viernes, 29 de julio de 2011

[alai-amlatina] Boff: Todavía el fundamentalismo

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Todavía el fundamentalismo

Leonardo Boff

ALAI AMLATINA, 29/07/2011.- El acto terrorista perpetrado en Noruega de
forma calculada por un extremista noruego de 32 años ha puesto de nuevo
sobre el tapete la cuestión del fundamentalismo. Los gobiernos
occidentales y los medios de comunicación han inducido a la opinión
pública mundial a asociar el fundamentalismo y el terrorismo casi
exclusivamente con sectores radicales del islamismo. Barack Obama de
Estados Unidos y David Cameron del Reino Unido se apresuraron a
solidarizarse con el gobierno de Noruega y reforzaron la idea de dar
batalla mortal al terrorismo, presuponiendo que sería un acto de Al
Qaeda. Prejuicio. Esta vez era un nativo, blanco, de ojos azules, con
nivel superior y cristiano, aunque The New York Times lo presente como
«sin cualidades y fácil de olvidar».

Además de rechazar decididamente el terrorismo y el fundamentalismo
debemos tratar de entender el por qué de este fenómeno. Ya he abordado
algunas veces en esta columna el tema, que resultó en un libro
Fundamentalismo, Terrorismo, Religión y Paz: desafío del siglo XXI
(Vozes 2009). Ahí refiero, entre otras causas, el tipo de globalización
que ha predominado desde el principio, una globalización
fundamentalmente de la economía, de los mercados y de las finanzas.
Edgar Morin llama a la actual «la edad de hierro de la globalización».
No fue seguida, como pedía la realidad, por una globalización política
(un gobierno global de los pueblos), una globalización ética y
educacional. Me explico: con la globalización inauguramos una fase nueva
de la historia del Planeta vivo y de la humanidad misma. Estamos dejando
atrás los estrechos límites de las culturas regionales con sus
identidades y la figura del estado-nación para adentrarnos cada vez más
en el proceso de una historia colectiva de la especie humana, con un
destino común, ligado al destino de la vida y, en cierta forma, al de la
propia Tierra. Los pueblos se pusieron en movimiento, las comunicaciones
pusieron en contacto a todos con todos y, por distintos motivos,
empezaron a circular multitudes por el mundo.

Esta transición no fue preparada, puesto que prevalecía una
confrontación entre dos formas de organizar la sociedad: el socialismo
estatal de la Unión Soviética y el capitalismo liberal de Occidente.
Todos debían alinearse con una de estas alternativas. Al desmontarse la
Unión Soviética no surgió un mundo multipolar sino el predominio de
Estados Unidos como la mayor potencia económico-militar del mundo, que
comenzó a ejercer un poder imperial, haciendo a todos alinearse con sus
intereses globales. Más que globalización en sentido amplio, se dio una
especie de occidentalización del mundo. Funcionó como un rodillo
compresor, que pasó por encima de respetables tradiciones culturales.
Esto se vio agravado por la arrogancia típica de Occidente de sentirse
portador de la mejor cultura, de la mejor ciencia, de la mejor religión,
de la mejor forma de producir y de gobernar.

Esta uniformización global generó fuerte resistencia, amargura y rabia
en muchos pueblos, que veían erosionarse su identidad y sus costumbres.
En situaciones así surgen normalmente fuerzas identitarias que se alían
con sectores conservadores de las religiones, guardianes naturales de
las tradiciones. De aquí se origina el fundamentalismo que se
caracteriza por dar valor absoluto a su punto de vista. Quien afirma de
manera absoluta su identidad está condenado a ser intolerante con los
diferentes, a despreciarlos y, en el límite, a eliminarlos.

Este fenómeno es recurrente en todo el mundo. En Occidente, grupos
significativos de corte conservador se sienten amenazados en su
identidad por la penetración de culturas no-europeas, especialmente el
islamismo. Rechazan el multiculturalismo y cultivan la xenofobia. El
terrorista noruego estaba convencido de que la lucha democrática contra
la amenaza de los extranjeros en Europa estaba perdida. Tomó entonces
una solución desesperada: realizar un gesto simbólico de eliminación de
los «traidores» multiculturales.

La respuesta del gobierno y del pueblo noruego ha sido sabia:
respondieron con flores y con la afirmación de más democracia, es decir,
de más convivencia con las diferencias, más tolerancia, más hospitalidad
y más solidaridad. Este es el camino que garantiza una globalización
humana, en la cual será más difícil que semejantes tragedias vuelvan a
repetirse.

- Leonardo Boff es Teólogo/Filósofo y autor de "Virtudes para um outro
mundo possivel" 3 vol. Vozes 2008-2009.
Fuente: http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=446


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