Existen esclavos
Javier Fernéndez Díaz
ALAI AMLATINA, 07/10/2011.- Aún existen lugares en el mundo en el que
los seres humanos son tratados como esclavos. Hombres, mujeres, niños y
ancianos obligados a trabajar en condiciones precarias, a combatir en
guerras o a vender su cuerpo para beneficio de otros.
"A pesar de cientos de años de esfuerzos para abolir la esclavitud, sus
manifestaciones contemporáneas todavía se pueden encontrar en todo el
mundo", asegura Navy Pillay, Alta Comisionada de Naciones Unidas para
los Derechos Humanos.
Miles de niños, que apenas han tenido oportunidad de educarse, son
obligados a trabajar en condiciones precarias o a combatir en guerras.
Uno de cada seis menores, de entre 5 y 14 años, es obligado a trabajar
en el mundo según UNICEF. En México, casi cuatro millones de niños
trabajan en la agricultura, muchos de ellos en condiciones de
explotación. Este fenómeno es una práctica habitual en los países
empobrecidos. En África subsahariana, 1 de cada 3 menores trabajan. En
Asia meridional unos 44 millones de niños y niñas se emplean en trabajos
precarios. La ONG Save the Children, calculaba en 2006 que entre 300 mil
y 500 mil menores eran utilizados en conflictos armados. Asociaciones
pro derechos humanos llevan años en lucha contra este tipo de prácticas.
El pasado fin de semana la Policía Nacional de Perú rescató 293 mujeres
sometidas a la explotación sexual en Puerto Maldonado. Entre ellas había
10 menores de edad. Muchas mujeres son víctimas de explotación sexual en
nuestros días. Son transportadas por mafias que las obligan a ejercer la
prostitución para obtener un beneficio económico, como si fuesen simple
mercancía. Cada año más de tres millones de personas son víctimas de
explotación sexual según la Organización Internacional del Trabajo. El
90% de ellas son mujeres y niñas.
Niños armados con Kalashnikov se han convertido en imagen habitual de
los informativos. Cada cierto tiempo la explotación sexual de niñas en
Asia, América Latina y África salta a los debates de radio y televisión.
Trabajadores forzosos de minas, ranchos y campos ocupan de vez en cuando
las páginas de los periódicos. La sociedad conoce esta situación, pero
la costumbre ha amortiguado su sensibilidad para indignarse y
reaccionar. Para levantarse y protestar. Exigir a sus gobiernos que
garanticen la condición humana y el derecho a un trabajo digno. Nos
hemos acostumbrado al tolerar el horror.
Naciones Unidas cuenta con un fondo para luchar contra las formas
contemporáneas de esclavitud. Ha financiado cientos de proyectos en más
de 90 países alrededor del mundo. Sin embargo, en 2010 sólo se pudo
subvencionar el 15% de los proyectos que pidieron dinero de este fondo.
Este año han recibido 436 solicitudes para subvencionar proyectos
destinados a erradicar la esclavitud. Entre ellos suman 6.125 millones
de dólares. Navy Pillay ha pedido solidaridad a los miembros de la ONU
para "erradicar una práctica abominable que cicatriza la conciencia de
la humanidad". Pero resultará difícil encontrar acreedores. Más aún en
la situación actual.
Nos hemos acostumbrado a escuchar en los medios cifras que ni siquiera
podernos asimilar. Beneficios, rescates, e inversiones multimillonarias.
Así, 6.125 millones puede parecer una cifra muy elevada. Sin embargo,
cuando Lehman Brothers, una de las entidades culpables la crisis
económica actual se declaró en bancarrota, tenía una cartera de
préstamos de 60.000 millones de dólares. 10 veces más del dinero
solicitado por organizaciones no gubernamentales de todo el mundo para
erradicar la esclavitud.
También existen iniciativas ciudadanas para luchar contra la sumisión de
seres humanos. Podemos luchar contra la explotación de trabajadores al
no comprar los productos que elaboran. Pero esto podría arrojar a miles
de trabajadores forzosos a la miseria absoluta. Por ello debemos
presionar al mismo tiempo a nuestros gobiernos para que ayuden a los
países más empobrecidos a acabar con esta práctica. También debemos
exigir un esfuerzo mayor a las instituciones internacionales, para que
persigan y castiguen con mayor tenacidad a las mafias y compañías que
obtienen beneficios de este tipo de prácticas. Aún existen esclavos en
el mundo, sus cadenas dejarán marcas en nuestras conciencias mientras
sepamos que existen y no nos atrevamos a actuar en consecuencia.
- Javier Fernéndez Díaz es Periodista
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