

Atrás quedaron los partidos tradicionales y su mítico poder de
convocatoria; en el camino quedó el gobernador de Zulia, Pablo Pérez,
con apoyo de socialdemócratas y socialcristianos. Ganador fue la derecha
(aunque en Venezuela casi todos rehuyen decir que son de derecha) y el
partido mediático.

Sumemos también el triunfo de la tan denodada democracia venezolana y de
la institucionalidad que significa la labor del Consejo Nacional
Electoral y las Fuerzas Armadas, garantes del proceso interno opositor.

Todo cambia. Hay sectores de la oposición que saben que es diferente
vencer a un Chávez enfermo, con dificultades y debilidad física para
asumir la campaña a plenitud, o derrotar a un Chávez sano, fuerte,
gobernando, arengando permanentemente al pueblo, yendo y viniendo a lo
largo y ancho de la geografía venezolana.

Lo peor que les puede pasar es que un Chávez enfermo o convaleciente los
derrote por enésima vez. Por eso, Capriles Radonsky, fue claro al decir
que al Presidente le desea "larga vida, porque quiero que vea con sus
propios ojos los cambios que vendrán". La oposición sabe que no puede
vencer al Chávez-mito –que ella misma ayudó a crear- y precisa demostrar
que, como un hombre normal, es derrotable.

Dentro de la especulación sobre las estrategias de campaña, diarios
brasileños hablan del publicista Joao Santana, quien asesorara a Lula da
Silva y Dilma Rousseff, con la difícil tarea de lograr que Chávez
elimine de su vocabulario el lenguaje descalificador y construir una
imagen conciliadora, semejante a la del expresidente brasileño. Difícil
de creer, sobre todo porque el mandatario siempre le vino bien la
polarización y la confrontación.

Santana, vinculado al Partido de los Trajadores, manejó las campañas
presidenciales del salvadoreño Mauricio Funes y del peruano Ollanta Humala.

Lo que sorprende es que el candidato opositor, Capriles Radonsky, en
reiteradas oportunidades habló de su admiración por Lula, quizá
asesorado por otro publicista brasileño, Renato Pereira, jefe de
estrategia de la empresa Prole, en la búsqueda por seducir a los ni-ni,
que según los encuestadores puede alcanzar a un 30 por ciento del
electorado.

La campaña opositora

Hay algo que sorprende en esta inusual campaña electoral –ya hacia las
presidenciales del 7 de octubre- y es, de parte del sector ganancioso de
la oposición, imitación de los códigos chavistas: la simbología, las
ideas-fuerza y hasta ciertas consignas. Claro, la copia es simbólica,
porque en el fondo –y en el frente- sus ideas son el neoliberalismo, aun
sabiendo que está en crisis –por no decir derrotado- en la mayor parte
del mundo.

Necesita la oposición del voto chavista (aunque lo disfracen de ni-ni)
para poder soñar con una victoria. Hablan de poder popular, porque saben
que es algo que ha entrado en el imaginario venezolano. Hay que
convencer a los chavistas, o al menos convencerlos de que no voten (que
es una forma de restarle votos).

La estrategia de Capriles Radonsky no pareciera ser ganar votos
chavistas, sino tratar de que el bolivarianismo los pierda.

Parece que se cambiaron los roles: Capriles Radonsky está decidido a no
confrontar y el presidente Chávez ha empezado a hacerlo. Capriles imita
al Chávez de 1998, mientras que el mandatario sigue con la misma línea
confrontacional que le ha dado tan buenos resultados desde el 2002 hasta
ahora.

Hábilmente, Capriles habla de paz y dice representar el futuro y hasta
es capaz de hablar de la Sexta República para diferenciarse del chavismo
y de la Cuarta República de adecos y copeyanos.

Y para sorpresa del oficialismo, esta opción hasta defiende la
Constitución de 1999, comparte algunos planes sociales del gobierno y
trata de ser creíble cuando presenta planes alternativos de gobierno.

Obviamente, dentro del trabajo de los estrategas de Capriles Radonsky
está el de esconder su antigua militancia en la secta Tradición, Familia
y Propiedad (TFP), negar su actuación durante el golpe de abril de 2011,
cuando lideró el grupo que intentó copar la embajada de Cuba,
disfrazarlos de progresistas y seguidor de Lula "el conciliador" .
La idea parece ser la de transformar la elección de Venezuela en una
disputa ideológica de todo el continente, para poner freno a los cambios
sociales de la última década. Para ello cuentas con el arsenal de los
medios cartelizados venezolanos y latinoamericanos, amén del apoyo
incondicional de la prensa hegemónica trasnacional.

Hay varios miedos de clase media que van a ser explotados en lo que
resta de la campaña, por ejemplo el temor a perder la propiedad. Aun
cuando la mayoría no se sea propietaria de nada: funcionó en del
referendo de la reforma constitucional (2007), y los estrategas mudistas
suponen que puede funcionar aún a estas alturas.

Por el otro lado puede ser que juegue otro temor, el miedo de perder
todos los beneficios sociales que se han logrado en los últimos años
bolivarianos, habida cuenta de que el programa opositor es netamente
privatizador e implica un retiro del Estado de la economía en general.
Significa un desmontaje de todo el aparato jurídico que sostiene a la
estatal petrolera Pdvsa, lo que traerá aparejado el desabastecimiento y
la disparada de todos los precios de los servicios básicos como el,
agua, la electricidad, etc, etc

Pero también existe un temor a que la paz social sea amenazada por una
arremetida fuerte contra el chavismo.

