lunes, 18 de julio de 2011

[alai-amlatina] Política y economía norteamericana

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Política y economía norteamericana: El patriotismo de los ricos

Jorge Majfud

ALAI AMLATINA, 18/07/2011.- En todo el mundo, los ricos casi no emigran,
casi no integran los ejércitos que mandan a sus guerras y que luego
llenan de honores y aplausos, y maldicen al Estado que les chupa la
sangre. Cuando las economías van bien, exigen recortes de impuestos para
sostener la prosperidad y cuando las cosas van mal exigen que el maldito
Estado los rescate de la catástrofe (con dinero de los impuestos, está
de más decir).

Desde la crisis financiera de 2008, la mayor preocupación de la clase
media norteamericana ha sido el desempleo y el déficit, ambas herencias
del gobierno republicano de George Bush. Dentro de este partido, el Tea
Party ha surgido con una fuerza que le ha permitido dominar su retórica
pero tal vez sea su propia ruina en las próximas elecciones, que en
principio se les presentan favorables. Su bandera es la ideología
Reagan-Thatcher y la ortodoxia de oponerse a cualquier incremento en los
impuestos. Aseguran que no se puede penalizar a los exitosos, los ricos,
con impuestos, porque son los ricos quienes crean los puestos de trabajo
cuando la riqueza comienza a derramarse desde arriba. En un debate de
2008, Obama comentó que los partidarios de esta teoría (más bien,
ideología) con la crisis habían descubierto que cuando se espera que la
riqueza gotee de arriba el dolor comienza a subir desde abajo.

Los datos actuales (para no ir lejos) contradicen la teoría del
"trickle-down" llevada a sus extremos por el último gobierno
republicano, ya que (1) la capacidad de la avaricia de los "de arriba"
es ilimitada, sino infinita, y (2) el desempleo no ha bajado en los
últimos años, sino lo contrario.

Aunque en el país ya no se destruyen 700.000 empleos por mes como hace
un par de años, la creación de nuevos puestos sigue siendo débil (entre
15.000 y 250.000 por mes; un ritmo saludable para bajar el 9.2 por
ciento de desempleo debería ser de 300.000 nuevos puestos por mes).

Por otro lado, en el último año la productividad ha crecido en
proporciones muchos mayores y, sobre todo, los beneficios de las grandes
compañías. Cada semana se pueden leer en los diarios especializados los
resultados de una gigante financiera, industrial o de servicios que han
incrementado sus ganancias en 30, 50 o 60 por ciento, como algo normal y
rutinario. Cualquiera de estos porcentajes significan varios billones de
dólares. Incluyendo las antes desahuciadas automotoras de Detroit. Sin
entrar en detalles de cómo la clase media, Estado mediante, financió el
rescate de todos esos gigantes, sin elección y bajo amenaza de que algo
peor podía haber seguido.

Desde los ´80, la riqueza arriba se sigue acumulando y el desempleo
abajo continúa desde el 2009 en niveles históricos. Estudios han
mostrado que esta diferencia entre ricos y pobres (Bureau of Economic
Analysis), una característica latinomericana, ha crecido bajo esta
ideología del trickle-down.

Mucho antes de la crisis de 2008, cuando todavía existía un superávit
heredado de la administración Clinton, los republicanos lograron reducir
los impuestos sobre los sectores más ricos, entre ellos las petroleras.
Este período de gracia vencía este año y fue extendido por el propio
Obama bajo presión republicana, poco después de que los Demócratas
perdieran el control de la cámara baja. Entonces, el presidente Obama
fue fuertemente criticado por su propio partido por dar más concesiones
a los Republicanos que exigir de ellos algo a cambio.

No obstante, en las últimas semanas las posiciones se han polarizado. En
una de las últimas reuniones con los republicanos, Obama, el que nunca
pierde el equilibrio, se levantó abruptamente amenazando: "no me
prueben". Ante las negociaciones para incrementar el techo de
endeudamiento (práctica normal en Estados Unidos y en muchos otros
países; sólo en la administración Bush se votó siete veces la misma
medida) los republicanos continúan procurando suspender y eliminar
varios programas de asistencia social y negándose radicalmente a subir
los impuestos a los más ricos (en muchos casos, billonarios).

Por el otro, los demócratas y el presidente Obama se resisten a reducir
los servicios sociales y en contrapartida exigen incrementar los
impuestos a los más ricos. He escuchado a unos pocos millonarios
preguntándose por qué ellos no pagaban más impuestos cuando son ellos,
precisamente, los que más posibilidades tienen de aportar cuando el país
necesita. Cuando el país de mitad para abajo lo necesita, habría que
aclarar. Pero aparentemente no son estos millonarios los que hacen
lobbies presionando en los congresos de los países.

De cualquier forma, y a pesar de toda esta mise-en-scène republicana, no
tengo dudas de que antes del 2 de agosto el parlamento votará una nueva
alza del techo de endeudamiento. ¿Por qué? simplemente porque le
conviene a los dioses inversores de Wall Street. No porque haya
trabajadores sin empleos o soldados sin piernas esperando por la caridad
del Estado que los mandó al frente a cambio de un discurso y unas pocas
medallas.

Jorge Majfud
Jacksonville University


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