Fin del triunfalismo

Lo sucedido con las elecciones internas de la oposición, señala Javier
Biadeau, permite desechar las ilusiones triunfalistas, pasar a un
análisis riguroso y descarnado de la situación de la correlación de
fuerzas electorales y políticas entre el campo bolivariano y el campo
opositor.

Sin este análisis, añade, no hay mapa para la lucha, para la estrategia
y la táctica que apunten a la recuperación y reagrupamiento urgente de
las fuerzas del proceso popular constituyente y de la revolución
bolivariana que se activo en 1998 (no del "chavismo oficial y
burocrático" que se enquistó luego del triunfo electoral del año 2006),
y cuya promesa aún desdibujada sigue siendo el Gran Polo Patriótico (GPP).

Mercedes Chacín señala que desde el chavismo hubo poca preparación, poco
estudio ; se creyó, contagiado del mismo síndrome de disociación
psicológica que afecta a los opositores, que por una cuestión divina,
casi metafísica, los 5 millones y pico de personas que votaron por la
oposición en las parlamentarias, se convertirían en un millón. ¿De dónde
salió esa convicción?

Hoy nadie duda de la seriedad de la enfermedad presidencial y por ello
queda desestimada la posibililidad que se trate de un manejo
comunicacional para "enervar pasiones y aglutinar la gente alrededor de
la misión lástima". Lo que llama la atención es que para poder tener un
acercamiento a lo que realmente está pasando, un venezolano tipo debe
escuchar lo que dice la oposición, porque la credibilidad de los voceros
oficiales (Diosdado Cabello, Andrés Izarra) quedaron en el piso.

Cuidar su salud es la única vía para lograr su recuperación. Y
últimamente –coinciden los analistas- a Chávez se lo vio excedido en sus
actividades institucionales y partidistas, en su quehacer diario, como
si nada hubiese pasado.

Desde las filas chavistas se hace un llamado urgente a retomar la
discusión sobre lo imprescindible del liderazgo de Hugo Chávez, y el
error que esto representa para el socialismo bolivariano, habida cuenta
que un proceso socialista no puede depender permanentemente de un
hombre, si realmente queremos hablar de un proyecto a media y largo plazo.

Lo cierto es que cada vez que el Presidente presenta algún inconveniente
de salud, la revolución tambalea porque siente la posibilidad de
quedarse huérfana, y para un proyecto revolucionario eso es un fatal
error, señala Reinaldo Iturriza.

Para los habituales especuladores políticos, endógenos y exógenos, la
reaparición del cáncer plantea dos interrogantes: Quién se quedará con
el poder del proyecto chavista –donde la Fuerza Armada aparece como el
fiel de la balanza- y quien llenará el vacío estratégico en el
pensamiento y praxis política que dejaría la probable incapacitación de
Chávez.

Chávez, el informador, y el vacío de poder

El gobierno se prepara para afrontar cualquier adversidad, lo que
incluye un "grupo comando" que responderá ante eventualidades (y tratará
de evitar filtraciones sobre la salud presidencial), el que estará a
cargo de la ministra de la Secretaría de la Presidencia, Erika Farías.

Mientras, el nombramiento del comando (electoral) Batalla de Carabobo
evidencia que no dejará que la oposición avance mientras Chávez esté
fuera de combate. La responsabilidad recayó en el alcalde caraqueño
Jorge Rodríguez que, por su experiencia como presidente del Consejo
Nacional Electoral será clave para montar la estructura electoral para
el 7 de octubre.

Mientras sectores de la oposición –quizá tratando de crear riñas
internas en el PSUV- insisten ante el Tribunal Supremo de Justicia para
que se integre una junta médica que evalúe el estado de salud del
Presidente y determine si está en facultades para gobernar, intentando
adelantar las elecciones en 90 días, Chávez no delegó el mando, negando
cualquier tesis de vacío de poder.

En la línea constitucional de sucesión están el vicepresidente Elías
Jaua y el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, aunque
en el listado de los especuladores figuran Adán Chávez (hermano mayor
del mandatario), el aún canciller Nicolás Maduro, el ministro de Energía
Rafael Ramírez, el contralmirante retirado Orlando Maniglia y la misma
hija del presidente, María Gabriela Chávez.

"Desmiento que tenga metástasis o que ya me esté muriendo", dijo el
líder venezolano, al anunciar que debía ser operado nuevamente en la
Habana, con los mismos médicos que lo habían operado en julio pasado y
luego tratado con quimioterapia, desechando la invitación de Dilma
Rousseff y Lula da Silva para ser tratado en el Hospital Sirio Libanés
de Sao Paulo, donde fueron atendidos ambos y el presidente paraguayo
Fernando Lugo.

El propio Chávez informó que en las próximas semanas no se le volvería a
ver con el mismo ritmo, porque además no se sabe si la lesión va a ser
cancerígena, lo que considera probable por haber aparecido en el mismo
lugar del tumor anterior y en ese caso necesitaría otra vez radioterapia.

Tras informar –en un programa de la televisión oficial- las principales
orientaciones y los elementos centrales para la campaña (poner en marcha
el segundo Plan Socialista de la Nación, atender el desarrollo de la
ALBA, continuar con la organización política del PSUV y el GPP), e hizo
un llamado de alerta, frente a una oposición que siempre tiene una
agenda oculta, planes conspirativos, sin escrúpulos y que no
desperdiciará oportunidad para generar violencia. Dejó a todos movilizados.

El escenario no es el mismo de hace apenas tres semanas. En Venezuela,
cambia, todo cambia. ¿O nada cambia?

- Aram Aharonian es periodista y docente uruguayo-venezolano, director
de la revista Question, fundador de Telesur, director del Observatorio
Latinoamericano en Comunicación y Democracia (ULAC).


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